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LA REVOLUCIÓN MUNDIAL


Enviado por   •  9 de Marzo de 2014  •  Tesis  •  1.587 Palabras (7 Páginas)  •  224 Visitas

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ISTORIA DEL SIGLO XX

Capítulo II

LA REVOLUCIÓN MUNDIAL

La revolución fue hija de la guerra del siglo XX: de manera particular, la revolución rusa de 1917 que dio origen a la Unión Soviética, convertida en una superpotencia cuando se inició la segunda fase de la guerra de los Treinta y Un Años, pero más en general, la revolución como constante mundial en la historia del siglo.

El viejo mundo estaba condenado a desaparecer, con el la vieja sociedad, la vieja economía, los viejos sistemas políticos. La humanidad necesitaba una alternativa que ya existía en 1914: los partidos socialistas los cuales se apoyaban en las clases trabajadoras y se inspiraban en la convicción de la inevitabilidad histórica de su victoria.

Fue la revolución rusa, o sea la revolución bolchevique de Octubre de 1917 la que lanzó esa señal al mundo, convirtiéndose así en un acontecimiento tan crucial para la historia del siglo XX como lo fue la Revolución Francesa en el siglo XIX.

I.

El comunismo soviético pretendió ser un sistema alternativo y superior al capitalismo, destinado por la historia a superarlo. A medida que avanzaba el siglo XX, la política tenía la imagen mundial de un enfrentamiento entre las fuerzas de dos sistemas sociales antagónicos y fue haciéndose cada vez más irreal. Su finalidad no era instaurar la libertad y el socialismo en Rusia, sino llevar a cabo la revolución proletaria mundial

Desde 1870 la Rusia zarista estaba madura para una revolución pero es un hecho que de 1905 1906 la revolución puso de rodillas al zarismo. La revolución de marzo de 1917, que derrocó a la monarquía rusa, fue un acontecimiento esperado, recibido con alborozo por toda la opinión política occidental, si se exceptúan los más furibundos reaccionarios tradicionalistas. La revolución rusa no podía ser, y no sería, socialista ya que no se daban las condiciones para una transformación de esas características en un país agrario marcado por la pobreza, la ignorancia y el atraso y donde el proletariado industrial, era una minoría minúscula, aunque gozara de una posición estratégica. Marx creía, que la revolución rusa podría ser el detonador que hiciera estallar la revolución proletaria en los países occidentales más industrializados.

Sólo existía una complicación ya que si Rusia no estaba preparada para la revolución socialista proletaria, tampoco lo estaba para la <<revolución burguesa» liberal. Existían dos posibilidades: o se implantaba en Rusia un régimen burgués-liberal con el levantamiento de los campesinos y los bajo la dirección de unos partidos revolucionarios que aspiraban a conseguir algo más, o las fuerzas revolucionarias iban más allá de la fase burguesa-liberal hacia una «revolución permanente» más radical. Lenin, que en 1905 sólo pensaba en una Rusia democrático-burguesa, llegó desde el principio a una conclusión realista: no era el momento para una revolución liberal.

La revolución rusa incluso hizo eco en las cartas de las esposas de los campesinos y trabajadores. Después de que la revolución de octubre instalara a los bolcheviques en el poder, se mezclaron los deseos de paz y revolución. Nadie parecía dudar de que la revolución rusa tendría importantes repercusiones internacional. En 1917, Europa era un gran polvorín de explosivos sociales cuya detonación podía producirse en cualquier momento

II.

Rusia, madura para la revolución social, cansada de la guerra y al borde de la derrota, fue el primero de los regímenes de Europa central y oriental que se hundió bajo el peso de la primera guerra mundial. El régimen zarista sucumbió cuando a una manifestación de mujeres trabajadoras se sumó el cierre industrial en la fábrica metalúrgica Putilov, con el propósito de desencadenar una huelga general y la invasión del centro de la capital con el objetivo fundamental de pedir pan.

Cuatro días de anarquía y de manifestaciones espontáneas en las calles bastaron para acabar con un imperio. Las masas de Petrogrado consideraron la caída del zar como la proclamación de la libertad universal, la igualdad y la democracia directa. El resultado fue un impotente «gobierno provisional» por un lado y, por el otro, una multitud de «consejos» populares (soviets). Los soviets tenían el poder en la vida local, pero no sabían qué hacer con él ni qué era lo que se podía o se debía hacer. Los diferentes partidos y organizaciones revolucionarios como los bolcheviques y mencheviques socialdemócratas, los social revolucionarios intentaron integrarse en esas asambleas para coordinarlas y conseguir que se adhirieran a su política.

La exigencia básica de la población más era conseguir pan, y la de los obreros, obtener mayores salarios y un horario de trabajo más reducido. Y el resto de la población rusa que vivía de la agricultura pedía tierra. El lema “pan, paz y tierra “suscitó cada vez más apoyo para quienes lo propugnaban, especialmente para los bolcheviques cuyo número pasó de unos pocos miles

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