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Los esclavos de Yucatán


Enviado por   •  17 de Junio de 2012  •  2.051 Palabras (9 Páginas)  •  421 Visitas

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Los esclavos de Yucatán

Pues pude leer el estado político en el que se encuentra el país durante la dictadura de Díaz; expone los regímenes esclavistas en las haciendas de henequén tanto en Yucatán como en Quintana Roo, así como las identidades de patrones nacionales y extranjeros y funcionarios públicos que apoyan y se enriquecen de la esclavitud de millones de mexicanos pobres. También se exponen diversos casos y testimonios de esclavos que comprueban la cruel realidad que los rodea. A pesar de que México es un país con leyes escritas y una Constitución, es un país en donde la ilegalidad domina por excelencia partiendo desde el propio Gobierno: es un país sin libertad política, sin libertad de palabra, sin prensa libre, sin elecciones libres, sin sistema judicial, sin partidos políticos, sin ninguna garantía individual, sin libertad de conseguir la felicidad. Durante el gobierno de Porfirio Díaz el país no tuvo una contienda electoral y por tanto el Poder Ejecutivo lo gobierna todo por medio de un ejército permanente, donde los puestos políticos se venden a precio fijo y las tierras de la nación y de muchos indígenas, también.

A principios de 1908, el autor cruzó el Rio Bravo, acompañado por un universitario revolucionario –L. Gutiérrez de Lara- y haciéndose pasar por inversionista norteamericano que deseaba invertir en las tierras del henequén en Yucatán, venía a verificar si en realidad existía la esclavitud en México.

Los “obreros” nunca reciben dinero, se encuentran medio muertos de hambre a base de una sola comida diaria con tortilla, frijoles, pescado podrido y una bola de maíz para mascar durante la jornada laboral-, son azotados, trabajan desde las 3:45 de la mañana hasta que se vuelve a poner el sol; son encerrados en una casa que parece prisión; a las mujeres las obligan a casarse con hombres de la misma finca; no hay escuelas para los niños; si se enferman tienen que seguir trabajando y si la enfermedad les impide trabajar, rara vez cuentan con algún servicio médico; la labor principal de las haciendas consiste en cortar las hojas de henequén y limpiar el terreno de las malas hierbas que crecen entre las plantas. A cada esclavo se le señala como tarea un alto número de hojas o plantas que tiene que limpiar, y como éste no se da abasto, su mujer y sus hijos también deben trabajar.

El exterminio de los yaquis

Los yaquis tomaron las armas por primera vez contra el Gobierno de Díaz porque defendían su patrimonio al verse obligados a abandonar sus tierras y las montañas. La cabeza del Gobierno de Sonora deseaba sus tierras y vieron la oportunidad de lucro cuando el Estado mandó un cuerpo militar. Enviaron supuestos agrimensores al valle del Yaqui para poner mojones en la tierra y decir que el Gobierno había decidido regalársela a los extranjeros. Confiscaron 80 mil pesos que el jefe Cajeme tenía depositados en un banco; finalmente enviaron hombres armados a arrestar a Cajedme y como no lo encontraron, prendieron fuego a su casa y la de los vecinos. Desde entonces los yaquis se vieron obligados a pelear y desde aquel día, el Gobierno ha mantenido en el territorio un ejército entre 2 mil y 6 mil hombres. Finalmente en 1894, de modo repentino, les arrebataron las tierras por decreto federal y las traspasaron al general Lorenzo Torres, quien fue jefe militar en Sonora. Al Gobierno se le señala como culpable de las más horribles atrocidades como masacres masivas y apreciables recompensas a todo aquel que matara un yaqui.

La guerra terminó empatada y a los guerreros yaquis se les cazaba, y millares de ellos optaron por rendirse. Sus jefes fueron ejecutados y a los que se habían rendido se les cedió un territorio más al norte, pero resultó ser un desierto y uno de los lugares más inhóspitos de toda América.

Algunos yaquis se trasladaron a otros lugares del Estado para trabajar como obreros de minas norteamericanas, otros encontraron empleo en los ferrocarriles y el resto como peones agrícolas. Parte de la tribu yaqui perdió su identidad y se mezcló con los pueblos cercanos; y a estos yaquis pacíficos los capturan y los deportan a Yucatán para trabajar como esclavos en las haciendas de henequén.

Unos cuantos yaquis, entre cuatro o cinco mil, continuaron luchando por sus tierras y se establecieron en las montañas, pero nunca perdieron en el camino la amenaza de ser asesinados injustamente por militares del Gobierno.

La deportación de yaquis a Yucatán y a otras partes de México bajo el régimen esclavista empezó a tomar grandes proporciones cerca de 1905. Los yaquis mueren en tierra extraña, lejos de sus familias, puesto que todas las familias yaquis enviadas a Yucatán son desintegradas en el camino: los maridos son separados de las mujeres y los niños arrancados de los pechos de las madres.

En la ruta del exilio

Los yaquis se dirigieron a Yucatán, al llegar al puerto de Guaymas, Sonora, abordan un barco de guerra del Gobierno hasta el Puerto de San Blas. Viajan amontonados en la bodega sucia de popa. Muchos mueren en el camino por hambre o enfermedad y tienen que recorrer largas distancias a pie.

Los yaquis desterrados son enviados a las fincas huequeras como esclavos, exactamente en las mismas condiciones que los cien mil mayas que se encontraban en las plantaciones. Se les trata como muebles; son comprados y vendidos , no reciben jornales; pero los alimentan con frijoles, tortillas y pescado podrido. A veces son azotados hasta morir. A los hombres los encierran durante la noche y a las mujeres las obligan a casarse con chinos o con mayas. Se les caza cuando se escapan y son devueltos por la policía cuando llegan a sitios habitados. A las familias desintegradas no se les permite que vuelvan a reunirse. Una vez que pasan a manos del amo, el Gobierno no se preocupa por ellos ni los toma ya en cuenta; el Gobierno recibe su dinero y la suerte de los yaquis queda en manos del henequero. Si los yaquis logran sobrevivir el primer año de trabajo forzado, generalmente se adaptan bien y son buenos trabajadores, pero por lo menos dos tercios de ellos mueren en los primeros doce meses

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