“HISTORIA UNIVERSAL” DERECHO INTERNACIONAL PÚBLICO
Joaquin JiménezEnsayo10 de Abril de 2018
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UNIVERSIDAD JUÁREZ DEL ESTADO DE DURANGO
FACULTAD DE DERECHO Y CIENCIAS POLÍTICAS
“HISTORIA UNIVERSAL”
DERECHO INTERNACIONAL PÚBLICO
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JOAQUIN SOBERANES JIMENEZ
6° E
DRA. BEATRIZ MAGDALENA CECEÑAS SOLIS
12 DE FEBRERO DE 2018
INTRODUCCIÓN:
“Quien no conoce su historia, está condenado a repetirla”. Esta frase, de origen desconocido ha sido usualmente dicha en las instituciones de educación básica, medio superior y superior y es muy conocida, en virtud de que siempre se aplica la misma en situaciones de nuestra vida cotidiana.
A lo largo de la existencia de los asentamientos de las civilizaciones, la psiquis humana nos tiene bastante constreñidos en el conocimiento, ya que si bien es cierto los seres humanos contamos con raciocinio y capacidad psíquica para comprender los significados y consecuencias de los sucesos que ocurren en nuestro acontecer diario, también lo es que siempre ha habido un pensamiento indefinible que nos hace que realicemos o seamos partícipes de hechos, de los cuales inevitablemente terminan siguiendo el patrón similar de otros actos ya efectuados con anterioridad. Llámese PODER, RIQUEZAS, GLORIA, AMBICIÓN, EVANGELIZACIÓN, etcétera, la gran mayoría de los gobernantes de las sociedades en el transcurso del tiempo (puesto que sus actos eran los más preponderantes y los que definieron la historia universal) actuaban cegados por uno o más de estos objetivos enunciados en mayúsculas, ocasionando que de manera inevitable se cumpliera la [arriba mencionada] sabia frase enunciada en comillas.
Después de la Crisis Económica de 1929, en el que millones de personas se arruinaron por causa de la AMBICIÓN sin límite, lamentablemente hemos repetido el mismo error en 2008.
Hablando de acontecimientos bélicos, el gran deseo de gobernar todo el mundo ha sido realizado por algunos reinos, imperios y jefes militares, sin éxito alguno. Alejandro Magno de Grecia, el Imperio Romano, Carlomagno del Sacro Imperio Romano Germánico, Genghis Khan de Mongolia, Napoleón I Bonaparte de Francia, y hasta el dictador Adolf Hitler del Tercer Reich de la Alemania Nazi lo han intentado, sin éxito.
Por ello y para comprender el Derecho Internacional Público, es de vital importancia en este ensayo resaltar todos los acontecimientos históricamente relevantes concernientes a la evolución del hombre en convivencia con la sociedad, para entender de manera clara la importancia y trascendencia de esta relación hombre-sociedad en civilizaciones existentes mundialmente, con el principal propósito de evitar que la historia se siga repitiendo una y otra vez.
DESARROLLO:
Con la finalidad de entender la historia universal, de la cual surge el Derecho Internacional y facilitar el estudio de la misma se ha hecho una división del tiempo por los historiadores, la cual consta de dos etapas: Prehistoria y la Historia, cuya partición de la primera a la segunda tiene un punto de inflexión, en el que se inventa la escritura. A su vez, las dos fases ya citadas tienen sus propios periodos característicos. Por la Prehistoria tiene tres edades: La Edad Paleolítica, la Neolítica y la de los Metales. Por otro lado, la Historia tiene cuatro etapas: Edad Antigua, Media, Moderna y Contemporánea. Cada una tiene un momento aproximado en el que inicia y otro en el que termina, siendo como consecuencia inmediata del final de una etapa histórica el comienzo de la inmediatamente sucesiva.
El enfoque sobre el que se le va a dar a este ensayo es más dirigido a la importancia del hombre en la sociedad en esas etapas históricas, puesto que eran las decisiones y la importancia de los factores sociológicos, religiosos, económicos, entre otros, los que definieron la historia y el modo en el que el hombre era visto ante la sociedad.
PREHISTORIA:
PALEOLÍTICO:
La era Paleolítica abarca desde la aparición del hombre (de fecha indeterminada) hasta 9000 años a.C. En esta época, existían hordas nómadas, que dependían de la caza principalmente. Posteriormente, con el surgimiento de la agricultura, las agrupaciones de personas se hacen sedentarias y vivían en cuevas, en esta organización social prehistórica se regía por el principio de “Supervivencia del más fuerte”, el cual podía ser un soldado o un sacerdote, quien fungía como gobernante, y tenía funciones desde brujo, científico, médico hasta hombre de Estado, siendo lo que él decía la última palabra, acaparando el poder sin la división actual que conocemos actualmente.
Socialmente hablando, cabe destacar que los habitantes prehistóricos ya comprendían el concepto de familia, existiendo la división de roles y funciones dentro del clan familiar. Si existían reglas de conducta, no eran leyes escritas en esa época como las actuales.
MESOLÍTICO:
Ésta inicia entre la era Paleolítica y la Neolítica, sin embargo, las fechas de comienzo y final de la anterior no es definida, al ser muy diferente según cada civilización. En esta parte, las comunidades crecieron y empezaron a surgir las dinastías, las cuales gobernarían sobre un cierto territorio, así como las clases sociales, que en cada civilización (aún con la diferencia entre sus nombres, era muy similar por la organización), estando en la cúspide de la pirámide un sacerdote o jefe comunal y varias personas ricas y poderosas (quienes se hacían con tal influencia gracias a la acumulación que hacían de riquezas materiales y de rodearse de personas importantes) y, hasta en la base, las clases trabajadores y esclavas.
La aportación más relevante fue que se empezó poco a poco a hacer la división de las clases sociales, antecedente importante para la organización social contemporánea.
NEOLÍTICO:
En la era Neolítica, comprendida entre los años 5000 y 2500 a.C., se debe destacar la estructuración de las clases sociales, la posibilidad del hombre de adquirir la propiedad privada e iniciar el comercio en forma de trueque. De igual forma, en este periodo aparecen los clanes, y se construyen chozas cerca de las zonas donde existía la agricultura y la ganadería, con fines de protección del fruto del trabajo obtenido. Al poder construir chozas, se deja de vivir en las cuevas.
Al ser de mucha utilidad la agricultura, la ganadería, pesca y, en menor grado, la caza, se empezaron a construir herramientas con metales, reemplazando a las hechas de palo y piedra.
Al concluir el periodo neolítico, el hombre comienza a dominar la aleación de los metales, siendo conocido este periodo como “Edad de los Metales”, subdividiéndose en la Edad de Cobre (4000-3000 a.C.), Edad de Bronce (3000-1200 a.C.) y la Edad de Hierro, que tuvo relevancia a partir del año 1400 a.C.
No hace falta hablar de la importancia del hombre en la sociedad, puesto que la única innovación existente era el metal con el que se fabricaban las herramientas y las armas, no la importancia trascendental del hombre en la sociedad. El surgimiento de la escritura puso fin a la época Neolítica y a la época prehistórica, iniciando así la etapa de la Historia y la Edad Antigua.
HISTORIA:
EDAD ANTIGUA:
Aunque la mayoría de los historiadores no se han puesto de acuerdo en cuestiones, como los períodos históricos y sus duraciones, la determinación de los inicios de la historia antigua se ha trazado tradicionalmente por la aparición y consolidación de una serie de fenómenos y procesos tipo, constitutivos de lo que entendemos por antigüedad, tales como la sedentarización y la creación de las ciudades, la aparición de una organización social más compleja (relativamente asimilable al actual concepto de Estado) y el inicio del uso de la escritura. Este último criterio no ha sido considerado sólo como marca del comienzo de la edad antigua desde un plano metodológico, es decir, por la irrupción de las fuentes escritas en el estudio de la historia frente a la exclusividad de las fuentes arqueológicas para el conocimiento de la prehistoria, sino por lo que supone el uso de la escritura en sí misma como instrumento de poder y de organización, como forma de expresión y el modo en que refleja el cambio en la concepción del mundo, vinculados a los procesos anteriormente enunciados.
El final de la antigüedad y la transición hacia el medievo viene trazado, del mismo modo, por la transformación y disolución de algunos elementos constitutivos esenciales del mundo antiguo, de forma preferente en el marco del Mediterráneo. Resultan, por tanto, arbitrarias las fechas comúnmente utilizadas para situar sus límites finales; como el Concilio de Nicea del año 325 atendiendo a la emergencia del cristianismo, la presencia de los godos en Occidente desde el 376, la división del Imperio romano en el 395 por Teodosio I el Grande y la diferente dinámica evolutiva de Occidente y de Oriente, o el destronamiento de Rómulo Augústulo en el 476 y la consiguiente desaparición del Imperio de Occidente; sin su adecuada contextualización en los procesos que concurren en esa transición a lo largo de los siglos IV y V d.C. Sin embargo, es más aceptada la idea de que la Edad Antigua acabó con la caída del Imperio Romano de Occidente, puesto que la recién surgida figura papal tenía más poder incluso que el Emperador mismo.
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