La Disputa Por La Nación

CAPÍTULO 1: MÉXICO DISPUTA POR LA NACIÓN

LOS FACTORES CONDICIONANTES

LA ESCENA INTERNACIONAL

La vinculación de México con el sistema capitalista se ha estrechado conforme se ha venido consolidando en la sociedad mexicana el modo de producción capitalista. Esa vinculación se puede apreciar en el intercambio de mercancías y servicios que el país realiza con el resto del mundo; en las relaciones financieras y crediticias que México tiene con los círculos de poder económico, las organizaciones de empresas que a través de inversiones extranjeras crecen cada vez más rápido, la mala organización de trabajadores y la pobre infraestructura y apoyo económico que se da al sector agrícola mexicano. Así como la crisis es general y su impacto sobre los distintos países y clases sociales en desigualdad, y como lo son también sus implicaciones políticas y sociales.

LOS PAISES RICOS

En los países que forman el club de los ricos, la mayor parte de los cuales pertenece a la organización de cooperación y desarrollo económicos, la reducción en la tasa de crecimiento del producto interno bruto ha sido sensible de 5.05% en términos reales en promedio durante la década de los años sesenta, a aproximadamente 3.4% en los setenta. Sin embargo, en los países la crisis ha tropezado con y en buena medida es también producto de una clase obrera cuyo poderío estructural le permite asumir una defensa concertada de los salarios y, en menor medida, del nivel de empleo. En esta situación junto con el mantenimiento de los mecanismos de “estado benefactor”, produce una mayor capacidad para sostener, en general, los niveles de vida alcanzados por los trabajadores al calor de la expansión económica de la etapa precedente.

Resulta claro en todo caso, y la prolongación de la crisis es un argumento prima facie, que recuperar la senda del crecimiento sostenido implica vastos procesos de restructuración económica: en la organización del trabajo y de la producción, en el consumo y las formas de vida del conjunto de la sociedad.

No puede esperarse que nada de esto ocurra de manera fortuita, ni como producto de la acción exclusiva, así sea concertada, lo que no parece como muy probable de las clases capitalistas de los países centrales.

De cualquier forma, todas las proyecciones globales parecen coincidir en la previsión de un crecimiento económico todavía más lento que el de la década pasada, con su secuela de tenencias aún más proteccionistas por parte del grueso del capital y, como contraparte, de erupciones especulativas, financieras y de otro orden, cada vez más recurrentes en el nivel internacional.

LOS PAISES POBRES

La crisis de los países avanzados del sistema capitalista se presenta cautelosa y recatada, alterada de vez en vez por la urticaria monetaria y financiera, en el Sur, donde viven los más pobres de la tierra, amenaza siempre con llevarlos al borde del holocausto ecológico y demográfico.

Subdividir al mundo, en particular al subconjunto subdesarrollado, por niveles de pobreza, puede ser útil recursos expositivo e incluso analítico, sin embargo, como han tenido que empezar a aprender los poderosos de hoy, la miseria humana ha adquirido una dimensión universal plena.

Nadie puede dejar de estar involucrado en su tragedia, no por motivos puramente morales, sino por tangibles e inmediatas razones económicas y políticas que tienen una enorme capacidad de irradiación internacional.

Para el futuro, decimales más o decimales menos, todas las previsiones desembocan en el pesimismo.

De cualquier forma, lograr este objetivo, a todas luces modesto, no permitirá reducir significativamente la pobreza absoluta.

UN FUTURO DE CONFRONTACIONES

Una evolución del mundo como la que se ha sugerido aquí, le otorga fuerza a la hipótesis de que los primeros años de la década se caracterizarán por confrontaciones en gran escala entre las clases y entre grupos de países.

El proyecto de reestructuración global del capitalismo, preconizado por el gran capital financiero y transnacional.

En efecto eliminar del mundo de hoy todas aquellas instituciones políticas y sociales que impiden el libre funcionamiento del mercado, como lo propone este proyecto, no es tarea fácil.

No es solo problema de mercados sino, fundamentalmente, de reorganización de los procesos de trabajo. De conducción de la economía y de las formas de propiedad, control y explotación de los recursos naturales.

EL DESARROLLO ALCANZADO

No obstante las transformaciones registradas en la estructura de la producción y el empleo y los altos índices de crecimiento tanto en la economía en su conjunto como de casi la totalidad de las actividades, caracterizan al desarrollo económico y social alcanzado por México a partir de los años treinta. A pesar de esto, la distribución de la propiedad y el ingreso de las personas o familias, es particularmente desequilibrado. El rezago que hoy se observa en la disponibilidad de bienes y servicios para el bienestar social de numerosos sectores de la población, hace que los extremos de la riqueza y pobreza que en el país prevalecen sean inusitados, visibles y amenacen la posibilidad de combinar el crecimiento con la estabilidad social. Los alimentos, la educación, la salud y la vivienda de que dispone el país son insatisfactorios, y si a esa insuficiencia absoluta se añade la forma desigual en que esos bienes y servicios se distribuyen entre la población a precios no accesibles, se tiene una idea más clara de la magnitud del problema de que radica en la falta de inversiones por parte del gobierno.

La situación que revelan otros indicadores de bienestar, como la educación, la salud y la vivienda es bastante análoga a la de la alimentación. La magnitud del rezago acumulado en estos servicios, así como la del esfuerzo que tendría que realizar para que aquel no aumente y se pueda avanzar a una solución, son tales incluso considerando las proyecciones más optimistas del crecimiento de la población, difícilmente se pueden abordar con los esquemas que hoy en día prevalecen en la prestación de estos servicios.

LOS RECURSOS Y LAS POSIBILIDADES DE DESARROLLO

México dispone hoy en día de una cantidad y variedad de recursos que lo sitúan en una perspectiva de desarrollo particularmente favorable. El país dispone de tierras susceptibles de aprovecharse e incorporarse a la producción agrícola, ampliando la frontera

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