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LA VIDA DE GARDEL

12 de Junio de 2013

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Cómo fue la vida amorosa de Carlos Gardel

Por Ricardo Ostuni

PRIMERA PARTE

Isabel del Valle

Fueron muchas las mujeres que dejaron un rastro indeleble en la vida de Carlos Gardel; sin embargo ninguna fue capaz de encender la llama de una inflamada pasión.

César Tiempo ("Así quería Gardel". Bs. As. 1955) escribió a este respecto: «Nunca tuvo pasiones -lo que se llama pasiones- con mujeres del ambiente. No porque las desdeñara, no porque se considerara un ser excepcional en el medio, sino porque aspiraba a separar bien la madera del sámago, a no dejarse engañar por un sentimiento que traía emponchado un deseo subalterno de encaramarse y saltar, aprovechando su prestigio como trampolín.»

Sin ningún esmero literario y quizás sin la debida prudencia, Roberto Maida (Revista Así, Bs. As. 1965) coincide con las afirmaciones de Tiempo: "jamás se le conoció una novia, una amante o simplemente una mujer que lo acompañara en forma permanente y quien diga lo contrario debe estar cerca de la mentira".

No obstante para nadie es desconocida la presencia de Isabel del Valle con quien Gardel mantuviera una curiosa y dilata relación. Cuando se conocieron ella apenas tenía catorce años.

En una playa de Montevideo, junto a la quinceañera

Isabel del Valle y sus tres hermanos menores

Fue en el año 1921. «Carlos me llevaba 20 años justitos pero yo era ya una mujer en mi figura. Además ¿qué importan los 20 años de diferencia? Le confieso que nunca reparé en esos aspectos. Me enamoré perdidamente de Carlos... Y sé que él me amó mucho también, que fui el único amor de su vida a pesar de todos los amoríos que se le adjudicaron.»

NdA: Isabel del Valle: Su nombre completo era Isabel Martínez del Valle, aunque Jacobo A. De Diego (Revista Tango y Lunfardo Nº 56, Chivilcoy 23/6/1990) sostiene que se llamaba Isabel Martínez del Solar. Había nacido en Buenos Aires, en el barrio de Constitución, el 16 de marzo de 1907. Cursó sus estudios primarios en el colegio religioso "Santa Catalina" todavía sito en Brasil y Perú. Su padre, que era ferroviario, falleció cuando ella tenía sólo 6 años de edad. La familia se mudó entonces a las cercanías de Sarmiento y Carlos Pellegrini en cuya misma esquina, una mañana de 1921 Francisco Martino se la presentó a Gardel. Isabel estudió canto con Gianna Russ, aunque nunca tuvo demasiadas actuaciones en público. Curiosamente intervino en el recordado éxito televisivo de Narciso Ibáñez Menta en los años 60, "El Fantasma de la Opera.

A poco de fallecer Gardel se casó con Mario Fattoni con quien tuvo un hijo, radicándose por muchos años en Punta del Este. Murió el 4 de mayo de 1990 a la edad de 83 años en su casa de Villa Ballester.

Los autores uruguayos, Juan Carlos Patrón (abogado) y Víctor Manuel Leites (crítico teatral), escribieron, entre otras, la pieza titulada "La novia de Gardel -crónica de tangos-" inspirada en Isabel del Valle. Su estreno se produjo el 4 de marzo de 1971 en el teatro Verdi de Montevideo siendo su protagonista la actriz Victoria Almeida. En Buenos Aires se la representó el 16 de noviembre de 1983 en "La manzana de las luces" y el 20 de agosto de 1984 en el "Teatro del Plata".

No es esta la opinión de Francisco García Jiménez ("Tiempo de Gardel". Corregidor, 1987) para quien "sus mujeres queridas eran las canciones". Alguna vez Isabel del Valle protestó con parecido argumento: «Carlos sólo estaba casado con el canto.»

¿Qué pensaría Gardel? Un atisbo de respuesta lo encontramos en El Nacional de Bogotá del 18 de junio de 1935. Seis días antes de la tragedia, éste era el diálogo que mantenía con un cronista:

«¿Cuál fue su primer amor?

«-He amado muchas veces en mi vida y conservo de ello gratísimos recuerdos, como que en todos mis amores he sido feliz. En ellos he querido de diferente manera según el temperamento de la chica, las circunstancias y el ambiente. Sin embargo, cada vez que me enamoro creo ser ésta la única ocasión en que verdaderamente he querido.

«-¿Cuál es el tipo de mujer que prefiere?

«-Prefiero las latinas, indudablemente, por ser de mi misma raza y por lo tanto comprender más mi temperamento, pero todas las mujeres atractivas e inteligentes me agradan.»

«-¿Es Ud. partidario del divorcio?

«-Debido a mi carrera no soy partidario del casamiento.»

César Ratti -renombrado actor de la escena nacional a quien Gardel, adolescente, visitaba en su camarín- tiene una opinión confirmatoria. En el curso de una nota aparecida en la revista Sintonía con la firma de Silvestre Otazú, Ratti afirma que Gardel «no era hombre de amores. Mas bien le fastidiaban las mujeres. Era demasiado hombre para desperdigarse virilmente en aventuras que podía tener tantas como quisiera. A él le gustaba la compañía de los hombres. Entre nosotros se sentía cómodo. Y era entre hombres, seguramente, entre quienes pasaba las horas más íntimamente felices de su vida. Ha corrido por ahí la leyenda de la incapacidad amorosa de Carlos. Es falsa. Se encargaron de propalarla las mujeres que no pudieron conquistarlo como se conquista a Don Juan». Y de inmediato agrega que Gardel «es el antidonjuán. Es decir la antítesis del héroe mítico a quien su incapacidad amatoria y su circunstancia sentimental y pasional, le crean una veleidad carnal de tipo femenino. No es hombre de amoríos. En el amor tiene recato, pudor de profunda masculinidad... pero cuando había mujeres, él tallaba solo».

Su dilata relación con Isabel del Valle quizás sea una prueba de ese recato. Gardel jamás publicitó el romance y sólo supieron de él unos muy pocos amigos íntimos.

Despedida antes de partir de gira

un brindis con Isabel del Valle

7 de noviembre de 1933.

Sin embargo hoy, a la luz de las investigaciones y de los documentos conocidos, esta relación no parece tener los ribetes romántico-sentimentales que muchos autores han querido ver. Por el contrario sobran presunciones como para suponer que Gardel se vio obligado a la apariencia formal de este noviazgo por causas muy distintas del amor.

Un año antes de aquel reportaje bogotano, Gardel le escribía a Defino: «Asunto Isabel: Ya te dije que es para mí asunto terminado, definitivamente terminado y así debes considerarlo. Le mandé una carta rajante que espero será la última. Si quieren conservarme como amigo está bien, de lo contrario le corto la respiración sin mandarle más nada. Así debes decírselo, sobre todo a la familia. Te repito que quiero que des por absolutamente terminado este tema y que te hagas eco de mi manera de pensar ante esa gente. A ver si creen que estoy contratado con ellos para toda la vida. Si siguen cargándome se quedarán sin el pan y sin la torta, que elijan». Y en la postdata de esta carta fechada el 23 de abril de 1934, agrega: "Velo a Francisco (Maschio) que siga convenciendo a la preponte Isabel que me deje en paz, que bastante he hecho y hago con dejarle una casa y manteniéndola, se entiende hasta que se acomode, que si tengo que hacer el cretino." (Revista Tanguera, Bs. As. 1965).

A menos de un mes -el 19 de junio-, vuelve a escribirle a Defino para narrarle lo difícil que resulta hacer películas honorables sin elementos en Nueva York, pero desliza un nuevo párrafo harto elocuente de su preocupación por el "Asunto Isabel": «No recibí todavía carta de Doña Braulia, estoy esperando ver lo que pasa. Mi decisión de terminar es firme y no quiero que tengas ninguna clase de contemplaciones con esa gente. Andá viendo si nos conviene arreglar de un saque lo de la casa para quedar después libres de este engorro para siempre...» (id).

La ruptura de su relación con Isabel del Valle fue uno de los temas más conflictivos de los últimos años de Gardel. Ya en 1927, desde Barcelona, le pedía a Razzano que desanimara ese noviazgo, entre otras cosas porque «yo voy a cumplir 40 años y además yo tengo espíritu de dar vueltas todavía».

Cinco años después en una carta sin fecha redactada en Barcelona en papel membrete del Regina Hotel (Agradecimiento al coleccionista D. Héctor Lucci), le escribe a Razzano: «Mirá José, por de pronto hacé que Manuel no vaya más a mí casa... le pedirás a Glusmann de mi parte que me lo ponga de acomodador en algún cine para no dejarlo sin trabajo y a la familia la ayudaré, es decir a Isabel, hasta que se acomoden y si ella quiere trabajar o cualquier recomendación para un empleo, con tantas relaciones que tenemos procurá de hacerlo, eso lo haces poco a poco y sobre todo convenciendo a la madre o a la hermana, no sea cosa que estas hijas de putas vayan a hacerle trastada a mi mamá entonces se me acabará la buena voluntad y haré algunas macanas. Bueno viejo, arreglame este asunto en todo lo que puedas.»

La carta sigue con referencia a otros temas, pero concluye con la firme insistencia: «Te recomiendo el asunto Isabel».

No obstante las amenazas y los exabruptos de Gardel, la ruptura fue imposible. El 16 de octubre de 1934, en el curso de una larguísima carta a Defino, manifiesta la misma y viva preocupación: «Asunto Isabel. Recibí cuatro líneas con protestas de amor y otras tonterías. Pero mi resolución es inquebrantable. Hacéle saber que mi propósito es no volver por muchos años a la Argentina (eso para ella) y que no debe hacerse ninguna

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