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La Vida De Atahualpa


Enviado por   •  26 de Abril de 2014  •  11.218 Palabras (45 Páginas)  •  450 Visitas

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CAPITULO I: ORIGEN DE ATAHUALPA.

1.1.-REFLORECIMIENTO DE LA VIDA.

A esta ciudad de Caranqui, en medio del escenario idílico y tranquilo que hemos visto, el soberano del Tahuantinsuyo iba y venía, permaneciendo sobre todo en la plaza principal para vigilar la reconstrucción de las obras nuevas dispuestas para el embellecimiento de la ciudad. Aunque había cumplido ya los cincuenta años, la vida de campamento o había deteriorado en nada su aire señorial y su brío de siempre al tratar con nobles y plebeyos. En medio de sus actividades últimamente visitaba con más frecuencia un edificio de la plaza, en donde vivía una joven de belleza excepcional, a la cual le habían presentado como hija del monarca recién muerto de la religión y heredera de todas esas tierras. Se diría que en el ánimo del maduro Monarca se había hecho presentes las grandes ternuras de los años maduros. Según Cieza de León esa joven se llamaba “Túpac Palla y era oriunda de esa ciudad de Caranqui. Por su parte Juan de Betanzos afirma que el nombre de la madre de Atahualpa era Palla Coca. A pesar de que, por ser señor absoluto del Tahuantinsuyo y vencedor de los Caranquis en el campo de batalla, no necesitaba formalidad alguna para poseerla, su actitud fue la de un verdadero enamorado. Sus palabras y modales revelaban por un lado sincero respeto y por otro un amor profundo y sutil. En fuerza de esos sentimientos un día tímidamente le propuso matrimonio. Ella le acepto y se fijo el día para la boda.

Según las costumbres indígenas de la época, el augusto novio, que presumiblemente quería dar a aquella ceremonia la mayor notoriedad posible, fue el día señalado a la casa de su prometida acompañado de los miembros de alto comando militar. A la noche se daba comienzo al banquete con el brindis inicial para los invitados. Dada la calidad de los esposos, la celebración debió prolongarse por varios días.

Después de estos festejos los flamantes esposos había de pasar juntos uno o dos años, durante los cuales el Emperador Huaina Capac debió dedicarse también a sus actividades administrativas, organizando y controlando el sistema colectivista del incario en todas partes, largas temporadas de descanso las debió pasar en Tomebamba, tal como lo había hecho durante la guerra contar los Caranquis. De hecho esta ciudad le brindaba, además del clima benigno de la tierra natal, todas las comodidades que le podían ofrecer el Cuzco.

Al cabo de ese tiempo debió tener noticias sobre el nacimiento de su hijo mestizo. Nacido de la bella princesa de Caranqui. Betanzos escribe al respecto, Huaina Capac luego hizo traer ante él a su hijo Atahualpa, el cual era tan lindo niño, que se holgó mucho de verlo y dijo que le parecía que en sus facciones del rostro parecía a su padre. Topa Inga Yupanqui. (Ver anexo 1)

La predilección que Huaina Capac mostro a su hijo mestizo, Atahualpa, fue publicada y notoria no solo en la religión de quito y ciudad de Tomebamba sino en el mismo Cuzco. Componiendo su crónica en la ciudad de Cuzco y recibiendo información de sus habitantes.

Dentro de la cronología europea debió ser el primer año del siglo XVI, cuando Huaina Capac regreso al Cuzco. Su estadía entre Tomebamba y Quito había sido en realidad muy larga y muchos problemas de su administración desde hacia tiempo venían exigiendo su presencia. Por otra parte deseaba que su hijo predilecto, Atahualpa, recibiese la educación que le correspondía a su rango, ingresando a la “Academia de Nobles” en la ciudad Sagrada del Imperio. Obviamente el niño debió trasladarse allá en compañía de su madre, la cual tenía que permanecer en esa ciudad a lo largo de los años de educación del muchacho.

Aunque el viaje para el Emperador, su bella esposa norteña el niño debió hacerse en aquellas cómodas literas con toldos de vivos colores que usaba la familia real, sin embargo, el recorrido de 2.500 kilómetros, si partieron en Tomebamba, o de 3.000 al haber salido del complejo administrativo de Quito, a través de regiones de cuando en cuando muy abruptas, debió resultar agotador. Pero ante la noticia de que después de tantos años venia el propio Inca conquistador, Huaina Capac, su tío, GuamánChachi, que había quedado de gobernador en la capital Imperial, organizo con la mayor solemnidad posible un recibimiento triunfal.

Así, pues, nuestra princesa caranqueña y su pequeño hijo entraron en la magnífica Ciudad Sagrada del Cuzco en medio del desbordamiento de júbilo de sus habitantes por el triunfal regreso de su Señor, el inca Huaina Capac. Los ojos de la madre y del niño pudieron admirar en todo su esplendor la fortaleza de Sacsahuaman, en el templo circular de Coricancha , los palacios de Pachacutec, Viracocha y Yupanqui, hasta llegar en el centro de la ciudad al que tenia erigido hacia tiempo el propio Emperador Huaina Capac. En ese edificio ricamente decorado en su interior fue donde la joven madre y su hijo fueron alojados. El clima de la ciudad del Cuzco era parecido al de Quito y Caranqui, de acuerdo a lo observado por el propio cronista Cieza de León, por lo cual en este aspecto no tuvieron inconveniente alguno en acostumbrarse.

Tampoco la alimentación les debióperturbar, pues la madre tenía la calidad de esposa y el niño la de hijo predilecto del Emperador, razón por la cual recibían una alimentación selecta y abundante. Lo que si les debió molestar desde el primer día fue la calidad de personas con que debían compartir la estadía en el palacio. Alii vivía una parte de las muchas esposas del Inca, que habían sido dejadas en la Ciudad Sagrada del Cuzco. Junto a ellas debieron compartir el palacio algunos miembros de la alta nobleza cuzqueña, que por ser de sangre ciento por ciento incaica pretendían llevar en sus venas una divinidad digna de adoración. Esas personas desde el comienza hacían gala de un desprecio absoluto hacia esos nuevos huéspedes “quilacos”. Entre los incas de sangre real las normas de protocolo y etiqueta eran interminables. Aunque siguiendo las normas protocolarias de rigor, tuvieron que brindarles una bienvenida amistosa, terminada la ceremonia, debieron criticar la incultura de los recién llegados. Una de las costumbres tradicionales para este saludo protocolario era el intercambio de regalos. Huaina Capac debió alertar desde antes de la salida de Quito a su esposa sobre esta costumbre y ella se debió proveer de presentes de calidad elaborados en su tierra. Otra cosa que debió despertar la hilaridad entre los miembros de la corte era la forma de pronunciar el quechua y el uso de ciertas palabras, ya que el lenguaje de esa alta nobleza era rebuscado y exclusivo. Sin embargo, la hidalguía y exquisito trato del galante Emperador debió subsanar todos estos inconvenientes.

Acerca de la

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