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Historia Medieval


Enviado por   •  28 de Marzo de 2012  •  1.705 Palabras (7 Páginas)  •  447 Visitas

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Faustino Ansay y el Cabildo de Mendoza

El 11 de junio el comandante Corbalán presente ante el Cabildo de Mendoza un oficio por parte de la Junta Provisional, donde se solicitaba en forma urgente su reconocimiento y el envió de un representante. El comandante en armas de Mendoza, Facundo Ansay, fue uno de los primeros en comenzar la resistencia a las nuevas autoridades. Trató por todos los medios retrasar la convocatorio a un Cabildo extraordinario, poniendo como justificativo a este retraso la posición del Gobernador Intendente, Gutiérrez de la Concha, en el oficio que llegaran a la ciudad el 14 y 22 de junio:

“Con fecha dice este gobierno a este ilustre Cabildo lo siguiente: Anoche llegó el correo extraordinario de Buenos Aires y se confirmaron las noticias privadas que ya tenía este gobierno que contra las ideas de su mismo excelentísimo Cabildo y del vecindario honrado se había depuesto al excelentísimo señor virrey y creándose abusivamente una junta para el supremo gobierno del virreinato, sin más autoridad que la fuerza, y aunque no dudaba el partido que debía seguir este gobierno para sostener el buen orden y las legítimas autoridades, llamé en la misma hora en la casa de mi habitación a las primeras personas de esta ciudad y entre ellas al excelentísimo señor don Santiago Liniers y al ilustrísimo señor obispo; y tuve la complacencia de que con la mayor energía se decidieron por la legitima autoridad. Tampoco puedo dudar que la acendrada lealtad de V.S. le obligará a igual entereza que ha manifestado la ciudad de Montevideo y la de Salta según se me ha anunciado, sin embargo he juzgado conveniente comunicarlo a V.S. para que tenga el mayor cuidado de sostener el buen orden, sin obedecer más que a las legítimas autoridades (…)

Lo inserto a V.M. para su inteligencia y cumplimiento, a cuyo fin franquearé todos los auxilios necesarios, dándome puntual aviso de cualquier novedad que ocurra.” 3315.16

“Y siendo lo acordado en este ilustre Cabildo [de Córdoba] arreglado a las ideas y conducta de este gobierno, que no conoce más autoridades que las constituidas por el soberano y sus representantes que hemos jurado, o jure y admita la nación, y en su defecto las que establezcan nuestras leyes; como también el que por ahora no es necesario el nombramiento de diputados hasta que la suerte de la Península obligue a los legítimos jefes, (lo que no es de esperar) a presenciarlo.” 3318

Con el primer oficio Ansay intenta convencer al Cabildo de que el nuevo gobierno no tiene apoyo político ni militar ya que, además de no apoyarlo el Gobernador Intendente, tampoco se adhirieron las autoridades de Montevideo y Salta, su intención es hacer tiempo, generando incertidumbre a los cabildantes sobre el rumbo más seguro a seguir, con el objetivo de organizar la resistencia. Pero ante la insistencia de la mayoría de los integrantes del Cabildo, el 23 de junio se convocó a la sesión extraordinaria. En la votación, el reconocimiento a la Junta y envío de un diputado fue unánime. El Cabildo informó a Gutiérrez de la Concha la resolución alegando que la ciudad padecía conflictos sociales por una posible insubordinación de esclavos y por la posibilidad de que “los indios fronterizos intentan renovar sus horrorosas hostilidades”, por lo cual no era conveniente declararse contra la Junta de Buenos Aires que “sería una funesta, y culpable inconsecuencia el apartarse del prudente sistema que se ha adoptado: últimamente, que aun cuando el pueblo conviniese, que aun cuando hubiese fondos, y aun cuando se facilitasen auxilios; sería imposible que el comandante de armas pudiera llegar a la ciudad de Córdoba a tiempo de ser útil” 350. Como podemos observar el Cabildo aduce que al no tener presupuesto, por el gasto que significa mantener la defensa y orden de la ciudad, y falto de hombres para auxiliar a las autoridades reales, la mejor decisión política para la seguridad de la ciudad era la adhesión a la Junta.

Frente a ésta posición Facundo Ansay relata que los verdaderos intereses de los cabildantes era económicas, ya que tenían temor que en Buenos Aires tomaran represarían contra su comercio. Además en las sesiones trata de convencer a los participantes del fracaso de la revolución:

“Era fácil de conocer a primera vista cuán débiles eran los fundamentos de este temor; que el riesgo de la pérdida de España que se daba por fundamento de la rebelión, era absolutamente remoto; pero aun cuando se llegase a realizar, no debían creer que los valientes héroes que a tanta costa defendían aquel suelo podría jamás permitir se les robara esta porción de la monarquía, que siempre miraría como el asilo de la libertad española; que las potencias aliadas al señor don Fernando VII no consentirían jamás la desmembración de un territorio cuya integridad prometían sostener; que la provincia de Buenos Aires, aislada en sus relaciones, no podía contar con aprobación del opulento reino del Perú; que la falta de un ejército, de marina, de generales, de armas y de alianzas; hacia ver lo ridículo del plan de las facciones.

Se expusieron los viciosos principios del nuevo gobierno: su osadía en juzgarse autorizado

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