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Formación Política


Enviado por   •  11 de Mayo de 2013  •  3.058 Palabras (13 Páginas)  •  285 Visitas

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Jornadas de Formación Política

"En el Bicentenario, hacia la unidad latinoamericana"

Modelos económicos, sujetos sociales y el rol del Estado

en doscientos años de historia

Coordinador: Norberto Galasso

1° Jornada:

"Revoluciones y luchas por la independencia.

Una visión latinoamericana"

Objetivo:

Reflexionar sobre el proceso emancipatorio y sus diferentes

proyectos de país

Las dos rutas de Mayo, dos proyectos de país

por Equipo de Formación

Corriente política E.S.Discépolo

La Revolución democrática latinoamericana

La existencia de distintas interpretaciones sobre la Revolución de Mayo obedece a la íntima vinculación que tienen la historia y la política: “la historia es la política pasada, y la política la historia presente” . La corriente historiográfica del revisionismo latinoamericano se basa en la visión de Alberdi, para quien “la revolución de Mayo es un capítulo de la revolución hispanoamericana, así como esta lo es de la española y esta, a su vez, de la revolución europea que tenía por fecha liminar el 14 de julio de 1789 en Francia” .

La revolución francesa que había derribado los privilegios de los nobles y la concepción de que los reyes gobernaban por derecho divino, iniciará una política expansionista con el ascenso de Napoleón. En 1808 el ejército francés invade España y toma prisioneros al rey Carlos IV y su hijo Fernando, a quienes obliga a abdicar el trono a favor del hermano de Napoleón.

El 2 de mayo de 1808 el pueblo español dio inicio a una revolución nacional, en tanto se originó por rechazo al invasor francés, pero en su mismo desarrollo fue tornándose democrática pues si luchaba por la expulsión de los franceses, no buscaba restaurar el Antiguo Régimen sino concretar los ideales de libertad, igualdad y fraternidad; paradojalmente era en nombre de esos ideales que se lo estaba invadiendo. La forma organizativa que tomó la revolución fue la creación de juntas populares que juraron fidelidad el rey cautivo, Fernando VII, en quien cifraban la esperanza de la transformación democrática. Consecuentes con los ideales del liberalismo revolucionario, en enero de 1809 la Junta Central de Sevilla declara que los territorios de ultramar no son colonias sino provincias, y la junta de Cádiz las convoca a derribar a los virreyes, constituir juntas y enviar representantes para la sanción de una Constitución.

Pero hacia fines de 1809 y comienzos de 1810, los liberales revolucionarios en España comienzan a ser desplazadas por el Consejo de Regencia, donde priman las posturas absolutistas. Se extiende la sensación de que la Península está perdida, lo que origina que muchos militares abandonen España con el propósito de continuar la misma lucha en América (San Martín por ejemplo). Ante esta situación, en América entre 1809 y 1811 estallan revoluciones como una prolongación de la revolución acorralada en España, se forman Juntas que desplazan a los virreyes y juran fidelidad a Fernando VII en Chuquisaca, La Paz y Quito en 1809, Caracas, Buenos Aires, Bogotá, México y Chile en 1810, y la Banda Oriental en 1811. De este modo asoma el carácter latinoamericano, democrático y antiabsolutista de la Revolución de Mayo.

Es decir que aquí la revolución fue inicialmente democrática, acompañando el proceso español, y luego, una vez que Fernando VII vuelve al poder en 1814 tras la caída de Napoleón y emprende una política absolutista que persigue a los liberales, la revolución se tornará independentista como única manera de conservar y profundizar las conquistas democráticas. Por eso el desplazamiento del virrey es en 1810 y la independencia en 1816, seis años más tarde.

Los actores sociales que se enfrentan en los sucesos de Mayo se dividen en dos grandes frentes, un frente absolutista conformado por la burocracia virreinal, las familias ligadas al monopolio comercial y la cúpula eclesiástica. El otro, un frente democrático donde se encontraba la pequeña burguesía revolucionaria liderada por Castelli, Moreno y Belgrano -y que cuenta con el apoyo de los activistas conducidos por French y Beruti (los “chisperos”)-, las fuerzas armadas expresadas en Saavedra, y la burguesía comercial nacida al calor del contrabando y del libre comercio sancionado en 1809 (con un sector nativo y un sector inglés) cuyos exponentes políticos eran Rivadavia y Manuel García. La historia oficial está escrita desde la óptica de este último sector -profundamente probritánico y que tenía en el libre comercio su razón de ser- que se apropiará de la revolución después de la caída de Moreno y especialmente con el Primer Triunvirato .

Durante la lucha contra el absolutismo, la disputa al interior del frente revolucionario va a estar dada por la conducción, Scalabrini Ortiz las denominó “las dos rutas de Mayo”: una liderada por Moreno y la otra por Rivadavia”, y estos dos caminos o proyectos se enfrentarán a lo largo de nuestra historia. Los primeros meses estuvieron hegemonizados por el morenismo, momento en el que se intentó implementar el programa de la Revolución: el “Plan de Operaciones” redactado por Moreno.

Los aspectos centrales del Plan pueden resumirse en 4 ejes: la búsqueda de apoyo popular, la política exterior, la democratización de la sociedad y el rol del Estado en la economía. De este modo, la necesidad de dotar al proceso de una base social de masas lleva a Moreno a señalar a Artigas como un hombre clave en la Banda Oriental. Respecto de la política exterior, se menciona la necesidad de ganar el apoyo de Gran Bretaña para defenderse tanto del absolutismo como de una supuesta invasión francesa, pero se señala el peligro que constituye este acercamiento transitorio, alertando el riesgo de caer bajo su dominio. En el aspecto político-social, el Plan buscaba asegurar la igualdad social como la única forma de resguardar la libertad, barriendo con todos los vestigios absolutistas mediante la aplicación de una violencia revolucionaria. En el aspecto económico, Moreno va a plantear por primera vez un problema que atraviesa toda nuestra historia: ante la ausencia de una burguesía nacional, es el Estado el que debe ocupar el rol unificador y ser el motor del desarrollo económico. Así propone medidas avanzadas, como la expropiación de los mineros del Alto Perú, la protección de las producciones locales, la restricción de las importaciones (en especial las lujosas, a las que califica de “vicio corrompido”) y la distribución

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