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La Revolucion Mexicana PASADO PRESENTE Y FUTURO

coesajes4 de Marzo de 2014

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La Revolución Mexicana: pasado, presente y futuro

Este año es el centésimo aniversario de uno de los grandes eventos de la historia moderna. El 20 de noviembre de 1910, Francisco I. Madero denunció el fraude electoral perpetrado por el presidente Díaz, y llamó a una insurrección nacional. Esto marcó el inicio de la Revolución Mexicana. Hoy, las condiciones han madurado para otra revolución, esta vez con un poderoso proletariado a la cabeza.

Durante la mayor parte de su historia, México ha sido dominado por una pequeña élite que mantiene en sus manos la parte del león de la riqueza, mientras que la mayoría de la población ha vivido en condiciones de avasallante pobreza. Bajo el gobierno del General Porfirio Díaz, la brecha entre ricos y pobres se convirtió en un abismo infranqueable.

La oposición a Díaz surgió bajo el liderazgo de la burguesía liberal con gente como Madero. Pero la fuerza motora real de la revolución, vino de abajo. La naciente clase obrera mexicana comenzaba a hacerse consciente de sí misma. Luchas obreras importantes, comenzando con la huelga minera en Cananea, estaban sacudiendo a México. Sintiendo temblar la tierra bajo sus pies, Díaz fue forzado a celebrar elecciones en 1910, pero para asegurarse el triunfo, encarceló a su principal contrincante, Madero.

Después de escapar de la prisión, Madero continuó su batalla contra Díaz. Declaró que las elecciones habían sido fraudulentas y llamó a una insurrección a nivel nacional contra el Porfiriato. Pero, para que la lucha por la democracia triunfara, tenía que vincularse con las reivindicaciones más urgentes de la mayoría de la población —los campesinos—. La lucha campesina por las tierras fue el verdadero motor de la revolución democrático burguesa. Los ejércitos campesinos de Pancho Villa en el norte, y el líder campesino Emiliano Zapata en el sur, acosaron al ejército mexicano en una clásica guerra de guerrillas.

La revolución permanente

No es posible entender la Revolución Mexicana sin referirse a la Teoría de la Revolución Permanente de Trotsky. La esencia de ésta consiste en que la burguesía colonial y la burguesía de los países atrasados son incapaces de llevar adelante las tareas de la revolución democrático-burguesa. Esto se debe a sus vínculos con los terratenientes e imperialistas. Los bancos tienen hipotecadas las tierras, los industriales poseen vastas extensiones de tierras en el país, los terratenientes invierten en la industria y todo a su vez está amarrado y vinculado con el imperialismo en una red de intereses creados, opuestos a cualquier cambio sustancial.

Porfiro DíazEsta es la razón por la cual, aunque Rusia en 1917 era un país atrasado como México, la tarea de llevar adelante la revolución democrático-burguesa recayó en los hombros del proletariado. Pero el proletariado, habiendo conquistado el poder a la cabeza del campesinado y la mayoría de la nación, no se detuvo tras lograr las tareas democrático-burguesas de expropiar a los terratenientes, unir a la nación y expulsar a los imperialistas, sino que pasó inmediatamente a las tareas socialistas de la expropiación de la burguesía y el establecimiento de un Estado Obrero. Ésta era la única manera en que el enorme potencial de la Revolución Mexicana pudo haber desembocado en una transformación social completa.

La debilidad de la Revolución Mexicana era la debilidad de la revolución campesina. El campesinado era suficientemente fuerte como para derrocar el orden existente, pero no para imprimir su sello en el destino histórico de México. Ésta no es la excepción a la regla. Siempre, desde la Revuelta Campesina Inglesa del siglo XIV y la Guerra Campesina en Alemania en el siglo XVI, toda la historia nos muestra que el campesinado es incapaz de jugar un papel independiente. En última instancia, el resultado de la lucha se decide en las ciudades y no en las dispersas áreas rurales.

El campesinado, una clase de individuos que por su propia naturaleza no están unidos por la producción, es el instrumento perfecto para el bonapartismo, ya sea burgués o proletario. Es una clase que puede ser manipulada y engañada. Durante la mayor parte de la historia, el destino del campesinado ha sido jugar el papel de subalterno de la burguesía, quien ha usado al campesinado de ariete para eliminar a sus enemigos feudales e instalarse ella misma en el poder.

Era tal el nivel de descomposición del orden existente, que los insurgentes lograron arrebatar el control a las fuerzas gubernamentales en sus respectivas regiones. La insurgencia campesina se dispersó como fuego arrasador. Los ejércitos campesinos de Zapata mostraron un tremendo coraje y determinación luchando contra los viejos opresores. Pero al final, la revolución fue secuestrada por la burguesía y sus representantes políticos.

Díaz fue forzado a reconocer la derrota y dimitió en mayo de 1911. Huyó a Francia después de haber firmado los Tratados de Ciudad Juárez y Madero, el Kerensky mexicano, fue elegido presidente. Pero el nuevo gobierno burgués no satisfacía las expectativas del campesinado levantado. Bajo la dirección del verdadero héroe de la Revolución Mexicana, Emiliano Zapata, la guerra campesina continuó. Los llamados de Madero a los campesinos para que aguardaran pacientemente una reforma agraria ordenada llegaban a oídos sordos. Los campesinos habían oído muchas veces promesas vacías de los hombres en el poder, quienes fingían defender los intereses del pueblo campesino.

Una Guerra Revolucionaria

En noviembre de 1911, Madero asumió el poder, pero fue arrestado y ejecutado por los oficiales del ejército reaccionario. Esto provocó un nuevo alzamiento campesino, que eliminó los últimos vestigios del ejército porfirista. Zapata se dispuso a tomar el poder en el Estado de Morelos, donde llevó a cabo un programa agrario revolucionario. Echó a los terratenientes y distribuyó las tierras entre los campesinos. Los ejércitos de Zapata y Villa estaban muy bien organizados y derrotaron a fuerzas superiores porque ellos eran ejércitos revolucionarios, librando una guerra revolucionaria contra los explotadores. Este es un punto que regularmente se oculta en la historia oficial de la Revolución Mexicana.

[2]Emiliano ZapataEl papel más decisivo en la revolución lo jugaron los oprimidos y los pobres (campesinos, así como trabajadores rurales). Estos eran los más pobres entre los pobres, gente con una educación formal muy limitada. Empujados por la revolución, los hombres y mujeres desposeídos pelearon como tigres. Pobremente armados y sin entrenamiento militar formal, infligieron innumerables derrotas a las fuerzas gubernamentales a pesar de las ametralladoras, la artillería y los oficiales profesionales de éstas últimas.

Vemos la misma historia repetirse una y otra vez en la historia de las revoluciones. ¿Cómo pudieron los voluntarios descalzos de la Convención derrotar al ejército de la Europa monárquica? ¿Cómo las milicias norteamericanas sin entrenamiento mantuvieron en jaque a los mercenarios del Rey Jorge? ¿Cómo el Ejército Rojo Bolchevique derrotó a los 21 ejércitos invasores en 1917-1920? En cada caso, los ejércitos revolucionarios prevalecieron porque fueron inspirados por un ardiente deseo de sacrificar todo —incluso sus vidas— por la causa de la revolución. En contraste, los aparentemente formidables ejércitos de los antiguos regímenes eran ejércitos de mercenarios contratados o esclavos obligados a pelear por algo en lo que ellos no creían.

La revolución agraria podía haber sido la base para un completo cambio social en México, en las mismas líneas de la Revolución Bolchevique de 1917. Pero había una diferencia con Rusia: la ausencia de un partido como el Partido Bolchevique, que bajo la dirección de Lenin y Trotsky, dirigió a los obreros y campesinos rusos al poder en noviembre de 1917. A diferencia de Rusia, los campesinos mexicanos no pudieron encontrar una dirección revolucionaria en las ciudades, en la forma del proletariado bajo la guía de un Partido Leninista. Así, todo el heroísmo y sacrificio de los campesinos sirvió simplemente como la escalera sobre la cual la burguesía mexicana se alzó y tomó el poder. Pero una vez instalada en el Palacio Presidencial, la burguesía comenzó a preparar la traición a sus aliados campesinos.

El estrato superior de la burguesía mexicana se alarmó del movimiento revolucionario de las masas, el cual estaba escapándose de su control. Temían (correctamente) que la solución revolucionaria a la cuestión agraria fuera el punto de partida para un completo asalto a toda la propiedad privada. Por esta razón decidieron detener el proceso. Su primer acto fue deshacerse del líder más arrojado de los campesinos revolucionarios. Así, en 1919, Zapata fue asesinado por Jesús Guajardo, actuando bajo las órdenes del General Pablo González. El asesinato del dirigente campesino fue una clara muestra del carácter contrarrevolucionario del régimen carrancista.

Bonapartismo

[3]Pancho Villa y Emiliano ZapataLo que pasó después muestra cruelmente las limitaciones de una revolución puramente campesina. El asesinato de Zapata privó al movimiento campesino de cualquier posibilidad de desarrollarse como una fuerza centralizada coherente. Zapata no tenía partido, y su asesinato se realizó con la intención por parte de la clase dominante de desorganizar y atomizar el movimiento revolucionario en el campo. Y funcionó. El movimiento revolucionario se partió en muchas fracciones distintas. El destino del campesinado —y de la Revolución Mexicana— iba a ser decidido en otro lugar y por otras fuerzas de clase.

Después de la muerte de Zapata, el movimiento campesino,

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