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Historia argentina del siglo XVII

Malegumy-71Síntesis3 de Mayo de 2018

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Con la creación del Virreinato, la Corona respondo a necesidad urgente de poner fin a la creciente desintegración económica y política en el sur del imperio colonial.

Frente al marcado interés extranjero en la posesión española del Caribe y de América Central, se había creado un Virreinato de Nueva Granada.

Las guerras comerciales que, se vio envuelta España, y principalmente contra los ingleses, atestigua que las potencias rivales tenían la intención de estabilizar, mediante puntos de apoyo estratégicos, sus pretensiones de hegemonía comercial. En este aspecto, los rivales de España alcanzaron sus mayores éxitos en el norte del imperio colonial. En el sur también se revelaron dos puntos neurálgicos, cuya defensa escapaba completamente a la órbita de una acción militar emprendida desde lima: el conflicto alrededor de la Colonia del Sacramento, y la creciente amenaza a la costa patagónica y a sus islas dependientes.

Una situación cada vez más crítica, fue el momento decisivo que inspiro la creación de un cuerpo administrativo que asegurara, la autodefensa.

Para la Corona, no se trataba de preservar los “legítimos derechos”, como de proteger sólidos intereses económicos, los portugueses se han aliado con Inglaterra. Y así se esfuerzan por colonizar las inmediaciones de Río Grande, por implantar su ganadería para proveer a las necesidades de Río de Janeiro.

Los portugueses se dedicaron al contrabando.

La incorporación de Portugal a la “Gran Alianza” significó la denuncia del tratado de compensación firmado en 1701, España consiguió ocupar la fortaleza. La cláusula de entrega contenida en el Tratado de Utrecht pudo aminorarse en sus efectos con la fundación de Montevideo. Bajo la presión de una renovada ola de expansión portuguesa, se llegó al acuerdo de trueque de 1750: a cambio de la entrega de las siete Misiones, España se asegura la posesión de la Banda Oriental, con inclusión de Colonia.

El conflicto colonial llegó a su punto culminante y decisivo con los choques, que se prolongaron de 1761 hasta 1777. los españoles aspiraban a extender la soberanía del rey de España hasta la provincia de Río Grande; los portugueses, luchaban por mantener su soberanía en la zona del río Grande y por extenderla hacia el sur, cuyo objetivo era establecer por tierra un vínculo con la Colonia del Sacramento.

En 1776, la Corona concedió al futuro virrey Cevallos todos los medios necesarios “para que el Gobernador de Buenos Aires estuviera en situación, no solamente de defender las provincias y las fronteras, también de conquistar la isla de San Gabriel y la Colonia del Sacramento, con intensión de destruirla”. El éxito de la ofensiva española fue tanto más sorprendente cuanto que, en la defensa de la Banda Oriental, Portugal pudo contar con el apoyo de Inglaterra.

Una vez despejado el terreno –tanto en lo militar como por vía diplomática- se pudo firmar el tratado de San Lorenzo -1777- además de darse solución a la cuestión de las pretensiones territoriales, también se hallara en él un pasaje especial dedicado a la presión del contrabando “Todo súbdito de una u otra nación que lleve a cabo actividades de contrabando con súbditos de la otra nación, será castigado en su persona y en sus bienes según las leyes previstas por la nación a la que pertenece”. Lo cierto es que el tratado de San Lorenzo alcanzó verdadera significación histórica. Los acontecimientos de 1776 y 1777 obligaron a los portugueses a aceptar el Río Grande como límite tradicional, y con ello la Banda Oriental se sustrajo al dominio portugués. También se debió al hecho de que la creación del Virreinato del Río de la plata, que originalmente era algo provisional y enderezado a reforzar las acciones de orden militar se declaró en ese momento como algo definitivo.

Objeto de la llamada cuestión del Pacífico fueron las rivalidades por el predominio en la Patagonia, en la Malvinas y en el Cabo de Hornos, cuyo valor estratégico se acentuaba con la posibilidad de intensificar el tránsito marítimo entre el Atlántico Sur y el Pacífico y Lejano Oriente. En lo geográfico tales puntos escapaban por completo a la esfera de la influencia española, que en el Plata terminaba en la frontera con los indios al sur de Buenos Aires, Córdoba, Mendoza, y en Chile en Bio-Bio.

Hasta el siglo XVII sólo se trató de maniobras esporádicas y sin repercusiones duraderas, a comienzos del siglo XVIII, Francia e Inglaterra intentaban abrirse la ruta comercial del sur, para entrar en contacto directo con el mercado peruano-chileno.

El comienzo de las tentativas inglesas coincidió con las incursiones del corsario George Anson, pero fueron más consistentes y concentradas que las acciones paralelas de Francia y, para España, infinitamente más peligrosa. La corona inglesa no solamente había aprovechado los viajes de Anson, además le había concedido plenos poderes para aprovechar toda oportunidad que pudiera presentarse y que prometiera acelerar el proceso de disolución territorial y política del imperio español.

Una vez que, la Corona hubiese contrarrestado el peligro de que ese vacío colonial atrajese a potencias extranjeras, planteó que a partir de Buenos Aires se llevara a cabo una colonización de la costa patagónica “para impedir que otras naciones se establezcan en alguno de sus puntos, desde donde podrían penetrar hacia Perú y Chile….” Con ese objeto varias familias de campesinos fueron embarcadas hacia Sin Fondo y San Julián, provistas de lo más necesario y hasta acompañada por esclavos. El experimento no tuvo éxito por los motivos de: falta de dinero y las circunstancias geográficas adversas, que no permitían el desarrollo normal del comercio y la industria.

Al lado del factor exterior del peligro de invasión portuguesa francesa e inglesa, también se mostraron activas fuerzas interiores, que contribuyeron a desligar la región del Río de la Plata de a jurisdicción del Perú.

Quienes propugnaban la idea de unificación, se remitían en primer lugar a las transformaciones económicas que se habían producido en la región que iba de Buenos Aires hasta Potosí.

El principal motivo que impidió un buen gobierno de cuatro provincias (Tucumán, Paraguay, Buenos Aires, Cuyo) fueron las grandes distancias que las separaban de la autoridad de Lima y de la Audiencia de Charcas. Tal situación no solamente dio lugar a arbitrariedades en la administración sino que también se descuidaron los derechos financieros de la Corona.

La creación del Virreinato del río de la Plata había respondido a la coincidencia de factores internos y externos “la extensión del Virreinato del Perú no permitía, ni que las leyes reprimieran los delitos como se debe ni que la fuerza pública alcanzara la necesaria influencia sobre un normal funcionamiento del Estado. La distancia y el tiempo aconsejaban reducir las consultas a los casos más importantes. Por otra parte, como el gobierno bonaerense dependía en medida cada vez mayor de los súbditos de la capital.

Creo que fue para subsanar tales deficiencias por los que la Corona procedió a crear en Buenos Aires un nuevo Virreinato, que abarcaba estas provincias y también las de Cuyo y toda la jurisdicción de la Audiencia de Charcas. Esa medida recibió su impulso decisivo al imponerse el plan de vengarse de las ofensas de los portugueses.”

De acuerdo con las circunstancias específicas en que surgió el Virreinato, doble fue la misión que se le encomendó al Virrey Cevallos. El interés de la Corona en su política exterior, sólo podía satisfacerse mediante una amplia reorganización de la colonia. Era necesario acrecentar la fuerza económica de la región, con el fin de asegurar los recursos más indispensables para su defensa, para resolver la situación en un beneficio colonial para la metrópoli. Ese fue el objetivo último de todas las medidas implantadas por Cevallos.

Hasta la época de a emancipación la agricultura y la industria se mantuvieron en segundo plano.

Si bien, de acuerdo con la nueva distribución territorial, el Alto Perú con Potosí pertenecía a Buenos Aires, con lo que la minería desempeñaba un papel muy importante, todo acrecentamiento de la evolución económica en esta parte del continente debió realizarse sobre bases mercantiles para contar con alguna perspectiva de éxito: además del ritmo general de la economía, también los ingresos de la Corona dependían del tráfico ínter colonial como internacional. En el Plata, la Metrópoli no percibía ante todos sus réditos en una Casa de Moneda, sino en una Casa de Aduana.

El equilibrio de la balanza comercial exigía, el predominio económico de Buenos Aires sobre el interior, ese predominio tenía que alimentar las pretensiones de hegemonía política de los porteños. Detrás de esa peculiar situación de Buenos Aires no se ocultaba únicamente un fenómeno de oposición territorial, ante todo se expresaba en ella un proceso altamente significativo para el futuro del imperio colonial: en lo concerniente al sur, Buenos Aires desempeño la función de intermediario del creciente debilitamiento burgués de la sociedad colonial, allí encontró su verdadera patria el comercio con instrumento de dominación económica de la burguesía.

Las diferentes regiones del Virreinato reaccionan de muy diversa manera a la evolución cumplida entre 1776 y 1810.

Para las provincias interiores en sentido estricto (Mendosa-Córdoba-Tucumán-Jujuy), esos años significaron en parte un período de depresión económica. Las recíprocas relaciones económicas con el Litoral llegaron a un grado de dependencia, de modo que ya en la época

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