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Hablar Y Escuchar*


Enviado por   •  4 de Noviembre de 2013  •  2.844 Palabras (12 Páginas)  •  631 Visitas

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Hablar y escuchar*

Ana María Borzone de Manrique

Tiempo de compartir

Es una actividad diaria que se realizó al comienzo de la jornada. A diferencia de lo que sucede

habitualmente en los jardines con el intercambio inicial, en el que se busca la participación

generalizada de los niños, la rutina de Tiempo de compartir privilegia la participación diferenciada

de los chicos. Un niño por vez toma la palabra como principal locutor, mientras que los

demás limitan su intervención a hacer comentarios y preguntas sobre el tema planteado por el

protagonista de ese tiempo.

Esta característica del Tiempo de compartir –el hecho de que un niño cada vez sea el

principal locutor– responde a los objetivos que se buscan a través de esta situación: que la

maestra pueda interactuar con un niño en particular, brindándole especial apoyo a su expresión

lingüística; que los niños puedan hacer un relato completo y que cada niño tenga un

espacio de privilegio para contar sus vivencias.

En cambio, cuando se da una participación indiscriminada, se corre el riesgo de que sean

siempre los mismos niños los que intervienen, aquellos seguros de su expresión, que se adueñan

de la “palabra” de todos. Asimismo, cuando se generaliza la participación de los niños,

ninguno puede construir un relato completo de su experiencia.

Durante estos episodios de habla, los niños permanecen sentados en ronda, atentos a lo

que su compañero quiere contarles, ya que el objetivo de ese momento es que los niños,

rotativamente, compartan a través del relato una experiencia que han vivido, un cuento que

conocen, un programa de TV que han visto.

En un principio, por las características del grupo –heterogéneo en cuanto a su experiencia

anterior de Jardín y el medio sociocultural de procedencia– la participación en Tiempo de

compartir era dispareja, ya que unos pocos siempre querían hablar mientras que otros mostraban

dificultades de expresión y temor a intervenir. Por otra parte, aun para los niños que ya

habían asistido a Jardín, este tiempo, como se plantea en nuestra experiencia, constituye una

* En Leer y escribir a los 5, 4a ed., Argentina, Aique (Aportes a la educación inicial), 1998, pp. 62-74.

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situación nueva en la que los roles están bien diferenciados: un niño habla, los demás escuchan

atentamente, le hacen preguntas y comentarios y la maestra conduce el intercambio. Por

eso, al comenzar el año, la maestra se enfrentó con la necesidad de ir estableciendo el patrón

de interacción que caracteriza al Tiempo de compartir.

A través de una expresión-fórmula que abre el encuentro –¿Qué nos vas a contar Dani? Y

ahora, ¿qué nos vas a contar vos Sergio? O: Vamos a escuchar lo que nos cuenta Eli–, la

maestra asigna los roles –uno, el designado, habla y los demás escuchan– y proporciona una

pauta para el comienzo de una situación de habla claramente delimitada.

Las intervenciones de la maestra, como se verá a través del análisis de los registros, varían

de acuerdo con el niño que toma la palabra y también en el curso del año, respondiendo así a

las diferencias entre los niños y a la progresión de su desarrollo.

Es necesario tener presente que la maestra, al no haber vivido junto con el niño la experiencia

que éste relata y no compartir necesariamente el código lingüístico que el niño domina y

todos sus conocimientos y representaciones, producto de su propia vida, puede tener dificultades

para interpretarlo y apoyar su discurso. Para salvar esta dificultad, es importante que esté

bien informada sobre las condiciones de vida del niño, la composición del grupo familiar, sus

experiencias escolares anteriores, su medio de procedencia, las diferencias lingüísticas según

la comunidad de habla, las actividades de los padres y hermanos. Es por ello que la maestra,

antes de comenzar, realizó extensas entrevistas a los padres en las que recogió esta información

y, durante el año, mantuvo un contacto permanente con ellos, siempre atenta a las novedades

familiares y sucesos de la escuela, estableciendo una óptima relación con padres y

familiares.

Cuando la maestra comprende, acepta y respeta las diferencias entre los niños en el uso

del lenguaje y en la respuesta a situaciones de aula, y se interioriza de las condiciones de vida

de cada niño, puede intervenir más apropiadamente para responder a sus necesidades diferenciadas.

En el siguiente fragmento se puede observar cómo la maestra pone en juego sus conocimientos

sobre situaciones específicas que viven los niños, para contextualizar y dar significado

al relato que hacen de esas situaciones. Se observa también que, cuando se menciona un

tema relevante –en este caso las vacunas– la maestra lo retoma para aclarar y precisar conceptos

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