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Historia Mínima De Mexico


Enviado por   •  26 de Noviembre de 2013  •  2.159 Palabras (9 Páginas)  •  334 Visitas

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PENSAR HISTORICAMNTE

REFLEXIONES Y RECUERDOS

PIERRE VILAR

El libro fue escrito por Pierre Villar, un hombre que perdió la vista antes de terminar de escribir este libro, para lo cual tardo mucho tiempo en que llegar alguien que estuviera dispuesto a escuchar su narración y luego escribirla.

Pero a pesar de estas dificultades este llego a ser un muy buen libro que explica claramente el relato de una persona que paso por diferentes situaciones como lo es la Segunda guerra Mundial, lo que lo hizo ver la situación que se vivía allí.

LO COMUN Y LO SAGRADO

En esta parte del libro, Vilar reconstituye la coyuntura mental e intelectual, especialmente francesa, de la víspera de la Gran guerra. Resalta en particular en la transferencia que se opera durante esos años de la noción de lo sagrado. Esta, que era frecuentemente imputada a las monarquías antes de 1914, encuentra un nuevo destinatario en la patria y la nación contemporánea, favorecida además por un relativo retroceso de la religión a la esfera de lo privado. La idea republicana frente al derecho divino es aún minoritaria; hasta allí, la razón ha avanzado sobre una base que es todavía sacralizante. El desencadenamiento de la guerra no sólo revelará claramente esta tendencia subyacente sino que la llevará hasta su culminación: el sacrificio por la patria, es decir, morir por la patria.

El era amante de poesía y canciones populares y dotado de una memoria portentosa, ejercitada por su actividad profesional, Vilar también evoca este fenómeno histórico gracias a sus recuerdos de niño y escolar.

Pero insiste igualmente en dos momentos (y movimientos) sociales y mentales con los que va a cristalizarse esta tendencia de fondo, antes de manifestarse abiertamente. Por un lado, el unanimismo, mediante el cual una idea se impone voluntariamente y de forma unánime al grupo social, al "alma colectiva", analizado en la obra del literato y periodista Jules Romains. Por otro lado, lo que puede denominarse la coyuntura Durkheim, es decir el proceso de construcción de la obra de dicho sociólogo (una "revolución copernicana", dice Vilar), que pone al derecho la relación entre religión y sociedad, entre lo sagrado y lo común. Lo peculiar de estos dos momentos (y movimientos), y es lo que realza su importancia, es que no son coordinados, que no se "conocen" directamente, que son casi inconscientes. Es un rasgo mayor que permite definir, dice Vilar, lo que puede denominarse una "coyuntura intelectual".

La comprensión de tal coyuntura es clave, en la víspera de la Gran guerra. Si la religión no es solamente un producto de la sociedad sino que incluso puede y llega a imponerse la religión de lo social, y que se produce entonces la sacralización del grupo y la pertenecia a la sociedad, el individuo se obliga a actuar como ella o quienes la representan (o dicen representarla) se lo piden. Sobre todo en caso de movilización general, cuando el Estado aparece revestido de la representación del grupo, en el contexto de la guerra. En dichas circunstancias, el temor místico de la sociedad y el grupo sacralizados es más grande que el temor físico; el temor de la sociedad es más fuerte que la razón laica; la creencia patriótica es más fuerte que cualquier otra creencia.

CAPITULO 1

Vilar es hijo de maestro y maestra, en el seno de unas familias del sur de Francia, que apenas en la anterior generación habían logrado que algunos de los suyos accediesen a los estudios, superando las barreras sociales de su condición de viticultores modestos. Un tipo social relativamente común, dice Vilar. Su infancia y adolescencia están marcadas por la guerra mundial A14-18" y sus consecuencias, lo que es también el caso de su educación primaria en la que alternan profesores partidarios u opositores del nacionalismo y del pacifismo, las dos corrientes que impregnan las opciones políticas del momento. Como muchos chicos de su edad, Vilar se siente entonces atraído por las causas aintimilitaristas.

A una pregunta que frecuentemente le han hecho, Vilar contesta que ni el comunismo, ni la revolución bolchevique ("el gran resplandor del este") pudieron ejercer sobre él ningún deslumbramiento en ese momento. Que su caso no es el de Aconversiones" entusiastas o el del inicio de alguna pasión o fe revolucionarias. Lo que sí se produjo, señala, en diversos medios sociales, especialmente parisinos, de obreros, maestros y pequeños funcionarios del Estado. Confiesa haber sido un joven que deseaba ser profesor universitario y que buscaba ingresar a la Escuela Normal Superior de Paris para lograr su cometido. Lo que consiguió, como muchos otros de su categoría social.

Observa sin embargo, desde su modesta experiencia provinciana, que ya a partir de ese momento empezaba a intuir que los hechos políticos no podían ser los determinantes en la comprensión de su sociedad y el momento que vivía, de los conflictos y oposiciones sociales.

CAPITULO 2

Luego habla sobre su estancia en la Escuela Normal Superior (ENS, calle Ulm). Luego de recordar la importancia de la entidad y describir sus características y funcionamiento, Vilar habla de su adaptación a las costumbres de dicho centro. Y se interroga, en primer lugar, sobre las consecuencias de dicho periodo en su propia formación profesional y en su vida, a secas. Atraído en primer lugar por la geografía, la economía y la observación directa, dichos años (1924-1929) son al mismo tiempo los de su formación como historiador, a la que contribuyen también los cursos de historia que sigue en la antigua Sorbona.

Vilar extrae algunas enseñanzas que no es inútil explicitar: Convencido de la necesidad de superar una historia puramente factual (événementielle) y principalmente política (la que predominaba en ese entonces), y de prestar mayor atención a la historia de los mecanismos sociales y económicos, Vilar piensa también que en la polémica hay que evitar el caricaturizar las posiciones del adversario.

Agrega que si el dogmatismo tiene que ser criticado, particularmente el de los positivistas (su culto al documento "verídico" y al "hecho" preciso), se tiene que evitar también el dogmatismo de la crítica. Vilar insiste en la necesidad imperativa para el historiador de comprender lo que los políticos o "actores" de un periodo histórico no pudieron comprender (y que frecuentemente les condujo al fracaso).

Ante las posibilidades de acceder a los "mundos" parisinos, intelectuales y de relación, que la ENS ofrece, Vilar prefiere asumir

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