LA REVOLUCIÓN INDUSTRIAL
juandossaTesis20 de Junio de 2014
2.672 Palabras (11 Páginas)375 Visitas
LA REVOLUCIÓN INDUSTRIAL
LAS CONDICIONES DE VIDA DE LOS OBREROS EN GRAN BRETAÑA
El desarrollo de la urbanización, y también de la industrialización, en Europa, en la primera mitad del siglo XIX, tuvo consecuencias sobre las condiciones de vida de los trabajadores. La gran mayoría de éstos apenas lograban subsistir, acosados por el hambre y las epidemias. Muchos de estos trabajadores pobres eran artesanos que ejercían su oficio de manera independiente, trabajadores domiciliarios o empleados en pequeños talleres. Pero a medida que avanzó la industrialización creció el número de obreros empleados en las fábricas mecanizadas. Este proletariado industrial se fue transformando en el sector más numeroso entre los trabajadores urbanos. La vida miserable que llevaba la mayoría de ellos se agravaba ante la amenaza permanente de la desocupación.
Los trabajadores empobrecidos, que no lograban satisfacer sus necesidades básicas, comenzaron a buscar formas para mejorar su vida cotidiana. Sobre todo en los primeros tiempos, buscaron soluciones en forma individual. Pero, al poco tiempo, empezaron a organizarse tras una solución colectiva.
Una salida de tipo individual consistió en tratar de ascender socialmente, tomando como ideal el modo de vida de la burguesía. Algunos trabajadores pensaron que una vida austera y el esfuerzo personal era la forma de mejorar su posición social.
Sin embargo, el camino del progreso económico era muy difícil de transitar para quien no contaba con un mínimo de capital para invertir. Fuera de Inglaterra las posibilidades de progreso económico eran aun menores.
Aunque ENGELS en su obra Situación de la clase trabajadora en Inglaterra (1848) denunció el empobrecimiento de los obreros y la acumulación de beneficios de los empresarios, los aspectos sociales de la Revolución Industrial no fueron debidamente estudiados ni debatidos hasta nuestro siglo. ¿Mejoró el nivel de vida de los obreros o la industrialización produjo problemas nuevos y más graves?
A esta cuestión han dedicado atención los más grandes historiadores británicos. Los debates han resultado fecundos y polémicos, así que a los efectos de dilucidar si efectivamente mejoró o empeoró con la industrialización el nivel de vida obrero ha de prestarse atención a una serie de indicadores básicos. Elegimos cuatro: alimentación, vivienda, salud y trabajo de los niños.
a) Alimentación. Más de la mitad de los gastos de la familia obrera se invertían en comida, y de este capítulo la mayor parte se destinaba a pan. Con la industrialización disminuyó el consumo de pan y apareció como artículo sustitutorio otro más barato, la patata. Hoy consideramos positiva esta diversificación de los alimentos, pero en aquel momento se consideró un empobrecimiento.
El consumo de carne aumentó lentamente, pero todos los estudios indican que mientras abundaba en las mesas pudientes no comparecía casi nunca en las pitanzas humildes. El azúcar pasó de una media de 19,12 libras entre 1800-1809 a 17,83 entre 1820-1829. A partir de 1800 aumentó el consumo de cerveza, pero se trata de una forma de compensar el sudor en trabajos pesados -minería, descarga, etc.-y se convirtió en hábito que degeneró en alcoholismo.
b) Vivienda. Sobre la vivienda se realizaron excelentes estudios en plena industrialización. Inicial-mente las humildes viviendas de ladrillo supusieron una mejora con respecto a las que ocuparon los inmigrantes del período pre-industrial. Pero se produjeron dos fenómenos negativos: hacinamiento (varias famillas en una sola vivienda) y envejecimiento (en pocos años se deterioraron de forma irreversible). El problema atañe sobre todo al urbanismo. Se formaron barrios insalubres, los slums, donde no sólo la vivienda era pobre sino que carecían de servicios y en los que hablar de áreas de esparcimiento era como mentar un paraíso coránico. En réplica a Ashton, Thompson ha destacado que las condiciones infrahumanas se dieron sobre todo en barrios de inmigración irlandesa de aglomeraciones industriales: Liverpool, Manchester, Leeds, Bradford.
c) Salud. Con respecto a la salud, los datos del Primer Informe del Registro General (1839) muestran que la tisis, enfermedad relacionada con condiciones de pobreza y hacinamiento, alcanzaba el veinte por ciento de la mortalidad total. Otro fenómeno terrible era la mortalidad infantil. En Manchester la mitad de los niños de familia humilde morían antes de cumplir los cinco años. Tanto la mortalidad infantil como la general eran más altas en las familias trabajadoras. Con punzante juicio escribe Thompson: «No hay razón para suponer que los niños moribundos o las enfermedades se repartieron más equitativamente que la carne o la ropa de abrigo».
d) Trabajo de los niños. Sobre el trabajo de los niños y sobre los efectos nocivos para su salud y desarrollo se ha escrito mucho. CLARK NARDINELLI (Child Labor and the Industrial Revolution. Indiana University press, 1990) ha intentado una revisión, arguyendo que no todos los problemas de la infancia pueden ser atribuidos a la industrialización.
Pero los argumentos de Thompson no parece que hayan sido desmontados. Porque los niños no sólo realizaron trabajos inapropiados sino que la misma naturaleza del trabajo industrial, monótono, siempre igual, alteraba su psiquismo. Incluso de los datos que proporciona Nardinelli, un salario infantil mucho más elevado en las minas, se puede deducir que las familias más necesitadas tenían que enviar a sus hijos precisamente al sector que les resultaba más perjudicial.
Habría que considerar otros indicadores: vestido, nivel de empleo, educación. No harían otra cosa que reforzar la tesis, no aceptada por los historiadores, de que para los sectores inferiores de la pirámide social la Revolución Industrial, al menos en su primera fase, hasta 1830, no supuso mejoras en sus condiciones de vida sino que generó nuevos y graves problemas. . http://www.portalplanetasedna.com.ar/vida_obreros.htm
Las condiciones de trabajo: Condiciones de trabajo muy duras.
Son numerosos los informes, libros y folletos que denuncian la situación de la clase obrera. En ellos se constatan los males que comportaba para la población obrera la industrialización y el proceso de explotación capitalista al que se veían sometidos por la ausencia de leyes que les protegiesen. El afán del empresario por obtener beneficios llevaba a la reducción de costes vía reducción de salarios, hasta llegar a la ley de bronce de los salarios de David Ricardo y que consistía en igualar salario nominal y real en niveles de subsistencia.
Durante el siglo XIX las condiciones de trabajo tuvieron una serie de pautas comunes:
→ Largas jornadas laborales. Entre 14 y 16 horas.
→ Disciplina estricta (castigos corporales, sanciones económicas).
→ Supresión de descansos dominicales y festivos.
→ Despidos frecuentes.
→ Inexistencia de pensiones por enfermedad.
→ Ausencia de derechos laborales o sindicales.
→ Condiciones insalubres en la fábrica (humedades, altas temperaturas, escasa luz, polvo de algodón) que conllevan enfermedades, tuberculosis… El lugar de trabajo aparece definido en la novelas de Charles Dickens.
El trabajo infantil y femenino.
La mujer ha sido la gran olvidada como protagonista de la Revolución Industrial. La causa por la que en las estadísticas sólo aparece que ¼ de las mujeres trabajaban en el sector industrial es porque los censos presentaban muchas lagunas al no incluir las casadas o aquellas que trabajaban en oficios prohibidos, como en el sector minero.
En el sector textil fue donde trabajó el porcentaje más elevado. Una de las causas de la capitalización del sector fueron los bajos salarios de las mujeres y niños. La nota más trágica fue la prostitución como consecuencia del hambre, que fue una constante en el mundo laboral.
La mayoría de las mujeres trabajaron en el textil, el servicio doméstico o en tareas agrícolas, aunque también en las minas. Los salarios de las mujeres eran sustancialmente inferiores a los de los hombres (aproximadamente la mitad), y el de un niño pequeño, de 8 a 12 años, era la cuarta parte que el de un hombre, algo menos aún que el de la mujer.
El trabajo infantil fue muy importante para equilibrar la escasa economía familiar obrera, siempre al nivel de subsistencia. Niñas y niños tenían largas jornadas de 14 horas diarias, que a veces llegaba a 18, y percibían míseros salarios. La asistencia a la escuela era imposible y si se producía con aprender a leer y escribir ya era suficiente. La sociedad burguesa veía con buenos ojos el trabajo infantil (el hambre no es cosa que trate la moral, es su peor enemigo al ponerla siempre en cuestión).
La legislación protectora de la infancia fue escasa y se aplicó sin demasiado interés. Aunque las primeras legislaciones prohibicionistas datan de 1833 sólo a partir de mediados del siglo XIX se puede hablar de cierta mejora, con todo, la explotación de menores fue una constante del capitalista (y todavía hoy) hasta bien entrado el siglo XX. http://mundocontemporaneohistoriayproblemas.blogspot.com/2013/02/condiciones-de-vida-y-trabajo-de-la.html
...