LOS CUERPOS ARMADOS DEL SIGLO XIX SOBRE EL TERRITORIO ARGENTINO.
elpampapiojosoEnsayo2 de Julio de 2016
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LOS CUERPOS ARMADOS DEL SIGLO XIX SOBRE EL
TERRITORIO ARGENTINO.
El presente trabajo intentará dar cuenta de cómo a lo largo del siglo XIX en lo que hoy conforma el territorio de la republica Argentina, surgieron, se desarrollaron y participaron de manera activa en la formación del Estado Nacional los llamados “Cuerpos Armados”. Llamaremos “Cuerpos Armados” porque consideramos que otorgarles un nombre propio generalizando el concepto, podría llevarnos a cometer anacronismos o clasificaciones que no se corresponderían a determinados momentos históricos, a lo largo de este periodo. Por tal caso, serán denominados de diferentes maneras. Al principio los llamaremos Milicias urbanas, luego Ejército o Guardia Nacional y más tarde Ejercito Nacional. Estudiar todo el largo y ancho territorio argentino supone abarcar al mismo tiempo un amplio espectro de historiadores que han aportado sobre la conformación militar. Cabe recordar que, si alguno de los detalles o cuestiones que al lector le parezcan relevantes para el aporte del siguiente trabajo son marginados o bien, obviándolos logran disiparse vagamente, será a razón de la libertad que el género ensayista brinda, dejando a un lado la necesidad de mostrar el aparato erudito. Dado que me centraré en el estudio de los cuerpos armados en paralelo a la formación del Estado Nacional, el rumbo estará prefijado por la relevancia que se le dará al aporte de esos cuerpos armados a la construcción del Estado Nacional.
Con claridad, aquella cita de “El diario del Soldado” deja observar en sus crónicas de las Invasiones inglesas, la prematura formación de un cuerpo miliciano de características netamente urbanas, dispuestos a defender la ciudad ante la amenaza extranjera. A pesar de la precariedad de su constitución y la improvisación de los actores que la integraban, las milicias se encargaron de rechazar la presencia y amenaza de los ingleses en el Río de la Plata y fueron un elemento sustancial que marcaría el destino y el rumbo de la Revolución de Mayo. Vale decir, que en el contexto de 1806-1810, no podemos hablar aún de nación con mayúscula, ni tampoco en singular. Sobre todo si tenemos en cuenta el mosaico de identidades que coexisten en el espacio virreinal a comienzos del siglo XIX y sobre todo después de 1810 . Si bien, Buenos Aires venia formando milicias de vecinos desde 1631 , las nuevas milicias comenzarán a jugar un rol predominante en la coyuntura de 1806-1810. La creciente urbe fue repentinamente elevada a una posición de centro burocrático y militar para todo el virreinato español . Al principio fueron financiadas por aquellos jefes militares, como lo fue Juan Martin de Pueyrredón, gracias a su privilegiada posición económica dentro de la sociedad rioplatense. Pero volvamos a estos cuerpos de milicias urbanas. Los mismos eran un grupo social muy heterogéneo con costumbres y hábitos muy diversos. Lentamente, y tras la victoria frente a las Invasiones inglesas, las milicias comenzaron a ingresar en el campo político dominado por una elite urbana. Además, fueron parte importante para los choques y enfrentamientos intraelite que surgieron entre 1807 y 1810. Sus jefes (que eran elegidos por sus soldados) supieron cómo establecer relaciones estrechas para llevar a cabo sus determinados intereses. La expansión de las milicias para dejar de ser solamente urbana permitió crear un cuerpo más amplio de voluntarios y favoreció la profesionalización de los cuerpos. Los miembros de la plebe porteña fueron asimismo un componente sustancial de los nuevos tercios cívicos en que se dividió la milicia urbana una vez profesionalizado el ejército . También, en el interior del país, la facultad que recaía en los Alcaldes de Hermandad, les permitía organizar el reclutamiento militar entre los habitantes de la población local .
Sobre los nuevos cambios en la profesionalización comenzaron a surgir reacciones en contra de las reformas militares. Aparecieron los llamados “motines autónomos” comandados por los lideres para resistir a los cambios, en inicio del proceso de profesionalizar los cuerpos. Aunque también, hubieron reclamos concretos con respecto a los pagos atrasados, el derecho a sus costumbres y el escaso reconocimiento por parte de la elite dirigente en la participación revolucionaria. Claramente un nuevo actor político comienza a surgir a partir de la revolución de 1810 . Luego de la batalla de Cepeda con la victoria de los caudillos del interior que determinarían la descentralización de Buenos Aires, empezaría el proceso de transformación política que afectaría también al ámbito militar. La “feliz experiencia de Buenos Aires”, como la denominaron los contemporáneos, no estaba destinada a perdurar a causa de los diversos conflictos políticos que agravaron la situación; sumándole la guerra en el exterior con Brasil y la civil . Dentro de las reformas concretas (llamadas “Rivadavianas”) sobre el espectro militar fueron: la reducción sustancial del aparato militar que se heredaba de la revolución (para reducir el gasto fiscal) pasando a retiro a varios oficiales de antigüedad considerable y también una baja en la paga para aquellos con menos años en servicio. También, se recurrió al reclutamiento forzoso de los considerados “vagos y mal entretenidos” orientándolos hacia las regiones de frontera para establecer la defensa ante el avance indígena. Por otro lado, una de las claves para interpretar el desarrollo ganadero posterior será tener en cuenta el apoyo del ejército fronterizo en función de los intereses de los grandes hacendados. En medio de varias discusiones y resistencias a las reformas militares, para poder sustentar las mismas se dicta la ley a comienzos de 1825, de la creación del Ejército Nacional.
Este nuevo Ejército Nacional es el que obtendrá su bautismo de fracaso en la guerra contra el Brasil perdiendo la Banda Oriental; proclamándose un Estado independiente: La República Oriental del Uruguay. Sin embargo, no será del mismo modo en lo que respecta a la intervención dentro del territorio analizado. Aquí vemos como en un principio, son movilizados gran cantidad de hombres hacia las fronteras indias para la seguridad; pero sobre todo con la finalidad de expandir el territorio “civilizado” sobre aquellos lugares en donde el progreso aún no ha alcanzado su impronta. De la mano de estas movilizaciones el ejército necesitaba reclutar hombres y a su vez, se encontraba frente a una gran dificultad puesto que, la necesidad de levas sumando a las consecuencias trágicas de la guerra con el Brasil, generaría en muchos casos el descontento en la población. Traduciéndose en revueltas y levantamientos populares . Al mismo tiempo, figuras con carácter, por momentos líderes populares, son los que llevaran la voz de mando en estos cuerpos armados. Tanto para el alzamiento en contra del Estado, como para más tarde en defensa del mismo. Estos jefes militares, fueron consolidando su poder sobre las esferas de la economía agroexportadora. Transformándose de este modo en la clase oligárquica que dominaría el país hasta bien entrado el siglo XX y que sería la base de su sustento político. Esta apertura mercantil contó también con el apoyo de gran parte de las clases propietarias y del propio Estado, y que al mismo tiempo se veían beneficiados del prospero avance económico. Sobre el contexto de una crisis económica-social luego de la guerra con el Brasil, una figura es la que emanará de esta nueva clase terrateniente. Juan Manuel de Rosas será el hombre en el cual la política llevará adelante sus procesos de cambios del caos hacia el orden social que la etapa revolucionaria había dejado. Las reacciones en contra de este nuevo liderazgo político no tardaron en manifestarse. En 1839 un grupo de gauchos milicianos se alzaron ante el fastidio de las políticas de Rosas en un contexto de bloqueo naval e inestabilidad económica. Los llamados Libres del sur, fueron comandados por sus respectivos líderes locales a emprender una lucha que más tarde seria aplastada fácilmente por las guardias fronterizas . En este episodio observamos claramente como el poder político y sobre todo militar, aún estaba fraccionado en diversas regiones del país. También, la eficacia del Estado que se va afianzando, es una muestra clara del compromiso que va a ir adquiriendo a lo largo del siglo XIX para construcción de un orden social y a nivel nacional.
Luego de la batalla de Caseros y la posterior caída de Rosas en 1852, de forma nuevamente violenta entre unitarios y federales, se abriría una nueva etapa de luchas sangrientas en donde la guerra, tanto civil como extranjera, será la moneda corriente. Lo que la caída de Rosas trajo consigo fue una serie de proyectos alternativos al modelo nacional vigente. A parir de allí, el resurgir de una nueva clase terrateniente ilustrada asumirá el mandato de construir la Nación en paralelo al Estado, que la etapa rosista había dejado inconcluso. Esta clase será la que en gran medida, asiente su poder político por medio de la expansión territorial sobre la campaña, transformándola en guías y representantes del Estado . Por su parte, la sociedad respondería de manera
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