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PIRANDELLO ANTE LA VIDA.


Enviado por   •  8 de Junio de 2016  •  Apuntes  •  1.786 Palabras (8 Páginas)  •  226 Visitas

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INSTITUTO SUPERIOR DE FORMACIÓN  DOCENTE Y TÉCNICA Nº 158.

PROFESORADO DE TERCER CICLO DE LA EGB Y DE LA EDUCACIÓN POLIMODAL EN LENGUA Y LITERATURA.

Historia Social y Cultural de la Literatura IV

PIRANDELLO ANTE LA VIDA

        Para quien, como Pirandello, ha experimentado graves desazones familiares y actuado en un periodo histórico de violenta crisis político-social y nutrido su espíritu en la frecuentación de la filosofía; la vida no puede ser un alegre corso, y el hombre, protagonista del drama vital, ha de parecerle un histrión que no logra acordar lucidamente sus ideas con sus sentimientos  y que tampoco rige firmemente su voluntad.

        “¿Estamos- se pregunta alguien en El difunto Matías Pascal- estamos o no sobre un invisible trompito cuyo cordel es un hilo de sol, sobre un enloquecido granito de arena que gira y gira sin saber por qué y sin llegar nunca a destino, cual si se complaciera en girar de ese modo para hacernos sentir, ora un poco más de calor, ora un poco más de frío, y para hacernos morir al cabo de cincuenta o sesenta vueltas, frecuentemente con la convicción de haber cometido una serie de pequeñas tonterías?” Este párrafo de 1904 marca ya el derrotero del pensamiento pirandelliano.

        Algo resta, sin embargo. Resta para nuestro efímero consuelo la valentía del hombre  y para halago de nuestro infantil orgullo, algunas posibilidades menudas: tal vez la de elaborarnos un mundo distinto del natural a fin de satisfacer nuestras necesidades, un “mundo de ficción” al cual asigna validez exclusiva el hombre que es su artífice. Mundo: especie de taller con buen instrumental y especie de fábrica para producir y combinar ingeniosas convenciones sociales. Eso nos resta.

        Y más todavía. Porque podemos afirmar sin error que el hombre, aun siendo una pobre bestia, tiene en sí algo innencontrable a su alrededor. Ya que las herramientas de nuestro taller y lo fabricado por nuestra inteligencia e imaginación consiguen confortarnos, aunque fugazmente. Puede el hombre ser “esta bestia que roba, esta bestia que mata, esta bestia mentirosa (…) mas en un instante feliz y excepcionalísimo, hasta escribe la ´Divina Comedia” (escribe Pirandello en la misma novela) ¿Lo tranquilizan tan minúsculas compensaciones? No, porque se aflige al apreciar la esterilidad de su meditación tenaz y al vislumbrar la ilogicidad del mundo donde habita y comprobar que siempre transita entre embustes e insanias. Sólo merece piedad, generosa piedad comprensiva.

        Así se explica por qué los personajes pirandellianos dicen “per carita” tan a menudo, implorando conmiseración porque están persuadidos de su endeblez irremediable. Y esa conmiseración que ellos imploran es, a su vez, el sentimiento del autor al contemplarlos como reducida imagen de la condición humana, ofrenda afectiva que Pirandello tributa al dolor de sus semejantes equiparable a su propio dolor.

        En sus obras teatrales innumerables veces repite la fórmula para hacernos recapacitar sobre cómo al vivir “nos fijamos” en el molde de “una forma”, la cual, aun mudable y diversa como diversa y mudable es nuestra conciencia al fluir de cada minuto, resulta circunstancialmente válida para nosotros. La única en que nos sentimos nosotros mismos, aunque no para los demás, ya que todo es en la medida de nuestro convencimiento y todo deja de ser, como humo de virutas, en la medida de nuestra incertidumbre o de nuestro descreimiento.

        Esta irrenunciable potestad de nuestra intelección fragua el mundo de cada cual. Lo crea íntegramente: personas, hechos, cosas, lo re-crea. Somos consiguientemente distintos en función de juicios antagónicos: el nuestro, el de otro, el de los otros.

        Nuestro recóndito vivir nos forma y nos reforma en una constante y forzosa trasmutación. Parejamente, la realidad, lo externo a nosotros- personas, hechos, cosas-cambia según la desigual visión con que, al percibirla, la valuamos a cada paso. No basta la propia conciencia. Fiarse de esta es fiar en datos cuya evidencia dura el momento en que la mente los registra.

Pirandello, en una declaración en Il teatro italiano, glosa estas ideas del siguiente modo: “creo que la vida es una muy triste bufonada, pues sin poder saber ni indagar ni por qué ni de quién, sentimos siempre la necesidad de engañarnos a nosotros mismos con la espontánea creación de una realidad (una para cada cual y nunca igual para todos), la que, de tanto en tanto, se nos muestra vana e ilusoria. Quien ha comprendido el juego no logra ya engañarse, deja de sentir gusto y placer por la vida. Lleno está mi arte de compasión por todos cuantos se engañan, mas nada impide que de esta compasión derive una feroz irrisión contra el destino que así condena al hombre al engaño”.

El relativismo pirandelliano

        Se entiende, en términos generales, por relativismo: “la tendencia gnoseológica que rechaza toda verdad absoluta y declara que la verdad, o mejor, la validez de un juicio depende de las condiciones o circunstancias en que es enunciado” (Ferrater Mora, pág.557)

        Uno de los trabajos que ejercieron notable influencia en la formación de su “filosofía” del relativismo fue Alfredo Binet, quien plantea el problema de que nuestra conciencia se  puede desdoblar en otras conciencias distintas, configurar cambios en nuestra personalidad. Estas experiencias de Binet las comenta el mismo Pirandello en su libro El Humorismo cuando dice:

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