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La insurrección de 1810 y las experiencias regionales

MelochupasEnsayo30 de Noviembre de 2012

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La insurrección de 1810 y las experiencias regionales

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A partir de septiembre de 1808, la Real Audiencia recuperó el control político de Nueva España

reprimiendo violentamente todo proyecto criollo de reforma. Fue entonces que la oposición entre

peninsulares y criollos se agudizó. Los criollos intelectuales y políticos comenzaron a criticar

fervientemente en folletos y pasquines el poder que tenían los comerciantes y mineros gachupines

(usando este término para referirse a los españoles), al tiempo que organizaron juntas secretas o

"conspiraciones" para luchar contra el régimen establecido.

En 18o8 fue descubierta una conspiración en Valladolid (hoy Morelia) en la que participaban

oficiales criollos y miembros del clero bajo, quienes fueron encarcelados. Paralelamente se organizó la

conspiración de Santiago de Querétaro en donde participaron el corregidor Miguel Domínguez y su esposa

Josefa Ortiz, el cura Miguel Hidalgo y Costilla y los oficiales Ignacio Allende y Juan Aldama, entre otros. Esta

conspiración también fue descubierta pero, gracias a la advertencia de doña Josefa, los participantes

escaparon antes de que las autoridades pudieran apresarlos.

Entonces se precipitó el levantamiento armado que los conspiradores planeaban para diciembre, y

la madrugada del 15 de septiembre de 181o, en la villa de Dolores, el cura Hidalgo reunió a los pobladores

y los animó para dar inicio a la insurrección. A partir de ese momento, comenzó a crecer un movimiento

popular y campesino cuyas dimensiones nunca imaginó el grupo de criollos letrados que intentaba dirigirlo.

La primera etapa de la Guerra de Independencia, que va de septiembre de 1810 a marzo de 1811,

se caracterizó por la espontaneidad, desorden y violencia que tomó el movimiento. Miles de indígenas,

campesinos, mineros y trabajadores de las ciudades se sumaron a las multitudes que avanzaban sobre los

pueblos y campos de la zona del Bajío. Iban mal armados, con palos, machetes, hondas y algunas armas

conseguidas en los asaltos a las guarniciones y, a pesar de los intentos de Allende para organizar a las

turbas en un ejército disciplinado, el movimiento no tenía tácticas militares ni un programa revolucionario

establecido previamente.

En pocos días, los revolucionarios lograron tomar las ciudades de Celaya y Guanajuato, en esta

última ciudad el intendente, la guarnición local y los ricos españoles se refugiaron en la alhóndiga de

Granaditas para ser, finalmente, asesinados por las huestes revolucionarias. Después de tomar Valladolid,

las turbas rebeldes se dirigieron hacia la Ciudad de México; sin embargo, Hidalgo, convertido en el

principal líder y guía del movimiento, decidió no entrar a la capital, quedándose en la actual delegación de

Cuajimalpa. Quizá Hidalgo, al anticipar una derrota ante el Ejército Realista comandado por Félix María

Calleja, decidió regresar a los revolucionarios hacia la zona del Bajío.

Para principios de 1811, la insurrección popular se había extendido por diferentes puntos del

territorio (ver mapa de la página 150). Otros líderes locales organizaron sus propios ejércitos y las ciudades

de Guadalajara, San Luis Potosí y Zacatecas fueron tomadas por los revolucionarios. Mientras tanto, en la

costa sur del virreinato, en Michoacán y Guerrero., el cura José María Morelos se ponía a la cabeza de la

1Federico Navarrete, Tania Carreño y Eulalia Ribó, Historia II, México, Castillo, 2008 , pp. 147-148insurrección armada.

La dimensión que alcanzó la insurrección popular

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