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La Historia De La Arquitectura Norteamericana


Enviado por   •  19 de Mayo de 2013  •  1.373 Palabras (6 Páginas)  •  534 Visitas

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La historia de la arquitectura norteamericana corre paralela a la de otras disciplinas, marcadas también por las circunstancias tan especiales del país: una base cultural y técnica europea, la gran diversidad territorial, un aumento de la población de aluvión y el progreso tecnológico del último siglo.

Época colonial

Sin una arquitectura perdurable en el tiempo como la de Sudamérica, apenas se conservan elementos arquitectónicos de los nativos norteamericanos, y los asentamientos están muy concentrados sobre todo en Nuevo México y Colorado. Con respecto a las manifestaciones coloniales de raíz europea, hay que esperar al siglo XVI para conocer los primeros ejemplos. La enorme extensión del país, con su diversidad de climas, materiales y tradiciones, permite un gran eclecticismo en toda la arquitectura colonial, aunque la principal influencia serán las tradiciones constructivas europeas. Adaptándose a los materiales y el clima de cada zona, se fueron construyendo los primeros edificios públicos, militares y religiosos.

Es evidente la influencia española en el Sur del país. Mezclando las técnicas indias del adobe con elementos constructivos europeos, destacan los edificios de Santa Fe, capital administrativa, y los numerosos fuertes, misiones y cárceles que se construyeron de San Francisco a Florida. El estilo destaca por su austeridad, no exenta de estética. En las trece colonias de la Costa Este será más clara la influencia inglesa, usándose la madera como elemento principal. La falta de ornamentación, probablemente obligada por la cultura protestante predominante, es común en los primeros años de las colonias en el siglo XVI.

El nacimiento de una nación

En 1776 se crea la nueva nación, aunque los arquitectos seguirán mirando a la antigua metrópolis. Los edificios públicos adoptan el estilo neoclásico que triunfa en Europa, y abundan en la Costa Este las columnas, frontones y cúpulas. Como si de una nueva Atenas se tratara, el presidente Jefferson quiso adoptar un estilo grecorromano para Washington, capital de la nueva democracia, tanto en a nivel constructivo como urbanístico. El uso del mármol y el lenguaje inequívocamente clásico caracterizarán a las construcciones públicas de primera mitad del XIX. Ahí están los ejemplos de la Casa Blanca, el Capitolio, los monumentos a Lincoln y Jefferson o el obelisco erigido en honor a Washington.

La arquitectura neogótica

Con la llegada del romanticismo a mediados del XIX, el arquitecto Andrew Jackson Downing impulsa en los Estados Unidos el neogótico que nace en Europa como rechazo al neoclasicismo. Se vuelve a lo medieval, tradición de la que paradójicamente carecían los americanos, con sus almenas, vidrieras y arcos ojivales y se huye de la simetría propia del clasicismo. Sin embargo, se empiezan a usar nuevos materiales que permiten una mayor solidez estructural y el desarrollo der enormes alturas sin necesidad de utilizar arbotantes. Los casos paradigmáticos son la Trinity Church de Boston, la catedral de San Patricio en New York o el Puente de Brooklyn, también en esta ciudad. Cuando con el paso de las décadas los avances técnicos permitan construir los primeros rascacielos, el estilo neogótico será el escogido para muchos de ellos, como el Edificio Woolworth de Cass Gilbert, con sus famosos contrafuertes y enormes gárgolas.

La Revolución Post-Industrial

Tras la Guerra de Secesión, la reconstrucción es más rápida con el desarrollo de nuevos materiales y técnicas como el acero y el hormigón. El triunfo del capitalismo impulsará la figura del arquitecto como constructor de las nuevas catedrales, que no son otras que opulentos bancos y oficinas administrativas. Los avances siderúrgicos y la invención del ascensor permiten edificios de alturas inimaginables hasta entonces y se comienza una guerra capitalista sobre quién podía hacer el edificio más alto. Los edificios gigantes empiezan a brotar como setas tras la lluvia, hasta tal punto que rápidamente saturan los pulcros paisajes urbanos diseñados décadas antes.

Será Louis Sullivan, cabeza visible de la Escuela de Chicago e impulsor de los primeros rascacielos el que critique el abuso de estas construcciones, ya que la acumulación de rascacielos tenía como consecuencia la falta de luz en las calles. Su obra se caracteriza por el estilo funcional, que anuncia el posterior racionalismo

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