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¿Mutaciones institucionales y/o neoliberalismo? François Dubet


Enviado por   •  16 de Octubre de 2018  •  Ensayos  •  2.646 Palabras (11 Páginas)  •  202 Visitas

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¿Mutaciones institucionales y/o neoliberalismo?

François Dubet

El mundo actual está sometido a una ofensiva liberal, pero ella no podría tomarse como la causa única de los problemas actuales de la escuela. En primer lugar, porque esta ofensiva no es la misma en todo el mundo y sobre todo porque la escuela está confrontada con mutaciones y pruebas de naturaleza extremadamente diferentes y sólo algunas de ellas se deben a las políticas neoliberales, mientras que otras se inscriben en una mutación mucho más larga y profunda de la misma institución escolar. Es por esta razón que el autor situaría los problemas engendrados por el neoliberalismo en una evolución más profunda, la que se relaciona con la declinación de una forma escolar canónica de socialización definida como un programa institucional.

El programa institucional

La palabra ‘programa’ debe ser entendida en su sentido informático, el de una estructura estable de la información, pero cuyos contenidos pueden variar de manera infinita. Este programa es ampliamente independiente de su contenido cultural y puede ser definido por cuatro grandes características independientes de las ideologías escolares que se transmiten.

Valores y principios “fuera del mundo”: La escuela fue “inventada por las sociedades dotadas de una historicidad, es decir, las sociedades capaces de producirse y de transformarse a sí mismas desarrollando un modelo cultural ideal susceptible de sustraer a los niños de la evidencia exclusiva de las cosas, las tradiciones y las costumbres. En este sentido, la escuela siempre está ubicada bajo la empresa de un modelo cultural “fuera del mundo”, como una ciudad idea. El programa institucional primero fue definido por un conjunto de principios y valores concebidos como sagrados, homogéneos fuera del mundo y que no debían ser justificados.

La vocación: Desde el momento en que el proyecto escolar es concebido como trascendente, los profesionales de la educación deben ser definidos por su vocación más que por su oficio. Durante mucho tiempo la formación de los maestros consistió en confiar más en la fuerza de sus virtudes y de sus convicciones que en la de sus talentos pedagógicos. La vocación reposa sobre un modelo pedagógico implícito, bien iluminado.

La escuela es un santuario: En la medida en que la escuela se identifica con principios situados “fuera del mundo” y en que sus profesionales sólo rinden cuentas a la institución, ésta debe protegerse de los “desórdenes y pasiones del mundo”. Los programas escolares son antes que nada “escolares” y generalmente los conocimientos más teóricos y abstractos y más “gratuitos” son los más valorizados, mientras que los saberes más inmediatos y socialmente útiles se reservan para los alumnos menos “dotados” y socialmente más desfavorecidos. Los padres son invitados a confiar sus hijos a la escuela sin mezclarse en la vida escolar con el fin de preservar la igualdad de los alumnos.

La socialización también es una subjetivación: El programa institucional se basa en una creencia fundamental; la socialización, es decir, el sometimiento a una disciplina escolar racional, engendra la autonomía y la libertad de los sujetos. Durante mucho tiempo el programa institucional ha sido percibido como liberador cuando se basaba en un sistema de creencias y disciplinas.

Es preciso subrayar algunas ventajas de este modelo. Podemos distinguir tres. La primera es que basa la autoridad de los docentes en valores y principios indiscutibles: de este modo, el maestro dispone de una autoridad que es la de la misma institución. La segunda ventaja se relaciona con el hecho de que la escuela es un santuario, ella posee la capacidad de externalizar sus problemas considerando que la causa de sus dificultades viene de su medio ambiente: desigualdades sociales, fallas de las familias, políticas públicas, capitalismo... La crítica no se orienta hacia la escuela, sino hacia a la sociedad que impide que su funcionamiento se desarrolle plenamente. Tercera ventaja: en la medida en que se apoya en las vocaciones y en los principios compartidos, la institución escolar puede ser una organización relativamente simple, basada en un orden mecánico más que en un orden orgánico.

La declinación del programa institucional

La modernidad ha introducido un virus en las instituciones que las descompone poco a poco.

El desencantamiento del mundo: La institución reposa en una concepción vertical y trascendente de la producción del sentido y del lazo social mediante la religión y lo sagrado laico. Pero las instituciones laicas han abandonado las referencias religiosas mediante la ruptura entre lo privado y lo público, pero sin abandonar la idea de que la vida pública está dirigida por principios trascendentales y que se imponen de un modo vertical. Las sociedades modernas, en la medida en que son más democráticas e individualistas, menos postulan un universo de sentido común que los programas institucionales tienen vocación de socializar. No es que las sociedades modernas no tengan valores, sino que el fenómeno nuevo y fundamental es el hecho de que estos valores aparecen como mutuamente contradictorios. La legitimidad de la cultura escolar ya no se impone con la misma fuerza en las sociedades donde la cultura de masas, se la juzgue como se la juzgue, debilita el monopolio cultural de la escuela. Hoy en día, los niños escapan directamente de los límites de su propio mundo social gracias a los medios masivos de comunicación que ofrecen una alternativa cultural a la escuela en la medida en que también ofrecen un modo de entrada en un mundo ampliado. La escuela se encuentra entonces en competencia con culturas cuyas capacidades de seducción sobre los niños y adolescentes no son despreciables y desde hace treinta años los docentes se preguntan cómo domesticar esta cultura que se basa en la rapidez, el zapping y la seducción, principios que contradicen el rigor de los ejercicios escolares.

La profesión reemplaza a la vocación: Cuanto más los valores que sustentan a la institución son percibidos como inciertos y contradictorios, menos puede la autoridad basarse en esos valores. A partir de allí, el modelo de la vocación declina. Se espera menos que los docentes encarnen principios fundamentales a que demuestren sus competencias y su eficacia profesional. Ya no es suficiente “creer”, es preciso demostrar que se es eficaz y todas las escuelas han conocido fenómenos comparables de extensión de la organización y de división del trabajo.

El fin del santuario: A partir de la Segunda Guerra Mundial, la mayoría de los países industriales ha emprendido una profunda masificación escolar ampliando considerablemente el acceso a la enseñanza secundaria superior. Este cambio cuantitativo ha erosionado progresivamente los muros de los santuarios escolares porque todos estos nuevos alumnos, que no son ni los herederos, ni los “buenos alumnos” de antaño, han acarreado con ellos los problemas de la adolescencia y los problemas sociales de los que hasta entonces la escuela estaba ampliamente protegida. Esas instituciones, que antes eran organismos relativamente simples, ya que se descontaba que todos los individuos compartían los modelos y las creencias, hoy son progresivamente reemplazadas por organizaciones cada vez más complejas, cada vez más administradas

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