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No eran orgías de imaginación lo que había que temer a los chilenos


Enviado por   •  15 de Diciembre de 2015  •  Ensayos  •  2.672 Palabras (11 Páginas)  •  145 Visitas

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“No eran orgías de imaginación lo que había que temer a los chilenos.”

M. Menéndez y Pelayo

Para comenzar este ensayo me gustaría retomar las reflexiones que realiza el académico de la lengua Marcelino Menéndez y Pelayo sobre la situación de la poesía chilena a finales del siglo XIX. Para Menéndez y Pelayo, Chile, era un país donde pesaba más el carácter práctico y juicioso de los intelectuales; poco inclinados a las idealidades, como resultado de su herencia vasca (cit. en Binns 53) En efecto, el crítico valoraba la admirable vida civil de Chile, sus respetables juristas e historiadores, pero hacía notar la ausencia de poetas.

Esta misma reflexión determinista se proyectó al futuro, donde supuestamente lo que se tenía que temer de Chile “No eran orgías de imaginación.” Parecía ser que debíamos resignarnos ante la evidencia y aceptar nuestro “destino” ¿Cómo pasamos entonces  de ser reconocidos internacionalmente como un país de historiadores; Grave y severo, a ser reconocido como un país de poetas.

Marcelino Menéndez y Pelayo decía que no había que temer de Chile orgías de imaginación, pero finalmente hubo orgías de imaginación. Desde el año 1892 a 1936, el panorama ya no era, ni podía ser el mismo. Los hispanoamericanos se encontraban construyendo su propio canon. Tanto Vicente Huidobro como Pablo Neruda “habían clausurado en Madrid la vanguardia en lengua española” (Binns 58)

Dentro de la producción poética de 1935 no sólo podemos destacar Residencia en la tierra sino también, la primera edición de Las cien mejores poesías chilenas. 

Una figura importante en ese entonces Alone, lamentaba la derivación vanguardista de la poesía de Neruda y abogaba por una poesía sin “estrofas obscuras” (cit. Binns 55) comprensible y agradable, “clara”, que prodigara goce estético y fuese fácil de memorizar.

Durante la guerra civil española se escribieron un importante número de romances bélicos. La publicación de estos romances coincidió con el anuncio del asesinato de Federico García Lorca. En este contexto, Oscar Castro escribiría su “Responso a García Lorca”.  La obra poética de Castro, cumplía; de cierta forma, con las exigencias de Alone; era fácil de memorizar y especialmente era “clara”

Aunque en España ya había decaído la composición de romances, la influencia del romancero de guerra y el mito de la muerte de García Lorca continuaba teniendo una enorme relevancia en nuestro país. Nialls Binns nota que es a través de la figura de Nicanor Parra que Federico García Lorca logra influir decisivamente en la poesía chilena y su evolución en los años venideros.

Esto debido a que en el Romancero gitano podemos observar una “dignificación de la poesía popular de tradición oral” (57). La Antipoesía; más adelante, se apropiará de elementos y recursos utilizados en la poesía popular y en los romances compuestos por Lorca. De esta manera, la Antipoesía introdujo recursos narrativos y dramáticos. Por otra parte, resulta notable el uso de registros conversacionales, así como también apelaciones al lector (57)

En Cancionero sin nombre de Parra, se aprecia una propuesta donde se utiliza el humor y el yo poético se oculta a través de personajes. Los poemas presentes en el cancionero, pretendían llegar a todo el mundo, más allá de las clases sociales, vinculándose así con la llamada “Poesía de la Claridad”. También, retomaron algunos recursos provenientes del postmodernismo y  claramente, la poesía popular. Federico Schopf en su trabajo El desorden de las imágenes piensa que estos poemas de Parra, de una u otra manera, dan una imagen falsa y algo populista de la vida, pero que con el paso del tiempo y la influencia de la obra posterior de Nicanor Parra “parte de esas imágenes se han hecho cómicas” (159)

No se puede dejar de mencionar, que mientras Pablo Neruda había hecho de sí mismo una “figura”, los poetas más jóvenes habían dejado de interesarse por sus producciones más recientes y recordaban tal vez con cierta nostalgia al Neruda de Residencias. Neruda, claro está, continuaba siendo una figura hegemónica durante el período de la Guerra Fría, pero su propuesta de poesía “pedagógicamente comprometida” (política) cercana al realismo socialista y al stalinismo no convencía a estos jóvenes (Schopf: 06) Ello fue la razón que posiblemente los llevó a encontrarse con la poesía de Parra.

Neruda se instalaba como un poeta elevado, como “el Gran Pedagogo”, con una representación totalizadora de la realidad histórica, pero en la Antipoesía y en los trabajos de Parra, no sólo hallamos una desacralización de la figura del poeta que desciende al nivel de los lectores. Encontramos, del mismo modo, la introducción de la oralidad en esta escritura; escritura parriana, que vendría a ser el registro de un discurso oral, y que, más adelante, tomará  también lo visible como recurso expresivo (por ejemplo en Artefactos).

Binns en  “Cincuenta años de poesía chilena (1950-2000)” considera que en 1954 Nicanor Parra con Poemas y antipoemas cambiaría el rumbo de la poesía en nuestro país (787) Poemas y antipoemas produjo un enorme impacto entre los poetas jóvenes. A estos dos elementos que llamaban poderosamente la atención en la composición del poeta (la desacralización del yo poético y la reincorporación de la oralidad, de ese “discurso cotidiano”, donde encontramos frases hechas, lugares comunes y determinadas construcciones sintácticas; siendo, posiblemente, la utilización de ese discurso coloquial el rasgo más sobresaliente de esta poesía) debemos agregar que el antipoeta, además, traslada estos discursos de lugar, y no sólo el discurso coloquial, también otro tipo de discursos no literarios como: el periodístico, el litúrgico, el psicoanalítico, etc. Armando Uribe dirá al respecto “La antipoesía de Parra reproducía nuestra propia vida; era poesía por el lado del revés, por el lado que uno vive cuando no admite el mundo como es y no sabe cómo debe ser” (cit. en Schopf 158)

En los trabajos de Parra estamos en presencia de un sujeto provinciano; un individuo que proviene de la periferia y que se instala en la urbe o metrópoli, presentando un marcado rechazo hacia la cosificación de la vida moderna, su inhumanidad, pero que por otra parte, se siente atraído; seducido por sus “vicios”. La identidad del sujeto se desintegra al entrar en contacto con esta sociedad (Schopf: 06-07)

En el caso particular de Poemas y antipoemas, si bien es cierto que puede apreciarse un retorno al “paraíso perdido” de la infancia en la provincia, aledaña a esa nostalgia, se presenta una ironía sutil, junto con la degradación del yo poético y su naturaleza contradictoria; ambas características serán una constante en su poesía posterior. Las limitaciones no sólo están presentes en el autor, también en los distintos personajes de estos poemas. El habla utilizada es cotidiana, pero los sujetos pierden el control de sus ideas, los discursos; como señala Binns “se descarrilan en un collage fragmentario de lenguajes de diversa procedencia” (788) ello sería el  reflejo de su mismo caos interior.

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