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GUERRA SANTA EN EUROPA


Enviado por   •  7 de Mayo de 2015  •  Síntesis  •  1.531 Palabras (7 Páginas)  •  191 Visitas

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GUERRA SANTA EN EUROPA

Se denomina así, en general, a la que se desencadena por motivos religiosos. Es la más fanática de las guerras porque busca el exterminio de los enemigos, a quienes se considera como aliados del demonio. Matarlos es, por tanto, un mandato de dios y una obra redentora de la fe. Y se supone que los que en ella mueren van a la bienaventuranza eterna.

Guerras santas fueron en la cristiandad las de las cruzadas, incitadas por los papas, que pretendieron reconquistar la tumba de Cristo y los lugares santos del poder de los “infieles”, o la de la reconquista en España para reinvindicar los territorios del sur ocupados por los moros. Fueron guerras que se hicieron, como todas las de su clase, en nombre de la religión. Entre el año 1096 y el 1270 hubo ocho cruzadas, desde la primera que, obedeciendo a la “voluntad de Dios”, fue acaudillada por Pedro “el ermitaño” y que terminó en un desastre, hasta la última que se frustró con la muerte del rey Luis IX de Francia en el vano intento de conquistar al rey de Túnez y a su reino para el cristianismo. Este fue el último intento de la Europa cristiana para salvar Jerusalén. Todas las cruzadas terminaron en un fracaso completo desde el punto de vista militar. Fueron obra del fanatismo religioso que llegó a tales extremos que en una de ellas —la tercera, en 1189— participaron los reyes Felipe Augusto de Francia, Federico Barbarroja de Alemania y Ricardo Corazón de León de Inglaterra, que como todas las demás terminó en un desastre, y que hubo otra integrada por 30.000 niños que se levantaron en armas bajo el signo de la cruz —que fue interpretada por los creyentes como una señal de Dios— y que concluyó en una tragedia porque los niños murieron en el camino de hambre y de frío o fueron vendidos como esclavos en Egipto. Todo esto bajo el patrocinio de los papas y sus exhortaciones a la “guerra santa”.

Sin embargo, la guerra santa por antonomasia es la de los árabes, denominada alhiged o yihad en su lengua. Según el islam, fue establecida por Alá cuando dijo “¡matad a los infieles!”. En consecuencia con el mandato divino, el profeta Mahoma escribió en el Corán: “la guerra es permanente hasta el día del juicio” y “las fatigas de la guerra son más meritorias que el ayuno, las plegarias y las demás prácticas religiosas. Los bravos caídos en el campo de batalla son mirados en el paraíso como mártires”. Estas palabras han inspirado, a lo largo del tiempo, las luchas de los musulmanes contra los pueblos de distintas creencias religiosas. Los seguidores del Corán se sienten obligados a dar muerte en guerra a los enemigos de su fe. La violencia de los <fundamentalistas árabes contra los “infieles” tiene esta explicación. Los “infieles” son, para ellos, no solamente los que no profesan su religión sino todos los que no se someten a sus ambiciones de poder y de dominio.

En Egipto los integristas islámicos agrupados en la “Hermandad Musulmana” desataron en la década de los 90 una salvaje persecución contra los turistas extranjeros, que fueron masacrados a mansalva en los vestíbulos de los hoteles o en los buses que los transportaban. Estos integristas fueron los mismos que en octubre de 1981 asesinaron al presidente Anwar al-Sadat por haber firmado en 1979 el tratado de paz con Israel, acto de valentía que le valió el premio Nobel de la Paz. Simultáneamente en Argelia el “Frente Islámico de Salvación” perpetró crudelísimas e indiscriminadas matanzas —verdaderos genocidios— contra la población civil. En la India hubo sangrientos disturbios cuando los líderes del Partido Bharatiya Janata, de extrema derecha, ordenaron por execrable fanatismo religioso la demolición de la mezquita construida en el siglo XVI en el lugar donde se suponía que había nacido el dios Rama. En esas acciones hubo 3.000 muertos, la mayoría musulmanes. La respuesta de los islámicos fue una cadena de explosiones en Bombay que mataron a 317 personas inocentes.

La guerra santa no tiene límites ni reconoce fronteras. Lo mismo se produce dentro que fuera de un país: la consigna es que a los “infieles” hay que matarlos dondequiera que se los encuentre.

Parece que los integristas islámicos han iniciado una nueva guerra santa, esta vez contra Occidente, según apreciaciones del profesor de la Universidad de Harvard, Samuel P. Huntington (1927-2008), en un artículo publicado en 1993 en la revista “Foreign Affairs”, titulado “The Clash of Civilizations”. Sostiene él la tesis de que los conflictos entre los pueblos serán en lo futuro —ya han comenzado a serlo— luchas entre civilizaciones y no entre Estados. La >guerra fría fue una confrontación esencialmente ideológica. Desde que esta terminó advino la interacción entre la civilización occidental y las civilizaciones no occidentales. Todos los últimos conflictos lo demuestran.

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