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La independencia del Brasil


Enviado por   •  8 de Septiembre de 2014  •  Trabajos  •  2.704 Palabras (11 Páginas)  •  269 Visitas

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La independencia del Brasil

El largo periodo de colonización portuguesa comienza a contemplar su fin durante el auge napoleónico en Europa, que amenazará directamente con invadir Portugal. El traslado de la corte portuguesa a Brasil supone cambios drásticos en la colonia, no siendo el menos importante el incipiente surgimiento de un cierto sentido de independencia con respecto a una metrópoli cuyos problemas se ven muy lejanos. La existencia de un monarca brasileño se ve como una salida deseada, que en definitiva servirá como un punto intermedio entre la dominación colonial y la emancipación. El reinado de don Pedro servirá para sentar las bases de un Brasil independizado, mientras que en la etapa imperial de Pedro II los cambios afectarán a instituciones tan arraigadas como la esclavitud, proveedora de mano de obra a mínimo precio para las plantaciones.

Los precedentes

El clima intelectual existente en el Brasil de finales del siglo XVIII estaba caracterizado por la importante influencia de la Ilustración. El clima de debate intelectual que se vivía entre la elite brasileña propició la creación de la Academia Científica y de la Sociedade Litéraria y facilitó la discusión y difusión de las ideas renovadoras procedentes de los Estados Unidos y de la Revolución Francesa. Pero al igual que ocurrió en las colonias españolas, sólo algunos grupos reducidos y cultos pudieron acceder directamente a las fuentes de las nuevas ideas y, por lo tanto, sólo ellos fueron afectados por esta profunda renovación ideológica. Estos grupos estaban localizados fundamentalmente en Bahía y Río de Janeiro, que eran los principales centros de poder del Brasil colonial. Pese a sus aparentes contradicciones, los plantadores bahianos y la burocracia carioca funcionaban como grupos complementarios, especialmente frente a los intentos de otros sectores regionales, como el desarrollado en Minas Gerais a la sombra de la expansión de la minería del oro. Al igual que en la América española, en Brasil se produjeron en los últimos años del siglo XVIII y principios del XIX una serie de rebeliones, tratadas por muchos historiadores como precedentes de la independencia, pero que en numerosos casos tienen una lógica propia sin contactos con la emancipación y muchas veces de un claro contenido antifiscal. La primera de estas rebeliones es la conocida como "conspiración mineira" y por su propia condición es la que ha merecido mayor atención por parte de los estudiosos. La conspiración se produjo en Ouro Preto, un centro minero en decadencia en la región de Minas Gerais, y fue encabezada por un pequeño grupo de intelectuales locales y otros provenientes de Sáo Paulo. El movimiento tuvo una clara influencia de las ideas independentistas provenientes de América del Norte y también del liberalismo de raíz europea. Entre los líderes de la asonada se encontraban algunos clérigos, un notorio terrateniente local y dos oficiales de dragones, uno de los cuales era el famoso Tiradentes. El principal objetivo de los conspiradores, que no llegaban a veinte, era el establecimiento de una república democrática en Minas Gerais, que derogaría las restricciones que dificultaban las exportaciones de oro y diamantes, estimularía la producción manufacturera y condonaría la deuda con Portugal. El golpe había sido meticulosamente planeado y debería estallar cuando el gobernador anunciara el cobro de la derrama, un impuesto muy gravoso e impopular. Este hecho nos pone sobre aviso del contenido antifiscal del movimiento. Los conspiradores contaban con la existencia de un fuerte sentimiento de rechazo hacia el impuesto entre los sectores populares, de modo que pensaban incorporar a la causa republicana a los numerosos descontentos con la política tributaria. Gracias a algunas filtraciones el gobernador pudo conocer perfectamente lo que se estaba tramando y tras suspender el cobro de la derrama se dedicó a reprimir a los complotados, que habían hecho gala de una gran ingenuidad e inexperiencia. Cinco de los principales líderes fueron expulsados a Angola y el máximo cabecilla, Tiradentes, fue ejecutado, convirtiéndose así en el primer mártir de la emancipación brasileña. En los años siguientes se produjeron otros conatos de rebelión, que fueron igualmente frustrados. Esto ocurrió con el movimiento de 1794 en Río de Janeiro, de marcada influencia ilustrada, o con la "conjura de los sastres" que tuvo lugar en Bahía en 1798. Este último fue severamente reprimido debido a las órdenes emanadas de la corte, ya que se temía que entre los esclavos negros y los mulatos se propagaran las ideas revolucionarias, conduciendo a procesos de una violencia similar a la desencadenada en Haití. El trágico ejemplo caribeño había escarmentado a los gobernantes coloniales portugueses y la prueba de que los temores no eran infundados fue el levantamiento de los esclavos urbanos y rurales, que en 1807 asoló la región de Bahía. Este movimiento fue castigado con numerosas ejecuciones y una dura represión.

La Corte portuguesa en Brasil

Más allá de la importancia que pudieran tener estos acontecimientos de ámbito local o regional, lo cierto es que el principal impulso para la emancipación provino de la propia metrópoli, aunque la gran diferencia con la América española fue que el traslado de la corte de Portugal al Brasil convirtió a la colonia en el centro de decisión imperial. En noviembre de 1807 los franceses invadieron Portugal para forzar a las autoridades lusas a secundar el bloqueo continental contra Gran Bretaña, obligando al regente, Don Juan, a elegir entre la fidelidad debida a sus tradicionales aliados británicos o la dominación del país por el ejército galo. Al optar por la primera opción, el regente decidió refugiarse en Brasil, en compañía de la familia real y de más de 10.000 cortesanos y burócratas. Su traslado, junto con el de los caudales que llevaba consigo, fue protegido por una escuadra británica. El 22 de enero de 1808 la corte llegó a Bahía, donde fue recibida con grandes muestras de alegría popular. Y si bien en ese momento nada lo presagiaba, la apresurada fuga de Lisboa de la casa de Braganza puso en marcha una serie de fuerzas, todavía incipientes, que catorce años más tarde provocarían la independencia del Brasil. Una vez instalada su corte en Río de Janeiro, don Juan se dedicó al desarrollo de un amplio programa reformista que pretendía cambiar las relaciones coloniales, ya que un Brasil dependiente y con condición colonial no era lo más adecuado para el desempeño real. Entre las medidas adoptadas destacaba el reconocimiento del Brasil como la sede del Imperio portugués y la equiparación entre el status de la metrópoli y el de la colonia. En 1815 se impuso la denominación de Reino Unido de Portugal, Brasil y Algarve para

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