La renovación de la Armada y el plan de construcciones navales

La renovación de la Armada y el plan de construcciones navales fue- ron iniciados por Tinajero, nombrado Secretario de Marina en 1714 (prácti- camente primer ministro de Marina), continuados por Alberoni hasta su cese (1719), y apoyados por Antonio de Gaztañeta, que había sido nombrado superintendente de los Astilleros de Cantabria en 1702.

Gaztañeta fue el padre de la cons- trucción naval científica en España, y puso en práctica el primer sistema racio- nal de construcción de barcos de guerra. Era un sistema un tanto primitivo, basado más en la experiencia y en viejas reglas que en principios matemáticos y físicos, pero puso orden en la construcción naval española, y dio origen a barcos sólidos y marineros, alargados, con formas lle- nas a proa y finas a popa, aunque dota- dos de modesto armamento. Entre ellos estuvo el navío Catalán (1719), y destacó el longevo navío Rayo, construido en La Habana (1748) y participante en el com- bate de Trafalgar (1805). El sistema Gaz-

tañeta tuvo defensores y detractores, pero fue capaz de sacar ade- lante un diseño y construir un producto genuinamente español, que en algunos aspectos, como el alargamiento de la eslora de los barcos en relación a su manga, supuso adelantarse a su tiempo.

En 1717, año en que la Casa de Contratación pasó de Sevi- lla a Cádiz, entró en escena José Patiño, posteriormente nombrado Secretario de Marina en 1726, que dio nuevos impulsos a la Armada, potenció y creó Arsenales (Ferrol, Cartagena, Cádiz, Santander (Guarnizo) y La Habana), y con Autrán, que ocupó el puesto de Gaztañeta a su muerte (1728), continuó su sistema de construcción, con barcos de mayor porte como el navío Real Felipe (1732).

A la muerte de Patiño (1736), José del Campillo se hizo cargo de la Secretaría de Marina. La Armada tenía entonces 34 navíos, 9 fragatas y 16 barcos menores. Campillo continuó adelante con la construcción naval a ritmo más lento, y hasta su muerte (1743) entraron en servicio 14 barcos de mediano o pequeño porte.

A Campillo le sucedió como Secretario de Marina el Marqués de la Ensenada, que fue el gran impulsor de la Armada. Con la ayuda de prestigiosos marinos como Jorge Juan y Ulloa, llevó a cabo un amplio plan de construcciones navales, que continuó con Fernando VI cuando éste sucedió a Felipe V (1746). Ensenada reorganizó la Armada, aco- metió la rehabilitación del Arsenal de La Carraca y la construcción de los de Ferrol y Cartagena, racionalizó los métodos de construcción de barcos, impulsó la formación del personal, apoyó el desarrollo indus- trial, y publicó diversas ordenanzas. Prestó oídos a los detractores del sistema de Gaztañeta, y decidió cambiar al sistema de construcción inglés, para lo que envió a Jorge Juan a la Gran Bretaña, a estudiar y obtener información sobre las técnicas de su construcción naval.

Jorge Juan permaneció en Inglaterra de marzo de 1749 a abril de 1750, y trajo a España gran cantidad de información y más de medio centenar de expertos británicos en todos los campos de la construcción de barcos. Como director de construcciones navales, con su equipo se puso manos a la obra para aplicar en la Armada los conocimientos recién adquiridos. Trazó los barcos de la nueva era y redactó las nor- mas de su construcción, aplicando las matemáticas y los principios de la física para determinar las formas del casco, disposición y tamaño de la arboladura, y reparto de la artillería. Sus barcos fueron de for- mas más reducidas, esloras más cortas y mejor ensamblados que los de Gaztañeta, aligerados de pesos altos para mejorar la estabilidad, y cons- truidos con buenas maderas, bien seleccionadas y bien tratadas. Resultaron ser rápidos, fuertes y longevos, aunque a como no ceñir bien. A este sistema se le llamó “ pación de técnicos de aquellas tierras, a la pro ideas de Jorge Juan, y a las murmuraciones p carpinterías de ribera. De su sistema nació en el navío Santísima Trinidad (1769), que con el t a ser el mayor del mundo, y pereció en el te siguió al combate de Trafalgar (1805), cuando contaba 140 bocas de fuego en 4 puentes.

Pero a causa de diversas intrigas, Ense- nada vio suspendida su magnífica gestión, fue fulminantemente cesado y desterrado por Fernando VI (1754), y su puesto en la Secretaría de Marina pasó a ser ocupado por Julián de Arriaga, que siguió con las construcciones de Jorge Juan.

Carlos III. España y la Armada de su tiempo.

Al fallecer Fernando VI (1759), se hizo cargo del trono su hermano Carlos III, que se encontró con una Armada en crecimiento, con 47 navíos de línea, 28 fragatas y muchos barcos menores. Terminó la construcción de los arsenales de Ferrol, La Carraca, Cartagena y La Habana, y prosiguió

con nuevas construcciones del sistema de Jorge Juan. Man- tuvo en su gobierno a casi todos los ministros de Fernando VI, entre ellos Arriaga, que permaneció en el puesto hasta 1776, y aunque levantó el destierro a Ensenada, éste no vol- vió a ocupar sus anteriores cargos.

En política interior, Carlos III tuvo éxitos que supu- sieron una mejora del nivel de vida. Pero en política exte- rior las cosas no le fueron tan bien. Los Pactos de Familia con los reinos Borbones, sobre todo con Francia, lleva- ron a España a guerras en las tenía mucho que perder y poco que ganar. El crecimiento de Inglaterra, las presio- nes de Francia y los intereses de España, le llevaron a fir- mar con Francia el Tercer Pacto de Familia (1761), que ampliado en 1762, supuso la entrada en la Guerra de los Siete Años sobre todo contra Inglaterra, por el dominio de territorios de América del Norte y Asia. Los resulta- dos fueron negativos para España, ya que aunque con- quistó la colonia portuguesa de Sacramento, Inglaterra se apoderó de La Habana y Manila (1762), con grandes pérdidas de barcos y riquezas.

Firmada la Paz de París (1763), Inglaterra resultó

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