ClubEnsayos.com - Ensayos de Calidad, Tareas y Monografias
Buscar

Investigacion Latinomaericana Martin Barbero- Ensayo

claudireyess4 de Junio de 2013

4.136 Palabras (17 Páginas)535 Visitas

Página 1 de 17

¿Desde dónde deben re-pensarse las posibles articulaciones entre la investigación latinoamericana de la comunicación, y la realidad social en el Siglo XXI?

La comunicación no es una ciencia. Es un "objeto de estudio". Tampoco es una disciplina, por lo menos en el sentido fuerte que denota sinonimia de "disciplina" con "ciencia", aunque incluye los dominios humanísticos. La comunicación es (o debería ser) un objeto privilegiado de prácticamente todas las ciencias y/o disciplinas sociales o humanas, puesto que no hay probablemente nada humano ni social, que no pueda entenderse mejor sin tomar en cuenta la comunicación entre los humanos.(1) Las investigaciones empíricas autorreflexivas, sistematizaciones documentales y recuentos bibliográficos que conocemos sobre las investigaciones "de la comunicación" en América Latina, muestran que la inmensa mayoría de los estudios han tenido como objetos privilegiados a los medios de difusión masiva. (2) Pero investigar a los medios y/o las llamadas industrias culturales no es necesariamente "investigar la comunicación": Las dimensiones propiamente comunicacionales, los procesos de producción y "puesta en común" de sentido, han sido más que escasos en los inventarios sobre la indagación (Sánchez Ruiz, 1999). Los medios son la síntesis de múltiples dimensiones: cuando los medios de difusión son analizados en su operación como industrias culturales, produciendo y haciendo circular mercancías, se hace investigación económica, o en su caso, de economía política (Sánchez Ruiz 1992). Cuando se analiza el papel de los medios como actores políticos y en los procesos electorales, el énfasis es en los medios como actores políticos: es un objeto de ciencia política. (3) O pueden ser examinados como organizaciones complejas, para lo que ayuda la perspectiva de la sociología de las organizaciones, la sociología de las profesiones, el análisis institucional, etc. (Sánchez Ruiz 1992). El enfoque que ha prevalecido en los análisis latinoamericanos de medios ha sido el político (Marques de Melo 2002).

Los medios son objetos complejos, que operan socialmente desde diversas dimensiones (económica, política, cultural, social, tecnológica, organizacional, profesional, etc.), articuladas en un mismo entramado histórico social, que se desenvuelven en el transcurrir del tiempo histórico (Sánchez Ruiz, 1992). Si a esto sumamos que muchos de los objetos de estudio de, por ejemplo, los llamados estudios culturales, son procesos sociales complejos, debemos llegar nuevamente a la conclusión de que la llamada comunicación es un cruce de múltiples caminos: Posiblemente la formulación de Wilbur Schramm (1973) en los sesenta, de que el campo de la comunicación es más que nada una encrucijada, a la que potencialmente pueden concurrir y contribuir todas las ciencias sociales y humanas, siga teniendo vigencia. (4)

Todo esto implica la necesidad de que los estudios sobre comunicación social, o sobre medios de difusión e industrias culturales, así como los "estudios culturales" que se convirtieron durante la última década del siglo pasado en el enfoque hegemónico sobre el campo académico, deben ser inter-, multi- y transdisciplinarios (Vassallo de Lopes 2002; Mattelart y Neveu 1997; Mato, 2001; Follari 2002). Hay propuestas interesantes de "postdisciplinarización" (Fuentes Navarro 2002), pero en la medida en que el prefijo "post" connota muy fuertemente "superación", o "dejar atrás" (a lo que modifica el prefijo, en este caso a la disciplina), no entenderíamos cómo dejar atrás algo que nunca en realidad ha existido (una "ciencia de la comunicación" o una disciplina "comunicológica", o algo así, que al "postdisciplinarizarse" se disuelve en una ciencia social genérica). (5) Pero si la comunicación nunca ha sido una disciplina, sino ese objeto-encrucijada multidimensional que siempre ha necesitado de la inter- y transdisciplina, no se puede "desdisciplinarizar". Otro problema con las formulaciones "post" es que con mucha frecuencia soslayan o confunden qué tanto lo son en términos descriptivos, sobre procesos que ya están ocurriendo, con respecto a lo que tienen de proyecto, o propuesta de origen ético, utópico, etc. (6) Sin embargo, en la medida en que este tema se desligue de las modas "posmodernas" y se siga articulando una propuesta (que tendría que ser más que nada epistemológica y metodológica, pues ya nadie cree que una sola teoría-por muy "postdisciplinaria" que sea-pueda dar cuenta de todo), podría de ahí surgir un enfoque fructífero para guiar la investigación empírica. (7) Ojo: si bien no hay disciplina, si hay campo, (8) en un sentido mássociológico que epistemológico: tenemos objetos de estudio (todo el dominio de la comunicación social, los medios, etc.,) y una comunidad que se interesa de manera sistemática por los mismos. De hecho, consideramos que este es un tema primordial para la agenda: la continuación de una discusión fundamentada sobre el estatuto epistemológico de las llamadas "ciencias de la comunicación", sobre su estatuto disciplinar, su relación con otros dominios científicos, etc. (Vassallo de Lopes, y Fuentes Navarro 2002; Martín Barbero s/n).

Lo que usualmente llamamos "campo académico" de la comunicación está constituido por varios "subcampos", que no necesariamente se han desarrollado en forma articulada (Galindo y Luna 1995). En primer lugar, preexisten al campo académico los dominios profesionales de la comunicación. Estos fueron el "referente empírico" y fuentes de demanda social para la emergencia de la enseñanza universitaria del periodismo, que posteriormente coexistiría-ya como subcampo académico-con el de la investigación. Con posterioridad se generaron más o menos explícita y articuladamente las actividades de extensión universitaria relacionadas con la comunicación y las de vinculación (articulaciones explícitas ya no solamente a través de los mercados de trabajo, sino por ejemplo, mediante la prestación de ciertos servicios como la investigación aplicada hecha desde la universidad, para el sector privado, o para otros sectores como organismos no gubernamentales, para o el gobierno mismo, etc.). De todas estas, las subáreas centrales del campo académico son la de la enseñanza y la de la investigación.

El primero de los campos profesionales de la comunicación que surgió en todos nuestros países fue el periodismo y necesariamente la primer articulación fue de la docencia universitaria con el mismo. Los recuentos sobre el desarrollo de nuestro campo académico muestran que, precisamente, las primeras escuelas "de comunicación" lo fueron de periodismo (Fuentes Navarro 1992; Marques de Melo 1998; Fuentes Navarro 1998). Después, los medios crecieron y se diversificaron (y algunos de ellos incluso dejaron de ser "propiamente de comunicación"; Sánchez Ruiz, 1999), y así lo hicieron los estudios profesionales en las escuelas que ya para los años sesenta se denominaban con algún nombre relacionado con las "ciencias de la comunicación". Algunos de los investigadores actuales del campo, posiblemente la mayoría, primero estudiamos una licenciatura que básicamente nos habilitaba profesionalmente como comunicadores y posteriormente hicimos estudios de posgrado-no necesariamente en comunicación-que nos habilitaron más bien como investigadores (de hecho, algunos incluso sostenemos que "estudiamos para investigadores"), a fin de hacer buenos estudios sobre la comunicación, los medios, las mediaciones, etcétera. (9)

Esto vino ya en un período más reciente, durante el cual nos hemos ido profesionalizando como investigadores o, quizás más ampliamente, como académicos. En los años sesenta se comenzó a abrir el espectro de áreas de aplicación de "saberes comunicacionales" a partir de desarrollos en los campos de trabajo y de la invención de las ciencias de la comunicación.

El primer período al que nos referimos fue netamente pragmático. La educación universitaria se diseñaba estrictamente para profesionalizar periodistas y otros comunicadores, usualmente empleados de los medios de comunicación. Había un acoplamiento más o menos simple y directo entre esta oferta de educación superior y las demandas del campo profesional. En los sesenta surge un nuevo modelo, humanístico, con las "ciencias de la comunicación" (Fuentes Navarro, 1998). Durante esa década, llegan también investigadores estadounidenses a Latinoamérica a realizar indagaciones empíricas para "modernizar a los campesinos", como por ejemplo Everett Rogers en Colombia, o más en general, aparece la influencia empirista como modelo para la investigación científica, durante la primer época de CIESPAL (10) (Sánchez Ruiz, 1988; Fuentes Navarro 1992). Paradójicamente, casi al mismo tiempo llega una suerte de reduccionismo cientificista en el empirismo norteamericano en la investigación, y surge un universalismo humanista, a partir de universidades católicas, principalmente jesuíticas (Sánchez Ruiz 1988). Coexisten entonces estudios de comunicación basados en el primer modelo, pragmático (al que en lo investigativo apuntalaba el empirismo), con el nuevo modelo humanístico, de bases filosóficas y literarias. Este nuevo modelo propiciaba un alejamiento crítico de la operación cotidiana de los medios, desde un plano más bien filosófico (el comunicólogo como "intelectual"; Sánchez Ruiz 1988; Fuentes Navarro, 1998).

Desde mediados de los

...

Descargar como (para miembros actualizados) txt (28 Kb)
Leer 16 páginas más »
Disponible sólo en Clubensayos.com