La Economia En La Revolucion
nallely.icedog25 de Febrero de 2014
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La economía de México durante la Revolución, 1910-1920: historiografía y análisis*
Mexican economy during the Revolution, 1910-1920: historiography and analysis
John Womack, Jr.
Historiador. Profesor de historia latinoamericana y economía en la Universidad de Harvard. Es el autor de Posición estratégica y fuerza obrera. Hacia una nueva historia de los movimientos obreros (2007), Rebelión en Chiapas: una mirada histórica (1999), Chiapas, el obispo de San Cristóbal y la revuelta zapatista (1998), Zapata y la Revolución Mexicana (1969).
Él fue decidido. Se unió a las tropas de Carranza.
Ese es el verdadero valor, mi amigo.
Mariano Azuela
Las Moscas (1918)
Resumen
El presente artículo examina las diversas interpretaciones de la Revolución Mexicana de 1910. Se centra en particular en el debate sobre las consecuencias económicas de la Revolución, uno de los aspectos menos tratados. En su conjunto, representa una crítica del enfoque positivista que prevalece en gran parte de la literatura de especialidad.
Abstract
This article examines the various interpretations of the Mexican Revolution of 1910. It focuses in particular on the economic consequences of the Revolution, one of the least discussed. As a whole, it represents a critique of the positivist approach that prevails in much of the literature of specialty.
El 20 de noviembre de 1910 se inició una revuelta a nombre del "pueblo mexicano" contra el gobierno de México. Después de muchas batallas y varios gobiernos, el 20 de noviembre de 1920, se conmemoró la Revolución, por primera vez en forma oficial, y se proclamó el triunfo de La Revolución Mexicana, pero, conmemorar no era explicar. Pese al acuerdo nacional respecto al triunfo de la Revolución, pocos fueron los que convinieron en su significado.
A 60 años de distancia, aún se sigue discutiendo el significado de la Revolución. ¿Debe clasificarse como uno de los primeros grandes movimientos del siglo XX contra el capitalismo, hacia el socialismo?, ¿debe figurar como una de las últimas campañas del siglo XIX para liberar el capital y el trabajo? Pese a toda su violencia, ¿debe considerarse siquiera como una revolución que "lleva a una nueva clase al poder y le permite remodelar la sociedad a su propia imagen"?, ¿por qué no sólo como una guerra civil, un movimiento militarista o simplemente como un nuevo giro político?1
El problema de interpretación surge del positivismo que ha dominado las perspectivas históricas de México, por lo menos durante un siglo.2 Por la fuerza de sus enseñanzas, la abundante literatura que existe sobre la Revolución pone énfasis propiamente en las cuestiones sociales y políticas.3 ¿Fueron los conflictos imperialistas los que provocaron la violencia? Si así fue, ¿cómo crearon éstos las divisiones en la sociedad mexicana, desataron los combates y luego detuvieron las batallas? O, ¿fue sólo el conflicto de clases, generado en forma natural, el responsable de diez años de disturbios? En ese caso, ¿qué clases influyeron más?, ¿cómo se convirtió su lucha en guerra civil?, ¿cómo terminó la guerra?, ¿fueron los intereses o condiciones sociales los que produjeron las desavenencias cruciales en una clase? Si así fue, ¿quiénes constituían los grupos de contienda?, ¿cuáles eran sus objetivos?, ¿qué representa la victoria del grupo triunfador?
Las respuestas a estas preguntas dependen de las respuestas a ciertas interrogantes económicas. ¿Qué sucedió con la acumulación del capital nacional y extranjero, durante la década revolucionaria?, ¿qué pasó con la producción en sí?, ¿hasta qué punto continuaron las tendencias y ciclos ya establecidos?, ¿dónde los obstaculizó la violencia?, ¿qué fue de las fuerzas obstruidas, pero aún productivas? Si la violencia desalentó una línea o incluso una forma de producción, ¿a qué otra u otras favoreció?, ¿cómo afectó la violencia de una región a la producción de otra, que no estaba tan desgarrada por la guerra?, ¿qué tan fuerte fue la carga económica?, ¿quién la soportaba?, ¿quién se escapó?, ¿quién se aprovechó?, ¿hubo ciclos de violencia? Si fue así, ¿cuál era su economía?, ¿cómo pudo soportar el país tanta violencia durante tantos años?, ¿se terminó totalmente en 1920? Si no fue así, ¿hubo otros motivos económicos que la hicieron disminuir?
La historia positivista no tiene respuestas para estas preguntas. Por ejemplo, durante los últimos 15 años, los historiadores de México han publicado algunas historias económicas bastante instructivas.4 Pero todavía bajo la influencia de Comte, casi todos los historiadores, conscientes o no, se han negado a pensar que sin "orden" puede haber "progreso", que sin paz puede haber producción. Han trabajado específicamente bajo la influencia de teorías económicas recientes, pasando por alto el tema de conflicto, ya sea evitando los episodios de violencia o refiriéndose a ellos generalmente, como política y batallas. Quienes han considerado la década revolucionaria casi siempre han supuesto que, desde el punto de vista económico, no debe haber habido más que destrucción, desorganización y desolación.5
En las historias de México profesionales y los artículos de las principales revistas históricas, sólo existen siete estudios de temas económicos fechados entre 1910 y 1920. Uno de ellos es una polémica poco convincente sobre los problemas financieros de los ferrocarriles más importantes durante la Revolución. Los demás que le hacen más justicia a sus temas, tratan sobre la emigración a los Estados Unidos, 1916-1920; la distribución villista de la tierra; 1913-1915; la industria ganadera, 1910-1920; una pequeña compañía minera norteamericana en Sonora, 1911-1920; las políticas económicas de Carranza, 1915-1920; y los conflictos económicos angloamericanos en México, 1917-1918.6
Algunas otras monografías y artículos con enfoque económico cubren, al menos en parte, la década revolucionaria.7 Sin embargo, la mayoría presenta a la Revolución en sí, nada más como una tormenta que simplemente padecieron las empresas, los grupos y los individuos. Sólo cuatro autores le dan un tratamiento importante a los asuntos económicos. Frank Tannenbaum analiza los cambios de las instituciones sociorrurales y hace proyecciones en forma de tablas, de los cambios de la tenencia de la tierra entre 1910 y principios 1920, para indicar las principales diferencias regionales. También estudia las promesas económicas de la nueva Constitución de 1917, y advierte que no tuvo mucho efecto sino hasta después de 1920. Marvin Bernstein clasifica geográficamente las principales compañías mineras y hace una reseña minuciosa de sus diferentes altas y bajas durante los años de violencia. Lorenzo Meyer investiga la pujante expansión de las compañías petroleras norteamericanas e inglesas de las costa del Golfo durante la "época de oro" de la industria en México. Lo más notable es la diferencia que hace Friedrich Katz sobre los principales intereses ingleses norteamericanos, franceses y alemanes en la banca, el comercio, los transportes. Los servicios públicos, la minería, el petróleo, la agricultura y la ganadería. Expone claramente su distribución geográfica, y la forma en que a veces planearon la violencia en vez de padecerla. Asimismo, establece las diferencias geoeconómicas entre los orígenes sociales de las diferentes facciones revolucionarias y contrarrevolucionarias y explica las razones geoeconómicas de sus diversas políticas extranjeras.
Historiadores aficionados han escrito biografías sobre las dos destacadas empresas extranjeras de petróleo mexicano, abarcando desde principios del siglo hasta la década 1920.8 Pero éstas contribuyen muy poco a la historia de la industria de esos años. Únicamente las memorias del vicecónsul inglés en Gómez Palacio constituyen un informe útil del movimiento desde 1910 hasta 1920.9
También existe una gran cantidad de estudios realizados por sociólogos, demógrafos, antropólogos, geógrafos, abogados, ingenieros y científicos con orientación de historiadores. Aunque ninguno aborda específicamente la década revolucionaria, en unos cien estudios se le menciona.10 Más de la mitad adopta un enfoque institucional que revela poco de la verdadera producción de bienes y servicios. Los estudios sobre población y otros sobre industrias, bienes de consumo y temas agrarios específicos constituyen un buen material de reflexión para los historiadores orientados hacia la economía, pero con excepción del libro de Arturo Warman sobre la gente del campo del Estado de Morelos ninguno le presta constante atención de los procesos productivos.
En general, estos ciento cincuenta y tantos estudios históricos no revelan mucho sobre la Revolución. Además, aunque en todos se manifiesta por lo menos cierto conocimiento respecto a los conceptos centrales de la teoría económica —marxismo clásico, o neoclásico— todos, salvo el de Warman, carecen de los elementos necesarios de un análisis económico.
Los resultados que han obtenido los economistas han sido todavía más desalentadores. Los tratamientos económicos más directos sobre la Revolución se encuentran en varios informes periodísticos o consultivos de los archivos de las décadas de 1910 y 1920.11 Pero éstos se concentran en las
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