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Neoliberalismo e ideologias.


Enviado por   •  26 de Marzo de 2017  •  Ensayos  •  2.042 Palabras (9 Páginas)  •  219 Visitas

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El modo más sutil que puede arbitrar una ideología para imponerse y perdurar es proclamar la muerte de las ideologías y mostrarse bajo otro semblante, por ejemplo, la ciencia. Es lo que sucedió por casi un siglo con el positivismo. La ciencia positiva hace las veces de la política, la filosofía y la teología, y siempre como evidencia apodíctica y sagrada. Y así, disentir razonablemente de una hipótesis científica, pasa a ser un sacrilegio y una rebelión; y el que se atreve a tanto no merece el honor de una respuesta científica sino la marginación condescendiente o brutal: ha perdido la contemporaneidad y no tiene sentido dirigirle la palabra.                                                                                                     Eso pasa hoy con el Neoliberalismo. Es un modo de practicar la economía política que está alcanzando vigencia planetaria. Pero el que esta práctica haya logrado imponerse no significa la convalidación de sus postulados; sólo atestigua la contundencia de los medios (tanto políticos como económicos).                           "Se ha demostrado que los organismos de decisión política o administrativa no obedecen al tipo de comportamiento altruista que postuló, con cierta ingenuidad, el intervencionismo económico del siglo XX".                                                               El neoliberalismo a tenido un impacto en latino américa como El aún reciente deceso de Hugo Chávez ha motivado hasta el día de hoy un intenso debate acerca de sus posibles repercusiones para el futuro del proceso venezolano y sus consecuencias para la región. Mientras las derechas afilan sus colmillos, en múltiples planos se debaten sus posibles efectos en experiencias como las de Bolivia, Ecuador o incluso Argentina y Brasil, de acuerdo a algunos. Experiencias que comparten un signo de incuestionable democratización social y política si se las compara con la enorme exclusión económica, social y política de vastos sectores de la población en nuestro país.                                                                      No buscamos en estas líneas hacer predicciones acerca del devenir del proceso venezolano y otras experiencias latinoamericanas. El presente artículo busca esbozar a grandes rasgos un marco interpretativo que permita abordar conceptualmente las transformaciones producidas en las últimas décadas en América Latina. Se busca trazar una genealogía de éstas, que sirva como provocación al debate y como herramienta para extraer las lecciones necesarias que permitan apropiarnos de manera creativa del legado político de estas experiencias en la tarea de construir una vía de superación del capitalismo en Chile y el resto del continente.                                                                                       Una empresa de estas características se enfrenta a dos desviaciones muy recurrentes entre distintos sectores de la izquierda. Por un lado, obnubilarse con estos procesos y su carácter propiamente socialista. Se trata de una visión centrada únicamente en Chile, que concibe nuestro de neoliberalismo extremo como el único capitalismo posible, sin considerar las numerosas experiencias de capitalismo nacional en la historia del continente ni la capacidad del modelo de reinventarse y adaptarse a las peculiaridades de cada sociedad.                           En el otro extremo, se impone un paralizante pesimismo, en el cual basta con establecer con académica torpeza el corte entre lo que es o no socialismo, para luego negar toda posibilidad de aprendizaje respecto a los procesos de democratización y protagonismo popular que hoy se viven en varios países de la región. Si desde la perspectiva anterior se impone una tentación de replicar mecánicamente dichas experiencias en nuestro país sin hacerse cargo de la especificidad del neoliberalismo chileno, aquí lo que prima es una profunda incapacidad de extraer lecciones de éstos que puedan resultar útiles para construir nuestra propia vía hacia la superación del capitalismo.                                      Chile no es la única experiencia en que la transformación neoliberal ha avanzado sin mayores crisis sociales ni conflictividades asociadas que la hayan puesto en tela de juicio. Experiencias como la colombiana, la peruana o incluso la mexicana, más allá de sus diferentes grados de avance, también caben dentro de este saco.  Sin embargo, sí existen dos elementos distintivos en el “giro neoliberal” chileno que resulta relevante consignar.                                                                Por un lado, lo temprana que fue su implementación. Se ha señalado frecuentemente que Chile anticipó lo que años después sería el llamado “Consenso de Washington”: la primera formulación explícita a finales de los años ’80 de lo que puede concebirse como un programa político-económico propiamente neoliberal para América Latina. Cuestiones como el creciente giro primario-exportador, la privatización de empresas estatales y servicios públicos, los ajustes monetarios como también al nivel del mercado laboral, por nombrar algunas dimensiones, han avanzado y se han profundizado sin mayores sobresaltos en nuestro país desde mediados de los años ‘70.                               Por otra parte, y ligada a lo anterior, la otra gran excepción chilena es que las bases de la transformación neoliberal se hayan sentado en dictadura, a diferencia de la mayoría de los países de la región, donde los principales impulsores de este curso de reformas fueron los regímenes democráticos posteriores a los autoritarismos. De ahí que por lo general la historia reciente de muchos países de la región, a diferencia de Chile, ha estado marcada por la incapacidad para estabilizar un orden político después de las dictaduras, así como la recepción conflictiva de las reformas neoliberales, al punto que éstas en muchos casos se ven reformuladas o de frentón revertidas.

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