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La Usura


Enviado por   •  10 de Abril de 2015  •  Síntesis  •  2.056 Palabras (9 Páginas)  •  213 Visitas

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Desde que adquirí poder de discernimiento, he sido un convencido que la “maldad” no es inherente al ser humano, que el hombre no nace con índices de maldad implícitos en sus pensamientos y que siempre actúa, o al menos intenta, proceder de buena fe. Sin embargo, al revisar la historia de la humanidad y reflexionar acerca de la actuación que ha tenido este a través del transcurso de los tiempos, no es muy alentadora la conclusión que se obtiene.

Según Rousseau, el hombre, cuando nace, carece de una estructura de pensamiento moral o social, y esté debe captar las normas sociales que cada cultura posee, e incluso hasta una manera específica de pensar. Todo esto se da en el llamado proceso de “socialización”. Ahora bien, según lo anterior se deduce que el hombre es algo así como una esponja que termina absorbiendo todos aquellos elementos culturales, valores, hábitos, costumbres y tradiciones de la sociedad en la cual esta inmerso, pero qué sucede cuando todos estos elementos socioculturales se alejan bastante de lo ético, o lo que es peor aún, que sucede cuando el Estado y sus instituciones se apoderan de los conceptos morales y éticos, manejándolos a su antojo, dándoles significado según su interés e imponiéndoselos a los individuos y haciéndolos creer que actuar según los intereses del Estado y sus instituciones es actuar como un ciudadano ejemplar. Finalmente, el individuo termina por adquirir el modelo social, cultural, económico y político que la sociedad le impone, dejando el estado de pureza que tenía al nacer y sufriendo una lamentable “mutación” a un ser llevado por el egoísmo, por el interés individual, por el beneficio propio y el ansia de enriquecimiento, es decir, el hombre termina por convertirse en un “lobo para el hombre” (parafraseando a Tito Maccio Plauto).

Dicho lo anterior, me queda la percepción de que a veces (para no ser tan pesimista, y decir siempre) las personas y la sociedad en general no actuamos en función a un régimen de valores, de sensibilidad y solidaridad con el prójimo, con compañeros y amigos. Hoy destaca el egoísmo, el individualismo, el desprecio hacia cualquier tipo de autoridad y desacato hacia cualquier regla existente, de esta forma, premiamos al delincuente de “cuello y corbata” y despreciamos al honrado y cada vez que hacemos algo por el otro, o prestamos dinero, lo hacemos esperando algo a cambio, ya sea, algún tipo de interés u obtener algún tipo de beneficio del favor que hicimos. Ahora bien, esta práctica tan común y generalizada hoy en día es el gran legado que nos deja el controversial sistema económico imperante, puesto que, si de usura se trata, el modelo existente es el gran maestro. No obstante, debo ser justo, y mencionar que la práctica de la usura no es reciente, ni mucho menos, fundada bajo el paradigma económico actual, por el contrario, es tan vieja como el hombre, aunque en menos de dos siglos, la usura pasó de ser un delito condenado y castigado severamente desde los tiempos más antiguos, a ser considerada como una forma legitima y reconocida de hacer negocios.

Los primeros precedentes de la usura se encuentran en los textos védicos de la India entre el 2000 y el 1400 a.C. Allí se castigaba severamente a todo prestamista a cambio de interés, y las castas superiores, como los brahmanes y los chatrías, tenían prohibido practicarla.

Ya en el mundo clásico grecorromano existían sujetos devorados por la avaricia, el egoísmo y el ansia de acumular riquezas solo por el gusto de hacerlo. Aristóteles, concebía estas prácticas como un conjunto de ardides y estrategias de adquisición de riquezas tendientes a facilitar el crecimiento del poder político (me parece haber oído esa palabra antes) y las condenaba por ser actividades contra natura que deshumaniza a todo aquel que la practique, pues bien, este arte de hacerse rico y de acumulación de dinero por dinero, fue llamado Crematística.

Aristóteles, en numerosos textos, intenta constantemente demostrar la diferencia fundamental que existe entre economía y crematística: el comercio trueca dinero por bienes, la usura transforma el dinero a partir del dinero, el comerciante no produce algo, de esta forma, todos resultan igualmente condenables desde la filosofía aristotélica. Ahora bien, el enfoque de Aristóteles, a mi parecer, es excelente, humano y ético, sólo que los especuladores y usureros, fueron y lo son más poderosos que las buenas intenciones expuestas por este gran filósofo; en otras palabras, Aristóteles, proponía que el capital estuviera al servicio del hombre y no el hombre al servicio del capital (postulado que es el eje central de la actual economía a escala humana).

Durante el cristianismo, la práctica de la usura, encontró a su máximo enemigo en la iglesia cristiana, la cual, tomó como causa propia la prohibición de los intereses, provocando un intenso debate que duró toda la Edad Media. Se tomó como referencia las ideas de Aristóteles, la condena que hacia el Antiguo testamento en frases como: “No tomarás interés ni usura, antes bien teme a tu Dios y deja vivir a tu hermano junto a ti. No le darás a interés tu dinero ni le darás tus víveres a usura.” (Levítico 25:36) y los postulados de Tomás de Aquino.

Es así, entonces, como podemos percatarnos que los intentos (unos más efectivos que otros) por castigar y condenar la usura a través de la historia no han sido pocos, por ejemplo, con la base ideológica mencionada en el párrafo anterior, la Iglesia Católica prohibió en el Concilio de Nicea I (se celebró en Nicea, actual Turquía, en el año 325 de nuestra era) el cobro de interés al clero, y más tarde, bajo el reinado de Carlomagno (siglo VIII), la usura fue declarada delito. Este movimiento contra la usura ganó ímpetu durante la alta Edad Media a tal punto que, en 1311, el papa Clemente V prohibió totalmente la usura y declaró nula toda legislación secular en su favor.

Históricamente, la batalla más acérrima librada en contra de la práctica de la usura, se llevo a cabo en la Alta Edad Media, puesto que, el pensamiento económico medieval surgido en la cristiandad latina de Europa Occidental que desarrollo el feudalismo y la filosofía escolástica de Tomás de Aquino, se centró en cuestiones éticas como la pobreza y la caridad, el precio justo, la relación conceptual

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