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La Educacion En Mesoamerica


Enviado por   •  18 de Noviembre de 2013  •  4.829 Palabras (20 Páginas)  •  372 Visitas

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LA EDUCACIÓN EN MESOAMÉRICA

En el vasto territorio de lo que hoy es México, desde el segundo milenio, antes de nuestra era, hasta el año 1519, se desarrolló la excepcional civilización mesoamericana, compuesta de una gama de culturas originales: la olmeca, la maya, la mixteca, la teotihuacana, la azteca y la tolteca. En la parte más elevada de la región cultural, como simbólica pirámide natural, se encontraba el Valle de Anáhuac o de México, corazón de Mesoamérica. Las aguas atrapadas entre una cadena de volcanes formaron cinco lagos de poca profundidad, en torno a los cuales se asentaron diversos grupos humanos, en épocas distintas

Los mexicas, procedentes del norte, del mítico Aztlán, llegaron tardíamente a la meseta central, por lo que tuvieron que aceptar la supremacía de Azcapotzalco, aunque no por mucho tiempo. En menos de 50 años, la "Serpiente de Obsidiana" dominó a los antiguos amos y estrechó sus anillos en torno a la Triple Alianza con Texcoco y Tacuba, que dividiría el Valle en tres esferas de influencia. El espíritu inicial cambió rápidamente, y en realidad el emperador mexicano era quien predominaba sobre los otros dos.

Con el tiempo, la zona de influencia azteca habría de extenderse hasta el sur, a la región maya y más allá. Así, México-Tenochtitlán desplegó un orgulloso señorío sobre las aguas: el soberano azteca se convirtió en sinónimo de poder y dominio. Los tributos de los pueblos circunvecinos se desbordaron sobre la ciudad. De afianzar la hegemonía económica y comercial se encargaron los pochtecas, cuyas caravanas recorrían, infatigables, miles de kilómetros de territorios altos y bajos, selváticos y semidesérticos por igual. Lujo y riqueza colmaron el Imperio, régimen teocrático y militarista que se pregonaba heredero de la milenaria cultura tolteca. Nunca antes los mesoamericanos habían sido testigos de tal esplendor.

Los aztecas no sólo se preocuparon de expandir sus dominios, sino que, deliberadamente, también reescribieron su pasado histórico; destruyeron (por indignos) los documentos relativos a los antecedentes tribales y construyeron la nueva historia, tal como la conocemos hoy. Con ello, elaboraron lo que antropólogos y sociólogos contemporáneos llaman el "mito fundacional" del poderío tenochca: el Sol, representado por el águila, al posarse sobre el nopal marcaba el lugar donde debía establecerse México-Tenochtitlán, y señalaba a sus habitantes como el pueblo elegido para cumplir una misión cósmico: mantener vivo al Astro Rey. No imaginaban los pueblos mesoamericanos que la vida que conocían llegaría a su fin y que ellos serían parte esencial de un nuevo pueblo.

INTRODUCCIÓN

Para hablar de la educación pública en México, es necesario remontarnos hasta las sociedades nómadas en las que se tenían conocimientos precarios que eran transmitidos para la sobrevivencia de aquellas culturas como la caza, pesca y la recolección.Los aspectos educativos no sistemáticos se fueron formalizando a partir de la sedentarización de los pueblos (chichimecas y nahuas). Los conocimientos impartidos iban desde la escritura, pasando por las matemáticas, hasta la astronomía, incluyendo aspectos religiosos y rituales. Las culturas nahua y maya sobresalieron en la formalización de la educación, pero fueron los aztecas, en su etapa más tardía, quienes se organizaron y sentaron las bases para crear la educación pública (calmécac y tepochcalli

LA EDUCACIÓN EN MESOAMÉRICA

Las culturas como la zapoteca, la maya o la teotihuacana no transmitían sus conocimientos y formaban las conciencias de su población infantil y juvenil por medio de la escuela. Mas aún, no es verosímil, que pueblos mucho más antiguos como el olmeca, hayan carecido de instituciones dedicadas a transmitir el conocimiento e inculcar los valores y las tradiciones a los hijos.

Los conquistadores investigaron las formas de vida, creencias, instituciones e historia mexicas y registraron la información en español, en letra latina. Por su parte los indígenas aprendieron el sistema fonético latino y lo utilizaron para transcribir al papel su historia y sus tradiciones en su propia lengua. A partir de estos escritos conocemos con un poco de detalle la vida mesoamericana.

El culto a los dioses iba ligado al trabajo, un trabajo en el que se instruía al ser humano, con discursos elaborados, a partir del nacimiento y hasta el momento en que el cadáver era despedido de los suyos en los ritos mortuorios, entendiéndose que, para los mexicas, el alma del niño y el cuerpo del difunto estaban capacitados para escuchar y atender lo que se les decía en aquellas floridas piezas de oratoria.

El maestro cumplía un papel protagónico en la sociedad, y era un personaje de gran aprecio en la sociedad mexica. Los Tlamitinime eran los maestros que humanizaban los rostros, que era la manifestación de un yo que se ha ido adquiriendo y desarrollando por la educación. Pensaban que con la educación se hacían los sabios, los rostros ajenos y se humanizaba el corazón de la gente. Con el espejo que les ponían delante para hacerlos cuerdos y cuidadosos, se les daba a su personalidad. Se llamaba la Ixtlamachiliztli, a la acción de dar sabiduría.

En cuanto a la formación del niño y la niña mexica, eran consagrados unos a la preparación militar y otros a los estudios de la ciencia y el sacerdocio. A los niños varones, desde pequeños, los padres procuraban llevarlos al maestro del Calmécac o el Tepochacalli, para inscribirlos y prometerlos en cualesquiera de las dos escuelas. Con objeto de que llegado el momento entrasen a ellas después de los ocho años. Los hijos de los nobles iban al Calmecac para consagrarlos a Quetzalcóalt y al estudio que los prepararía para el sacerdocio y puestos elevados de administración pública y jurídica. Era vida de penitencias rigurosas, de ayunos y renunciamientos.

Los consagrados a Tezcatlipoca en el Tepochcalli, en donde básicamente se entrenaba a los jóvenes para la guerra, llevaban una vida menos rigurosa. Pero si algún estudiante se distinguía, podía pasarse al Calmecac. El Tepochcalli ("casa de jóvenes") era la escuela a la que iban casi todos los plebeyos. Eran muy numerosos, pues se dice que existían diez o quince en cada barrio.

El Calmécac (“lugar de la hilera de casas”) era la escuela destinada a la nobleza, aunque no en forma exclusiva. Estas escuelas no eran tan abundantes, pues solo había siete en la ciudad.

La disciplina y el contenido de la educación en el Calmécac eran muy distintos a los del telpochalli. En ambas escuelas se tomaba en cuenta, desde los primeros años, la posición que el individuo ocuparía como adulto

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