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La Edad Media

KooiLee7 de Octubre de 2014

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Índice

1.- Introducción………………………………………………………………………... 2

2.- Temprana Edad Media…………………………………………………………… 3

2.1- Del bajo Imperio a la Edad Media……………………………………...... 4

2.2- La época de Carlomagno………...………………………………………. 9

2.3- Clases sociales………....…………………………………………………. 10

2-4- Musulmanes y cristianos……………………………………...………….. 12

3.- La alta Edad Media…………………………………………………...…………... 14

3.1- Los bárbaros……...………………………………………………….......... 15

3.2- Los reinos feudales…….………………………………………………….. 16

3.3- La Iglesia y las cruzadas………………………………………………….. 18

3.4- El imperio Carolingio...……………………………………………………. 19

3.5 La ruina del Imperio en Occidente……………………………………….. 20

3.6- La monarquía………………………………………………………………. 22

3.7- Sociedad y Cultura………………………………………………………… 23

4.- La baja Edad Media……………………………………………………………..... 24

4.1- El latifundio……………………………………………………………...….. 25

4.2- El imperio bizantino y los turcos……………………………………...….. 26

4.3- Consolidación de los estados europeos…………………………...……. 28

4.4- La crisis del orden medieval……………………………………….…..…. 29

4.5- La revolución burguesa…………………………………………………… 30

4.6- Renovación de Europa…………………………………………...……….. 31

5.- Conclusiones………………………………………………………………………. 32

6.- Glosario…………………………………………………………………………….. 33

7.- Anexos……………………………………………………………………………… 1

8.- Bibliografía…………………………………………………………………………. 1

9.- Hemerografía……………………………………………………………………… 1

10.- Otras fuentes…...……...………………………………………………………… 1

INTRODUCCIÓN

En el documento presente se propuso como objetivo el aclarar infinidad de dudas acerca de la Edad Media, tales como sus inicios, las personalidades que hicieron de dicha época su escenario, las tragedias y sucesos que debió pasar la sociedad de la Europa antigua para llegar a lo que hoy es, distintas guerras de enormes proporciones, los motivos a las anteriores, y demás información útil en el contenido.

Múltiples subtemas de la Edad Media no harán su aparición en este momento debido a la gran cantidad de información conjunta que, probablemente, podría confundir brevemente al pensar del lector en cierto aspecto. ¿Es posible imaginarse cientos de temas mezclados? De ser así, uno debería tomar en cuenta que podría suceder algo como esto: uno podría estar leyendo pacíficamente el tema de “La burguesía” y de pronto el tema se cierra y uno brinca por la nada hacia el tema de “Las cruzadas”; si tantos temas se entrelazasen entre sí de esta manera, el escrito sería incomprensible.

El autor del texto, acompañado por los otros más que indirectamente colaboraron aportando de su información en el mencionado, tiene otro punto en mente a la hora de distribuir el trabajo ya finalizado, el cual propicia al exhorta al público a demostrar interés en el tema y, si ya lo mostraba, extender ese interés todavía más; tanto material siendo ignorado, independientemente del tiempo de este último, simplemente sustituiría su clasificación común por la del desperdicio.

Sin más qué agregar, se les invita a todas personas de todas edades y géneros, de una manera cordial, a formar parte de la historia, a ponerse en los zapatos de las personas de antes y comprender un poco o más de su pasado; así como también se invita a adentrarse en este mundo de tragedia, cultura y evolución; esperando, el encargado de redactar todas estas palabras, que os agrade de un magnífico modo y enriquezca las ideas de quien pase sus orbes por cada hoja de esta obra.

TEMPRANA EDAD MEDIA

Esta sección se remonta a los inicios siglo III, en donde la crisis fue el protagonista semi-central del momento, inclusive de momentos futuros en la época; tanto la estructura como las costumbres adquiridas desde su inicio se vieron afectadas. De una manera franca, al autor guardó para su mismo pensamiento, y ahora decide compartir con el público lector, una humilde idea sobre la era: la crisis actuaba como la sombra de los individuos o como un poderoso imán, pues era verdaderamente complicado salir de ese estado ya estando dentro. Aunque se han propuesto varias fechas para el inicio de la Edad Media, lo cierto es que no existe una manera exacta para definir su entrada al continente Europeo, ya que no nace, sino que se va formando a medida de un proceso lentamente complicado que ha iniciado a través de siglos y siglos por causa de los diferentes hechos que golpearon a la ciudad justo en su punto débil, el cual fue creciendo cada vez más para romperse en cierto punto y abrirse paso a la destrucción interior en lo que quedaba intacto del país, dejándolo después completamente desamparado, pero de esa charla se hará una explicación claramente más larga en lo que sigue del texto.

Es posible considerar que ese proceso empieza con la crisis del siglo III, la cual estuvo vinculada a los problemas de reproducción inherentes al modo de producción esclavista, según los historiadores, que necesitaba una expansión imperial continua que ya no se producía tras la fijación del limes romano.

El Bajo Imperio adquiere un aspecto cada vez más medieval desde principios del siglo IV con las reformas de Diocleciano, con la difuminación de las diferencias entre los esclavos, cada vez más escasos, y los colonos, los campesinos libres, pero sujetos a las condiciones cada vez mayores de servidumbre, que pierden la libertad de cambiar de domicilio, teniendo ellos mismos que trabajar siempre la misma tierra; yodo esto por la herencia obligatoria de cargos públicos, antes disputados en reñidas elecciones donde la furia se desataba de una manera increíble, y oficios artesanales, sometidos a colegiación, la cual era una precedente característica de los llamados gremios, para evitar la evasión fiscal y la despoblación de las ciudades, cuyo papel de centro de consumo y de comercio y de articulación de las zonas rurales cada vez fue menos importante.

Del bajo Imperio a la Edad Media

El siglo II marcó el punto límite del esplendor con ayuda de los Antoninos; pero el gobierno de comando precipitó el desencadenamiento de la élite del edificio imperial. Con ello, los severos trajeron el resentimiento hacia Roma, junto con el característico sentimiento de voluntad de destrucción, todo esto con el fin de sustituirlas por las de África o Siria.

Roma perdió su alta autoridad, aunque el apoyo militar no dudó en serle brindado. ¿Quién dejaría caer a la potencia más importante en la zona? Sería un total error si fuese de esa manera, el derrumbe aproximado no se alzaría como su forma original si el compañerismo y solidaridad fuesen despreciadas en dicho momento.

De parte en parte, los emperadores provenientes de Siria introdujeron en Roma los cultos y funciones imperiales varias como una alternativa o estrategia para salir adelante y sacar a Roma de la situación en la que se encontraba.

No tardó demasiado “la anarquía militar” en hacer su aparición. Conforme esto, las obras de los invasores germánicos se lanzaron sobre las fronteras, ocupando las vastas provincias para despojarles su valor como su principal propósito escrito con adelanto. Nadie borraría esa idea del centro de sus mentes; el ser testarudo al casi obtener la victoria, tal como sucedía con los invasores en relación al país ya descrito en sus momentos de aflicción, era una cualidad de cualquier necio a punto de obtener sus más profundos deseos.

De todas maneras, la milicia no dejó de ser un apoyo no-viable para suprimir las fuerzas del enemigo; simplemente actuaba como una necesidad. Las provincias eran custodiadas por los Antoninos, los cuales apuntaban a otro tipo de autocracia con mayor fuerza e imprenta.

Claudio II y Aureliana restablecían el orden en la medida de lo posible, mostrándose como la única autoridad de los pueblos: eran vistos como los más aterradores. Por otra parte, el dúo sembraba poco a poco un nuevo orden político sin entrar en razón, uno que dejaría graves marcas en el camino: el dominatus .

El imperio cobraba a la autocracia de los persas, que se organizaba bajo el celo y óptima voluntad de un solo amo, algo así como una monarquía, el cual impondría orden sin importar la renuncia de toda garantía cercana a sí. Su líder — Diocleciano — tuvo planeada la persecución

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