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La intelectualidad y participación de los Jesuitas en cuanto a la educación dentro del sur de Chile (Osorno y Puerto Montt), durante su experiencia ideológica y su evolución histórica desde el siglo XVII en adelante

max zuritaEnsayo31 de Octubre de 2017

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Facultad de Filosofía y Humanidades.

Pedagogía en Historia y Ciencias Sociales.

Taller de investigación en Historia.

ICSO205-07.

La intelectualidad y participación de los Jesuitas en cuanto a la educación dentro del sur de Chile (Osorno y Puerto Montt), durante su experiencia ideológica y su evolución histórica desde el siglo XVII en adelante.

Nombre: Claudio Zurita Pérez

Profesor: Ricardo Molina Verdejo

Fecha entrega: 18- Julio- 2017.

Introducción:

        Entender la influencia que tienen ciertos tipos de instituciones particulares en diferentes aspectos de la vida social de la población, es un aspecto interesante de estudiar, puesto que es un acercamiento historiográfico que permite un reconocimiento aproximado de un periodo delimitado.

Es por ello que al estudiar las nociones de diferentes órdenes religiosas como acercamiento general de la tradición religiosa en la enseñanza, y la participación de los Jesuitas como proceso de estudio particular, en cuanto a la educación dentro del sur de Chile, estamos comprendiendo una realidad particular expresada por distintos investigadores que nos acercan a una comprensión meticulosa de cómo funcionó en diferentes etapas de expresión, la participación jesuita en la pedagogía y enseñanza de la nación de Chile.

Al estudiar la historia de la Compañía de Jesús, principal centro de expresión de los Jesuitas, nos permite analizar, cómo se estructuró durante finales del siglo XVI, el inicio de una tradición cultural religiosa, expandida desde Europa, como mecanismo de evangelización y empleo de la difusión, propagación y conservación de la fe, por medio de las misiones, principal mecanismo por el cual se permitió explorar territorios, aprender nuevas lenguas, escribir historias, diseñar y poner en práctica diferentes tradiciones de estudios, que permitirían impulsar esta ideología como una nueva fuente otrora de enseñanza.

En los tiempos que se extendió parte de la expresión del mundo Jesuita, vemos diferentes etapas de predominio de tradiciones políticas e intelectuales que acomodaron la posición de este grupo religioso en diferentes provincias de América, para luego ser parte importante de las nuevas poblaciones del siglo XVIII, incluido Chile. Parte de este momento de apogeo, que se extendió entre 1683 y 1767, se expresaron una serie de usanzas, tanto educativas, culturales, como sociales, donde evidentemente predominaba, una educación fielmente ligada a la evangelización cristiana, ayuda otorgada por la confianza puesta por parte de los reyes, al poner toda su confianza en los jesuitas, como principal orden religiosa evangelizadora.

Es por ello, que nos centraremos en comprender estas lógicas temporales, que repercuten en la impulsión de diferentes niveles que expresan la voz y la experiencia de los actores en la vida y época durante este proceso histórico, delimitado al sur de Chile, predominantemente en las provincias de Osorno y Puerto Montt. Además de evidenciar la expresión de cambio o continuidad en el mundo educativo, de esta religión tras los diferentes encuentros entre Estado, Iglesia y nación. Asimismo, poder analizar, los diferentes debates intelectuales respecto a la predominancia de la tradición jesuita, como objeto de evangelización menos forzosa, pero bastante critica por las siguientes direcciones intelectuales desde el siglo XVII en adelante.

  1. La situación de la educación en Chile desde fines del siglo XVI y  el XVII.

Para conocer la actitud y experiencia acaecida que nos permita comprender el funcionamiento de la situación de la educación en Chile, daremos paso a reconocer las diferentes posturas ideológicas de las religiones predominantes en estos siglos, donde se analizara los contextos desde la conquista precursora de nuestro país, hasta el funcionamiento en la colonia por parte de las ordenes religiosas europeas que transformaron los modos de vida de la población, así como también generaron un método sistémico de educación, principalmente cristiana, que con el pasar histórico y los conflictos de intereses fueron propiciando una mayor experiencia académica, y también el lanzamiento de nuevos grupos revolucionarios y antirreligiosos, siglo después.  

        Entonces, a lo largo de Chile existieron diversos indios pobladores, que en el transcurso de los siglos, dieron asiento a la República de Chile y eran catalogados por la influencia española, como una civilización con características de semi-barbarie[1].

        Para el caso de la zona sur de nuestro país, que se convierte en el espacio delimitado para esta investigación, tenemos que las provincias del sur se encontraron habitadas principalmente por indios huilliches, que vivían entre el Toltén y el Golfo de Reloncaví, perteneciente a la familia picunche. El sur austral, con aborígenes mucho más salvajes que sus vecinos norteños, se extendieron en los distintos archipiélagos de las provincias australes, principalmente por Onas[2].

        Labarca nos ofrece una reflexión importante, puesto que a la hora de saber que educación recibían los indígenas, se puede comprender que la enseñanza para ese tiempo consistió en una educación preferentemente en la ejercitación física, lo que se puede interpretar por medio de una de la obras De Ercilla, en el canto I de < La Araucana>:

(. . . ) Obligación el tiene en los casos de guerra adoctrinallos, con tal uso, cuidado y disciplina que son maestros después de esta doctrina. En lo que usan los niños, en teniendo habilidad y fuerza provechosa, es que un trecho seguido han de ir corriendo por una áspera cuesta pedregosa; y al puesto y fin del curso revolviendo, le dan al vencedor alguna cosa;  vienen a ser tan sueltos y alentados que alcanzan por aliento los venados. Y desde la niñez al ejercicio los apremian por fuerza y los incitan, y en el bélico estudio y duro oficio, entrando en más edad, los ejercitan, si alguno de flaqueza da un indicio, del uso militar lo inhabilitan,  y al que sale en las armas señalado conforme a su valor le dan el grado[3].

De esta cita, podemos comprender que para este siglo y contexto, una educación colegial, no existió. A su vez, los españoles de conquista tampoco aportaron mayor cultura en el plano educativo, demostrando poca proeza incluso en las habilidades básicas de estudio.

  1. Acción y participación de diversas órdenes religiosas en cuanto a la educación chilena.

Posteriormente a finales del siglo XVI y XVII, la población indígena y los constantes abusos y mano de obra forzada, hicieron carecer de brazos indígenas para los lavaderos de oro, sumado a la esclavitud, las enfermedades, principalmente en los valles centrales.

Es por ello, que las misiones no tuvieron en nuestro país la importancia que tenían  en aquellos Estados donde los indígenas se radicaban en grupos populosos y ricos. Sin embargo, no faltaron los aportes y trabajos de los grupos, franciscanos, dominicos y sobre todo de los jesuitas que se extendieron por varias provincias del territorio, principalmente en Tucapel, Santa Juana, Arauco, Santa Fe, Toltén, en la frontera y en las islas de los Chonos.

Es por ello que durante el siglo XVII, será el periodo donde las diferentes obras de los religiosos, permitieron crear una serie de funciones educativas que vienen a cambiar y transforman la vida social de la población de aquí en adelante. Algunos de estos grupos religiosos y civilizadores permitieron ampliar el rol evangelizador y a la vez imponer sistemas educativos a la población nativa. A continuación reconoceremos las principales órdenes religiosas que contribuyeron al igual que los religiosos de la Compañía de Jesús, a fomentar diferentes regímenes escolares, bajo objetivos educativos y didácticos propios de cada orden religioso.

La finalidad cercana de 1os programas tendía a hacerlos converger hacia las disciplinas teológicas que abrazarían los jóvenes más aprovechados. Los estudios estaban, pues, desde sus comienzos, sujetos a las exigencias de la filosofía escolástica y el latín, y orientados hacia las ciencias sagradas. Tales propósitos influyeron en la organizaci6n docente, en la elección del magisterio, en los métodos, en los textos y en el régimen monástico preferente de cada una de las escuelas.

2.1 Los domínicos.

No fueron los primeros en llegar a la capital, pero fueron precursores en abrir un colegio que más tarde sería la Universidad Pontificia de San Miguel, gracias a la subvención de la orden de Santo Domingo, en las manos del Fray Cristóbal Núñez. Para 1595, esta orden religiosa inauguro su cátedra, expuesto frente a su primer lector el Fray Rodrigo Gamboa[4]. Posteriormente, se abrieron otras facultades como la de Artes, Teología y  Filosofía, ampliando la gramática fuertemente en la vida intelectual de este siglo, además de la participación de otros cofrades, el Fray Quezada y Nicolás de Montoya que propiciaron la enseñanza con títulos de bachiller, licenciado, maestro y doctor, para 1621, gracias a que se permitió su fundación de tales casas de estudios superiores, que en 1619 fue ratificado por el Papa Paulo V.

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