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LA IMPORTANCIA DEL CAFÉ PARA LA ECONOMIA COLOMBIANA


Enviado por   •  10 de Abril de 2016  •  Informes  •  1.582 Palabras (7 Páginas)  •  897 Visitas

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LA IMPORTANCIA DEL CAFÉ PARA LA ECONOMÍA COLOMBIANA DESDE SUS INICIOS HASTA 1930

La llegada del café a Colombia ha sido muy importante para la economía del país, ya que  todos los agentes económicos que han participado en la historia cafetera como: individuos, organizaciones, instituciones; tomaron decisiones sobre la circulación de su capital o el despliegue de su fuerza de trabajo en un contexto marcado por una profunda tensión entre separarse e irse a donde la tasa de remuneración fuera más elevada. El cultivo del café en esa época se convirtió en un factor importante de las resistencias y sumisiones frente al poder político, y consolidó expresiones de identidad regional y política en el país.

Entre 1850-1910 la geografía cafetera influye considerablemente en la identidad regional y en los controles del poder político que se manifiestan en los departamentos productores. Durante estos años los hacendados se dedicaron a cultivar y producir el café en sus regiones de procedencia. Se fue dando poco a poco el fundamento para una iniciativa exportadora dependiente de hacendados terratenientes. El capital comercial provenía de la minería y el tabaco, y en principio se usaba para la compra de la tierra y luego para el cultivo del café. Estos hacendados enfrentaron grandes riesgos con sus inversiones; internamente las guerras civiles, las hipotecas y las devaluaciones llegaron a significar un desafío tan grande como la inestabilidad de los precios internacionales. El resultado fue la diversificación de la industria con un fuerte énfasis en el mercado interno, los hacendados que sostenían la especialización en los cultivos de café terminaban arruinando sus capitales. Los riesgos de los capitales obligaban incluso a seleccionar a los inversionistas así como el tamaño de las inversiones.

El negocio cafetero comprendido por el tamaño y localización geográfica no llegaba a modificar las relaciones sociales, sino que se adaptaba a las mismas. La esperanza creada por los mercados internacionales tuvo efecto sobre la composición de identidades sociales en un mundo lento, de tipo rural. La economía se volvió monetaria, la tierra adquirió valor; se abrieron carreteras y prosperó el pequeño comercio, lo cual trajo cambios, un ciclo de transformaciones sociales propias de la historia económica. Los hacendados cafeteros adquirieron posición social y poder político, el mundo mercantil se abrió paso, y el comercio empujó transiciones importantes para la industria cafetera.

Estos cambios sociales provocaron la existencia de pequeños cultivadores de café que se situaron en lugares aledaños. La economía cafetera se encargó de contribuir a desplazar las jerarquías sociales y procesar movimientos de abajo hacia arriba del campesinado. Todo sucedió sin desarraigar las condiciones de los pequeños cultivadores ni lanzarlos como una fuerza de trabajo por fuera de su medio. Todo esto sucedió cuando la producción cafetera se abrió paso con la colonización de nuevas tierras, durante el período comprendido entre 1851 y 1870. Una colonización que evolucionó juntamente con transformaciones sociales del centro del país. Una gran diversidad en la propiedad y en las organizaciones productivas permitió la coexistencia pacífica de múltiples sistemas de apropiación y distribución de los excedentes monetarios, tanto dentro de la hacienda como en el resto de la economía colombiana. Una geografía regional que, además, sumó nuevos aspectos al avance económico en la medida en que sus fuentes básicas, población y recursos eran desiguales. En 1900, Colombia era un país predominantemente rural; ningún centro urbano con excepción de Bogotá, tenía un tamaño superior a los cincuenta mil habitantes. En la capital se concentraba el 2,5 % de la población del país. Sin embargo, a partir de 1918 el crecimiento demográfico de los grandes municipios aumenta, y éstos elevan su participación en la población total del país. La expansión de la frontera agrícola, en particular la cafetera, la mejora de la infraestructura de transportes, el aumento de las exportaciones de café, el impulso de la industrialización, el fenómeno de la urbanización, los intentos de reformar la institucionalidad para el manejo de la economía y la organización sindical, marcaron la ruptura económica. Crearon junto con los cambios políticos y los internacionales, el marco para los acontecimientos que, en todos estos frentes, se darían en la década de los años veinte en el país.

En el siglo XX se evidencian unos cambios económicos que son de enorme trascendencia para Colombia, ya que la economía empieza a crecer a un ritmo del 5 % anual, que se mantiene hasta 1920, y se aceleraría en los años siguientes al 7 % anual en promedio; esta década fue la de mayor expansión económica en Colombia. En ese tiempo haciendo una comparación con un grupo de países de América Latina (Argentina, Brasil, Chile, México y Venezuela), se encuentra que a Colombia, en conjunto y en promedio, le fue mejor que a este grupo; en los primeros treinta años del siglo. Esto fue por la expansión del café que, a partir de 1870, empieza a extenderse geográficamente por el país, en este año se dio un cambio fundamental en la economía colombiana; de tener como base el oro, la mula y el tabaco, pasó a ser dominada por el café, el ferrocarril y los bancos. La expansión del cultivo del café y de las exportaciones del grano tuvo un impacto positivo en la conformación de un mercado interno para los diferentes productos de la agricultura, la ganadería y la industria manufacturera. Los ingresos de divisas originados en la exportación del grano y el aumento del poder de compra de los caficultores fueron definitivos para impulsar la inversión, el crecimiento económico, y para crear un mercado nacional de bienes y servicios. La exportación del café requería una infraestructura de transportes; la que existía era precaria, en particular la red ferroviaria. En la segunda década del siglo XX entró en operación el Canal de Panamá y se completó la construcción del ferrocarril Cali-Buenaventura. En consecuencia, se redujeron los costos de transporte y se facilitó la exportación de café. Adicionalmente, la mayor actividad económica exigía un sistema de pagos más eficiente que el existente bajo el régimen de banca libre, por lo cual, a fines de los años diez, se comienzan a elaborar las propuestas para una reforma financiera e institucional que impulsara el crecimiento de la economía. Estos primeros intentos habrían de desembocar en la gran reforma institucional para el manejo de la economía, inspirada en la primera Misión Kemmerer, que se materializó en 1923 con la creación del Banco de la República, como un banco central de emisión y reserva, con la organización de la Superintendencia Bancaria y la aprobación de la ley bancaria; con la creación de la Contraloría General de la República, y con el refuerzo de las funciones del Ministerio de Hacienda al organizarse la Dirección de Presupuesto, porque la reforma institucional no se limitó al sector bancario sino a establecer un engranaje que permitiera un control fiscal eficaz, con presupuestos balanceados, ya que el desequilibrio fiscal podría llevar al desequilibrio monetario y, por lo tanto, al eventual abandono del patrón oro. El café fue la fuerza motora de la actividad económica en las primeras dos décadas del siglo XX y, en tal calidad, factor esencial tras los cambios políticos, sociales e institucionales que habrían de tener lugar en los años veinte. Entre 1910 y 1930 la región del Viejo Caldas se convirtió en el primer productor cafetero del país, desplazando a los departamentos tradicionales, lo mismo que a Antioquia. La expansión del cultivo del grano en esta zona del país tendría una peculiaridad bien notable. Se basó en fincas cafeteras de mediano y pequeño tamaño, trabajadas por quienes se habían asentado en estas tierras, que vendían el café directamente a las empresas comercializadoras del grano. Los grandes hacendados de Cundinamarca y el Tolima le compraban o recibían a los arrendatarios y colonos el café para, después colocarlo en el exterior. La diferencia tendría repercusiones en la extinción de las haciendas en los años treinta. Las consecuencias de toda índole de este fenómeno se sentirían con fuerza en el país entre los años veinte y los ochenta del siglo XX. Una de ellas fue la de impulsar la industrialización, que apenas despuntaba incipientemente, con el siglo, en Medellín, Bogotá y Cartagena. Ésta, a su turno, trajo consigo el inicio de la urbanización.

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