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Los mejores Gobiernos radicales y los chicago boys en chile


Enviado por   •  23 de Junio de 2017  •  Ensayos  •  3.041 Palabras (13 Páginas)  •  273 Visitas

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El siguiente documento trata de dos aspectos importantes que surgieron en Chile, por un lado los Gobiernos Radicales que tuvieron gran influencia durante los años 1938-1952 y el profundo proceso de  transformaciones por el que fue sometido Chile a mediados de los años 70, más conocido como Escuela de Chicago donde se hace hincapié a las bases de la transformación económica Chilena.  Realizaremos una descripción de los aspectos relevantes durante estos dos periodos que intervinieron en los cambios que experimentó Chile en cuanto a su economía, para finalizar con un análisis que nos ayude a dilucidar Cuál de las estrategias implementadas ha significado una mayor contribución para nuestro país.

Por Gobiernos Radicales se conoce aquellos mandatos que buscaban el desarrollo económico de Chile y  la justicia social, cuya base ideológica se centraba en los principios igualitarios de la Revolución Francesa. Su base de actuar política se centraba en sus postulados de libertad, igualdad, solidaridad, participación y bienestar. Nacido a mediados del siglo XIX como una respuesta a la alternancia liberal conservadora en los gobiernos de Chile, se encargó de representar de la mejor forma a la naciente clase media, surgida en base al desarrollo económico y el crecimiento del Estado. Su triunfo como coalición en el Frente Popular lo llevó a la cima del poder, pese a  lo largo de sus gobiernos sus coaliciones fueron débiles y no tendieron a durar.[1] Aparte de lograr triunfar en las elecciones durante tres ocasiones consecutivas, esta fase es conocida además porque su política económica tenía como iniciativa importante hacer intervenir al Estado en las diversas esferas de la producción y de la vida económica del país, lo que habría significado una ruptura  con el antiguo estado liberal, lo que dejaba toda la iniciativa a la empresa privada. Más precisamente, se afirma que el partido radical tuvo el mérito de haber dado un impulso decisivo a la transformación de la economía del país, favoreciendo la industrialización y diseñando los primeros intentos de planificación en Chile, gracias en parte a la creación de CORFO en 1939. Por estas razones, el radicalismo aparece como el antecesor de las concepciones económicas que los partidos de izquierda intentarían implantar en los años posteriores. Su presidente inicial, don Pedro Aguirre Cerda, profesor y abogado de la Universidad de Chile, era un ejemplo de la clase que representaba, su gobierno durante los años 1398-1941, fue el primero de tres administraciones sucesivas encabezadas por el Partido Radical, siendo el único en permanecer en la memoria popular del siglo XX, al liderar el Frente Popular y llevar a cabo un gobierno que promovió la industrialización y la educación al servicio de los intereses populares. Durante su mandato, impulsó un fuerte proceso de industrialización, para lo que fundó la Corporación de Fomento a la Producción como parte de un ambicioso plan de desarrollo económico que contemplaba la construcción de plantas eléctricas y siderúrgicas, la explotación de petróleo, el apoyo a la industria manufacturera y la mecanización de la agricultura, donde mencionaba que el Estado debía redistribuir las tierras improductivas donde  contempló la reforma agraria, la que nunca llegó a efectuarse en ésos años. Posterior a su Gobierno durante la Alianza Democrática,  eligió a un miembro del ala conservadora del Partido Radical como candidato a la presidencia, el abogado Juan Antonio Ríos, cuyo mandato se establece durante los años 1941-1946. El gobierno de Ríos se convirtió en una especie de parlamentarismo, por la debilidad de sus gabinetes y su corta duración, dada la incompatibilidad de las posturas que se encontraban representados en su gobierno. Los comunistas peleaban con él por no cortar las relaciones con las naciones del Eje, mientras que la derecha lo acusaba de ser débil con la izquierda. Al mismo tiempo los socialistas no lo apoyaban por ser demasiado flexible con los empresarios y no promover la legislación obrera donde incluso el mismo Partido Radical le presentó en 1944, una serie de propuestas que para él resultaron inaceptables provocando que su rechazo  a aceptar estas condiciones estimulara la salida de la totalidad de los radicales del gobierno, dejando al presidente sin partido. Producto de estas graves y profundas divisiones temporales, no fue de extrañar que la oposición derechista obtuviera grandes avances en las elecciones parlamentarias celebradas en 1945. Esto significó una ruina muy significativa para los partidos comunista y socialista que bajaron sustancialmente en sus votos y quedaron casi excluidos del Congreso. Por otro lado, los radicales sufrieron una baja limitada, mientras que el descontento con la incapacidad del gobierno y los partidos los capitalizó la derecha. Como tercer presidente del partido radical don Gabriel González Videla, ejerció su mandato durante los períodos 1946-1952, cuyo gabinete estuvo integrado por radicales, liberales y por primera vez en la historia del país, comunistas, quienes ocuparon las carteras del Trabajo, Agricultura y Tierras y Colonización quienes sin embargo, en abril de 1947, debido a una serie de movilizaciones sociales impulsadas por los comunistas y producto del impacto de la Guerra Fría en Chile,  debieron abandonar el gabinete. En adelante, González Videla gobernó con los más diversos sectores e incluyó a militares en varios de sus gabinetes, entre los que destacó la presencia del almirante Holger como Ministro del Interior en dos ocasiones.[2] En septiembre de 1984, tras un año de fuertes conflictos sociales, promulga la Ley de Defensa Permanente de la Democracia, declarando como ilegal al partido comunista, desatando una persecución en contra de sus militantes, entre ellos Pablo Neruda. Uno de sus hitos importantes ocurrido durante las elecciones parlamentarias de marzo de 1949 fue la extensión del derecho al voto femenino y dentro de sus proyectos importantes destaca el Plan Serena, donde invierte grandes sumas de dinero para remodelar arquitectónicamente su ciudad natal.  Otro hecho importante que cabe señalar realizó durante su mandato fue que logró  detener la inflación que venía aumentando desde hacía una década, gracias a su ministro de Hacienda Jorge Alessandri Rodríguez, quien no sólo pudo contener este hecho sino que además consiguió obtener un superávit fiscal. Sin embargo, la restrictiva política de gasto fiscal provocó en enero de 1950 el paro de los empleados de varios servicios públicos como: electricidad, teléfonos y ferrocarriles, lo que provocó la caída de todos los ministros. El nuevo gabinete de "Sensibilidad Social" no contó con mayoría en el Congreso, lo que debilitó considerablemente al presidente en sus últimos años de gobierno y dio término a la llamada "era radical”. Ya a partir de mediados de los 70 se inició en la economía chilena un profundo proceso de transformaciones, el que dio impulso a un progreso sostenido de ésta en las décadas posteriores. Este proceso de reformas tuvo lugar en el contexto de un prolongado y severo estancamiento de la actividad productiva, junto con importantes desequilibrios fiscales que amenazaban con desatar una hiperinflación. Las bases de la transformación económica chilena, conocida como  Escuela de Chicago, señala como principales protagonistas a un grupo de jóvenes estudiantes de economía, de las mejores universidades de chile, los cuales viajan hasta la Universidad de Chicago para aprender las ideologías económicas de Milton Friedman,  capacitación que fue el resultado del "Proyecto Chile", organizado en 1950 por el Departamento de Estado de EE.UU. y financiado por la Fundación Ford, que tenía por objetivo influir en el pensamiento económico chileno. El proyecto fue completado a principios del año 1970 cuyo diseño e implementación de estas políticas cambiaron radicalmente el rumbo de la economía chilena. Al igual que en la mayoría de las economías latinoamericanas, el enfoque de política económica predominante desde la Gran Depresión se caracterizaba por una activa presencia del gobierno en el funcionamiento de éstas, en un marco de fuerte desconfianza en la eficacia del mercado como mecanismo de asignación de recursos. La intensa intervención del gobierno en la economía tendió a ahogar la capacidad de crecimiento de la economía, provocando un evidente desencuentro entre las expectativas de mayores beneficios provenientes del aparato público y la posibilidad de financiarlos sin recurrir a la emisión del Banco Central. Como era de esperar en economías esencialmente cerradas, la estructura de exportaciones se encontraba fuertemente concentrada en los recursos naturales abundantes, en el caso chileno el cobre,  lo que más allá de las consecuencias que esto producía en términos de la eficacia del proceso de asignación de recursos, configuraba una fuerte dependencia de las cuentas fiscales del nivel de los términos de intercambio. El uso de la inflación como fuente de financiamiento del gobierno tendía a crecer en períodos de deterioro de éstos términos. Si bien los signos de pérdida de dinamismo de la economía chilena comienzan a aparecer con claridad a fines de los 50, la reacción de los sucesivos gobiernos fue más en la dirección de “intensificar la dosis” más que de “cambiar la medicina”. Con ello lo hace la inflación, arrastrada por el desencuentro que se produce entre las expectativas de progreso y la capacidad de la economía de dar respuesta a ellas, lo que en definitiva termina presionando las cuentas fiscales y la tasa de expansión monetaria. Así, a partir de los 60 se produce una intensificación de estas tendencias, proceso que se radicaliza fuertemente con la llegada al poder del gobierno socialista de Salvador Allende.[3] 

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