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La Usura


Enviado por   •  28 de Octubre de 2013  •  Ensayos  •  2.177 Palabras (9 Páginas)  •  380 Visitas

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INTRODUCCION

Pedir prestado no es mucho mejor que mendigar, así como el prestar con usura no es gran cosa menos que robar.

Gotthold Ephraim Lessing

Ha sido principalmente la Iglesia Católica la que, desde su aparición en la tierra ha condenado el cobro de intereses, censurándolo con el nombre de "usura".

El término usura es un término peyorativo que se usa para referirse a los intereses de los préstamos, en general, o cuando los tipos de interés se perciben como desmesurados o excesivamente altos y aun así es una práctica tan común en nuestra sociedad, que la gente no se da cuenta de los grandes males que está ocasionando en el mundo

San Buenaventura decía: que con el cobro de intereses se vendía el tiempo. Para algunos de los escolásticos del Siglo de oro español, usura es el precio cobrado en cualquier préstamo, ya que entendían que el dinero no era productivo y de acuerdo con esta interpretación, todos los bancos practicaban la usura.

DESARROLLO

“No tomarás interés ni usura, antes bien teme a tu Dios y deja vivir a tu hermano junto a ti. No le darás a interés tu dinero ni le darás tus víveres a usura.”

(Levítico 25:36)

Según el autor AbdelHaqq Bewley (2011), en la tradición clásica, encontramos que Aristóteles rechaza la usura categóricamente, él decía que de todas las formas de comercio, la usura era la más depravada y la más odiosa ya que la usura no sólo se propone un objetivo antinatural, sino que hace un uso erróneo del dinero en sí, pues este fue creado para el intercambio, no para ser incrementado con prácticas como esta. La usura es la reproducción antinatural de dinero con dinero, cuando a esto añadimos la condena de Platón, que afirmaba que la usura enfrenta inevitablemente a una clase social contra otra y es, por lo tanto, destructiva para el estado, vemos que tanto la tradición judeo-cristiana como la greco-romana, que juntas constituían la principal fuente de la civilización europea, eran unánimes respecto a la postura hacia esta práctica, era así que la tradición religiosa y la secular hablaban aquí con una sola voz.

En Deuteronomio, capítulo 23, versículo 21, se afirma: “Al extranjero podrás prestarle a interés, Pero a tu hermano no le prestarás a interés.” La palabra “extranjero” en este texto puede ser interpretada por lo general como “enemigo” y, respaldándose con este texto, los judíos emplearon la usura como un arma, ya que encontraron en ella un medio para obtener poder sobre sus enemigos puesto que: mediante la usura, la necesidad de otra gente podía transformarse en sometimiento.

De igual forma el autor Asensio Romero, P. (2011) nos dice que, así como en el cristianismo y el judaísmo, la usura era rechazada en muchas otras tradiciones de aquel entonces tales como la islámica, en la cual Mahoma estableció la crítica de la usura, crítica reforzada por sus enseñanzas recogidas en el Corán, aunque llamada por otro nombre para ellos la palabra original utilizada es riba, referida directamente a los intereses sobre préstamos y que literalmente significa ‘exceso o adición’. Pero esta interpretación no fue ni universalmente aplicada ni universalmente aceptada en el mundo islámico.

Así mismo en la antigua India, que fue en donde se estipulo la primera referencia relativa a la usura puede encontrarse en el Rig-veda (el texto más antiguo de la India, de mediados del II milenio a. C.) donde se denomina bekanāṭa a cualquier prestamista a cambio de interés. En los Sutras (textos hinduistas del 300 a. C. al 300 d. C.) y en los Yatakas budistas (entre el 600 y el 400 a. C.) aparecen abundantes referencias al pago de interés, mostrando desprecio con esta práctica.

De esta manera los préstamos de dinero continuaron en pequeña escala durante la Edad Media efectuándose de diversas maneras y con fines distintitos pero en todo caso el resultado era el mismo, la dependencia del débil hacia el rico. Algunos mercaderes locales carentes de escrúpulos se aprovechaban de las gentes humildes que estaban en dificultades por una mala cosecha o por una mala administración, o desgracias similares y que se veían obligados a buscar un préstamo para satisfacer sus necesidades cotidianas.

En estos casos, se intentaba ocultar la naturaleza usuraria del préstamo y si se descubría, el usurero era objeto de severos castigos y en adelante era marginado por la sociedad ya que hasta este entonces se veía como una práctica indigna y penada.

Curiosamente, según nos relata AbdelHaqq Bewley (2011) esto habría de producirse, aunque parezca difícil de creer, de la mano de Calvino, el estricto moralista puritano. Mientras que anteriormente todo el asunto de la usura estaba sujeto a un cuerpo de doctrina consagrado por la tradición, él trató la ética de los préstamos como otro caso más, entre los diversos problemas a que se enfrentaba la sociedad humana que debían ser resueltos de acuerdo con las circunstancias. En otras palabras, él tomó la ley en sus manos. Desechó, con absoluta arrogancia, aquellos pasajes del Antiguo Testamento que tratan de la usura y también los precedentes judiciales del pasado, por considerarlos inaplicables a las circunstancias de su época, y al dar su aprobación al argumento de que cobrar interés sobre el capital es tan razonable como cobrar renta por la tierra, abrió las compuertas a una inundación que desde entonces ha arrasado la tierra. Se encargó personalmente de la legalización de los préstamos de dinero con interés, dando así confirmación legal a una práctica que había sido considerada ilegal desde los tiempos más remotos. El hecho de que permitiera sólo intereses moderados y de que matizara esta licencia suya con condiciones estrictas, no vino a alterar nada.

El comerciante tenía ahora un precedente basado en la opinión de alguien que hablaba con autoridad religiosa. Para Calvino, la ley moral había cambiado y por lo tanto ya no era inmoral cobrar intereses.

Desde ese momento, la polémica en el seno de la comunidad mercantil no era ya si debería permitirse el interés, sino cual era la tasa admisible.

La usura y la economía

Citando al autor Lutero, M. (2009), El término

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