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LA CRISIS GENERAL DE LA ECONOMÍA EUROPEA EN EL SIGLO XVII.

Jacobo Reyes SalinasDocumentos de Investigación6 de Julio de 2016

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LA CRISIS GENERAL DE LA ECONOMÍA EUROPEA EN EL SIGLO XVII

En el siglo XVII la economía europea atraviesa la última fase de la transición general de la economía feudal a la economía capitalista, en el año 1300 cuando ya se daban cuenta que la sociedad feudal iba mal. El siglo XIV comenzaba a tener algunos vestigios de revolución burguesa e industrial en Toscana, Flandes, en comienzos del siglo XVI en Alemania. Pero fue hasta el siglo XVII que realmente se vieron los cambios.

Las sociedades burguesas avanzaron sin problema pero las primitivas sociedades de esta clase nunca alcanzaron el éxito total que las revoluciones anunciaron.

Es por esto que la crisis del siglo XVII difiere de las que le precedieron en que condujo a una solución tan fundamental de los problemas que se habían opuesto anteriormente al triunfo del capitalismo, como ese sistema lo permitiría. Al comenzar el siglo XVI se inauguró en Europa una fase de auge y expansión económica. Las exploraciones marítimas hacia América y Oriente habían creado, por primera vez en la historia del mundo, las condiciones necesarias para el establecimiento de un sistema mercantil amplio integrado, en el que los diferentes productos podían ser intercambiados y consumidos entre zonas muy distintas.

     A su vez, dentro de Europa las relaciones entre campesinos y nobles cambiaron: el tributo que los campesinos estaban obligados a entregar a los señores feudales se fue dejando de hacer en productos, como en la Edad Media, y comenzó a ser entregado en dinero. De esta manera, se generalizaron las transacciones monetarias y el dinero comenzó a circular en mayores cantidades. A la vez, los campesinos podían utilizar sus escasas ganancias para la compra de bienes de consumo, como vestidos y otras mercancías. Sin embargo, este clima de prosperidad se esfumó cuando ciertas características de las estructuras europeas comenzaron a demostrar su agotamiento.

Pruebas de una crisis general

Durante los siglos XIV y XV, con la crisis feudal, se sostuvo la idea de que una crisis general equivale a una regresión económica, pues hubo una regresión considerable a lo largo del siglo XVII, el Mediterráneo paró de ser el más importante centro de influencia económica y política, cultural para convertirse en un “pantano empobrecido”. También las potencias ibéricas tuvieron su retroceso, tales como Italia y Turquía. Sin embargo Venecia estaba a punto de convertirse en un centro turístico.

En Polonia, Dinamarca y el Hansa declinaban. Pese a que el poder y la influencia de los Habsburgo austriacos aumentaron, sus recursos siguieron siendo escasos y su estructura política y militar débil, aun durante el periodo de su mayor gloria, a comienzos del siglo XVIII. Por otra parte las potencias marítimas y sus dependencias, Inglaterra, las Provincias Unidas, Suecia, como así también Rusia y algunas zonas de Suiza, más bien parecían avanzar que estancarse, mientras Inglaterra daba la impresión de avanzar decididamente. Después de 1680 impera en las discusiones una atmosfera sombría y critica aunque las condiciones durante la primera mitad del siglo fuesen excelentes. Es posible que, durante algunas décadas, a mediados del siglo, las ganancias obtenidas en el Atlántico no alcanzasen a compensar las pérdidas del Mediterráneo, Europa Central y el Báltico, estando el producto de ambas zonas en estado de estancamiento o quizás declinación. Pero lo que importa es el decisivo avance en el progreso del capitalismo que resultó de ello.

Las cifras de la población europea apuntan, en algunos casos, una declinación, en otros una nivelación o una pequeña meseta entre las pendientes de la curva de población de fines del siglo XVI hasta el XVIII. Excepto los Países Bajos, Noruega, tal vez Suecia y Suiza, algunas zonas locales no registraron grandes aumentos de población. Por ejemplo España era sinónimo de despoblación, Italia, Alemania y en el este de Francia. La mortalidad fue mayor que en los siglos XVI y XVII desde el siglo XIV se registró durante todo un siglo un porcentaje mayor de enfermedades epidémicas.

Se ignora que sucedió con la producción pues algunas zonas se desindustrializaron, sobre todo Italia que en ese entonces se conocía como el país más industrializado y urbanizado de Europa, lo mismo que con Alemania, partes de Francia y Polonia. En otros lugares como Suiza se produjo un rápido desarrollo industrial.

Mientras que con el comercio la crisis fue más general, el Mediterráneo y el Báltico sufrieron una revolución. Con respecto al siglo XIX no se puede medir el malestar en los negocios basándose simplemente en los datos de comercio y producción.

Se acepta que el siglo XVII fue un siglo de “revuelta social”, en Europa Occidental como Oriental.

Las causas de la crisis

La sociedad feudal estaba llegando a su fin, dando paso al capitalismo. Esto trajo consecuencias notorias para el modo de producción de ese entonces; hubo una división social del trabajo muy elaborada, deseando incrementar la productividad y la fuerza social de trabajo debió ser restituida radicalmente. Existirá un límite para el beneficio capitalista y escasos incentivos para llevar la producción masiva.

Las condiciones para el cambio de una economía feudal a una capitalista están muy marcados pero se debe tener claro que no pueden ser los mismos siempre, también hay que tomar en cuenta que los siglos en que se desarrolla esta crisis son en los años 1000 y el 1800, por ejemplo en esta crisis el radio de expansión capitalista se encontrará limitado por la preeminencia general de la estructura feudal de la sociedad, es decir, por el sector rural predominante o tal vez por alguna otra estructura que “inmovilice” tanto el potencial trabajo-fuerza y el excedente potencial de los bienes producidos en forma capitalista, tales como la prevalencia del espíritu tribal o la producción de mercancías menores. En tales condiciones, tal como lo demostró Marx en el caso de la empresa mercantil los negocios pueden adaptarse a operar dentro de un marco en general feudal, aceptar sus limitaciones y la peculiar demanda de sus servicios, convirtiéndose, en cierto sentido, en parasitarios de éste. La expansión capitalista es ciega.

Debe de haber por lo menos producción masiva en vez de producción destinada a lograr un máximo beneficio, pero no necesariamente grandes beneficios por cada venta.

Una de las dificultades fundamentales del desarrollo capitalista en sociedades que mantienen a la masa de la población fuera de su ámbito (de manera que no son ni vendedores de la fuerza de trabajo ni verdaderos compradores de mercancías) consiste en que a corto plazo los beneficios de los tipos de producción capitalista realmente “revolucionarios” son menos atractivos que los del otro tipo sobre todo cuando implican grandes inversiones de capital. También resultaba factible realizar cierta subdivisión  social sin perturbar la estructura fundamentalmente feudal de la sociedad, como la urbanización en algunos lugares de Europa.

Los campesinos franceses en los siglos XVI y XVII prácticamente no usaban dinero sino para transacciones con el Estado, no se especializaban en el menudeo como sucedía en distintas ciudades alemanas hasta finales del siglo XVI, también hubo cambios en la vestimenta y en los enseres domésticos pero estos sólo sucedieron en una clase reducida que podía costear estos tipos de lujos, pero sin un cambio en la estructura general o sin una revolución en la sociedad rural ésta estaba limitada o creaba sus propios límites; cuando los encontraba, entraba en un período de crisis.

Sin embargo la expansión de los siglos XV y XVI no perteneció fundamentalmente a este tipo y por lo tanto creó su propia crisis  tanto en el mercado local como el ultramarino. Los hombres más ricos y poderosos en la sociedad feudal no pudieron superar esta crisis por su incapacidad de adaptación.

Muchos propietarios se interesaron por comercializar lo que se producía en sus tierras. Esto los llevó a introducir innovaciones técnicas para aumentar la productividad. En muchos casos los adelantos técnicos provocaban desocupación, ya que reducían la necesidad de mano de obra. Por lo tanto, gran cantidad de campesinos se vieron obligados a abandonar sus tierras, condenados a refugiarse en los bosques o a emigrar a las ciudades para hallar un modo de subsistencia.

La especialización de los “capitalistas feudales”: el caso de Italia

Italia sufrió las consecuencias más notables de esta crisis, lo que hace que se ponga en evidencia la debilidad del capitalismo ante la sociedad feudal. Los italianos controlaban, en el siglo XVI las masas más importantes de capital pero la inversión que hicieron con este fue desastroso; el capital lo inmovilizaron en construcciones y lo despilfarraron en préstamos extranjeros durante la revolución de precios lo que obviamente favoreció a los deudores, también dejaron de lado la producción manufacturera para seguir con diversas formas de inversión inmobiliaria. Posiblemente el fracaso que tuvo Italia en la industria manufacturera contra Holanda, Inglaterra o Francia se deba a este desvió de recursos.

Sin embargo, tiene además que, los reformadores italianos habían puesto sus esperanzas en el emperador contra el Papa. Se basan para ello en la política de Carlos V hacia el papado y en las críticas de los documentos imperiales que acusaban al Papa de actuar como político y no como pastor. Es verdad que casi con toda seguridad el emperador no fue responsable personalmente de este asunto; no obstante la reconciliación del Papa con el emperador en 1529 llegaba demasiado tarde. Por consiguiente, la parte europea del Imperio queda dividida en conjuntos donde la administración se volvió autónoma. No por esto se debe creer que esta transformación fue radical, en cuanto a los ideales políticos, ya que estas tendrán su aparición más pausadamente   y donde más radical se llevará a cabo será en el terreno administrativo. De aquí, derivaría el problema que surge enfocado a una debilidad política en Italia. Además de ésta, viene acompañada por una debilidad militar, que podemos deducir que fue por la falta de pagos a los ejércitos, y a causa de no poseer más tropas mercenarias mandadas por los condottieri, que producían esa fuente de la riqueza y el poder. Por consiguiente, no deberíamos asombrarnos mucho acerca que Italia fuera a lo largo del siglo XVI un “cacharro” lo que hace que frente a otras potencias, como España y Francia que aprovecharan esta debilidad. Sin embargo consiguió mantenerse a “flote” gracias a Venecia, los Estado Pontificios y en alguna medida la Toscana; los únicos Estados que salvaguardaron su independencia.

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