PROFESOR BASICO
jamave5 de Diciembre de 2014
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POST- TÍTULO
DIFICULTADES ESPECÍFICAS DE APRENDIZAJE PARA E.G.B
1) En el área de desarrollo psico-emocinal existen 3 modalidades de apego, los cuales pueden determinar conductas y relaciones interpersonales en los niños pequeños. Describa estos tres tipos de apego y ejemplifíquelos.
TIPOS DE APEGO
Clasificacion de Ainsworth:
Ainsworth y cols. (1978) elaboraron un instrumento denominado “situación extraña”, con el objetivo de evaluar la manera en que los niños utilizaban a los adultos como fuente de seguridad, desde la cual podían explorar su ambiente; también la forma en que reaccionaban ante la presencia de extraños, en los momentos de separación y reunión con la madre. La prueba consta de ocho episodios de tres minutos de duración cada uno. Previamente a su aplicación se brinda la información adecuada y precisa sobre la misma, tanto a la madre como a la “persona extraña”. La secuencia completa de la interacción es video grabada a través de una cámara de Gessel. (Lartigue y Vives,1992). Ainswoth distingió a raíz de esta prueba, tres tipos de apego según la respuesta del niño:
1. Niños ansiosos-evitantes:
2. Niños con apego seguro:
3. Niños con apego ansioso-ambivalente.
Tomando como base la clasificación de Ainsworth, se procede a describir las características de cada uno de estos tipos de apego.
Apego seguro: Un patrón optimo de apego se debe a la sensibilidad materna, la percepción adecuada, interpretación correcta y una respuesta contingente y apropiada a las señales del niño, fortalecen interacciones sincrónicas (Aizpuru, 1994).
Las personas con estilos de apego seguro, son capaces de usar a sus cuidadores como una base de seguridad cuando están angustiados. Ellos tienen cuidadores que son sensibles a sus necesidades, por eso, tienen confianza de que sus figuras de apego estarán disponibles, que responderán y les ayudarán en la adversidad. En el dominio interpersonal, tienden a ser más cálidas, estables y con relaciones íntimas satisfactorias, y en el dominio intrapersonal, tienden a ser más positivas, integradas y con perspectivas coherentes de si mismo. De igual forma, muestran tener una alta accesibilidad a esquemas y recuerdos positivos a cerca de las relaciones con los otros, a confiar más y a intimar más con ellos (Feeney B. & Kirkpatrick, L. 1996, citados por Gayó, 1999).
Apego ansioso-evitante:
Para la conducta que tiende a aumentar la distancia de personas y objetos supuestamente amenazadores resultan convenientes los términos “retracción”, “huida”, “Evitación”. Para otro componente importante y adecuadamente organizado, el término utilizado es “inmovilización” (Bowlby, 1985,1998).
La conducta de retracción y de apego se suelen dar con frecuencia ya que ambas cumplen una misma función: protección. Resulta fácil combinar en una acción única el acto de alejarse de una zona y acercarse a otra. No obstante existen poderosas razones para notar un distingo entre ambas. En primer lugar, aunque en buena medida las condiciones que las provocan son las mismas, no siempre es así. La conducta de apego, por ejemplo, puede ser activada por la fatiga o la enfermedad, tanto como una situación que provoca miedo. Por otra parte, cuando ambas formas de conducta son activadas al mismo tiempo no siempre son compatibles, aunque si lo sean en la mayoría de los casos. Por ejemplo, puede producirse una situación conflictiva cuando el estímulo que provoca tanto la huida como la conducta de acercamiento de un individuo, se halla ubicado entre este último y la figura en quien se centra su afecto. Reviste primacía una u otra forma de conducta cuando el individuo atemorizado marcha de manera más o menos directa a la figura de apego, a pesar de que para ello debe pasar cerca del objeto amenazador, o cuando huye de este ultimo aún cuando al hacerlo pone una distancia cada vez mayor entre si mismo y la figura de apego (Bowlby, 1985,1998).
Una conducta de apego insegura evitante o la presencia de fallas en el vinculo materno infantil, tambien se ha asociado con madres que maltratan a sus hijos, ya sea de manera física, verbal, a través de la indiferencia o por una inhabilidad psicológica (Egeland y Ericsson, 1987; mencionado por Lartige y Vives, 1992). Este tipo de apego no seguro, se ha asociado con la presencia del “Síndrome no orgánico de detención de desarrollo”, que se caracterizan por carencias nutricionales y/o emocionales que deriva en una pérdida de peso y un retardo en el desarrollo físico, emocional y social. Muestran tener una menor accesibilidad a los recuerdos positivos y mayor accesibilidad a esquemas negativos, lo que las lleva en el caso de las personas evasivas, a mantenerse recelosos de la cercanía con los otros y a las personas (Leventhal et al, 1988; mencionados por Lartigue y Vives, 1992).
Las madres de niños evitantes pueden ser sobre estimulantes o intrusivas ( Aizpuru 1994)
Las personas con este tipo de apego, tienen despliegues mínimos de afecto o angustia hacia el cuidador, o evasión de esta figura ante situaciones que exigen proximidad y rechazan la información que pudiese crear confusión, cerrando sus esquemas a esta, teniendo estructuras cognitivas rígidas tienen más propensión al enojo, caracterizándose por metas destructivas, frecuentes episodios de enojo y otras emociones negativas (Gayó, 1999). Algunos niños sujetos a un régimen imprevisible, parecen llegar a un punto de desesperación en que en vez de desarrollar una conducta afectiva caracterizada por la ansiedad, muestran un relativo desapego, aparentemente sin confiar en los demás ni preocuparse por ellos. A menudo esta conducta se caracteriza por la agresividad y la desobediencia, y esos niños son siempre propensos a tomar represalias. Este tipo de desarrollo es mucho más frecuente en los varones que en las niñas, en tanto que ocurre a la inversa en el caso de una conducta de fuerte aferramiento y ansiedad (Bowlby, 1985; 1998).
Apego ansioso ambivalente:
Los sujetos ambivalentes son aquellos que buscan la proximidad de la figura primaria pero al mismo tiempo se resisten a ser tranquilizados por ella, mostrando agresión hacia la madre. Responden a la separación con angustia intensa y mezclan comportamiento de apego con expresiones de protesta enojo y resistencia. Debido a la inconsistencia en las habilidades emocionales de sus cuidadores, estos niños no tienen expectativas de confianza respecto al acceso y respuesta de los primeros. Estas personas están definidas por un fuerte deseo de intimidad, junto con una inseguridad respecto a los otros, pues desean tener la interacción e intimidad y tienen intenso temor de que esta se pierda. De igual forma, desean acceder a nueva información, pero sus intensos conflictos las lleva a alejarse de ella (Gayó, 1999).
Una situación especial en la que se produce conflicto entre la conducta afectiva y la conducta de alejamiento, es la que se produce cuando la figura de apego es tambien la que provoca temor, al recurrir, quizás a amenazas o actos de violencia. En esas condiciones, las criaturas más pequeñas no suelen huir de la figura ostil, sino aferrarse a ella (Bowlby, 1985,1998).
Todo apego regido por la ansiedad se desarrolla no sólo porque el niño ha sido excesivamente gratificado, sino porque sus experiencias lo han llevado a elaborar un modelo de figura afectiva que suele mostrarse inaccesible o no responder a sus necesidades cuando aquél lo desea. Cuanto más estable y previsible sea el régimen en el que se cría, más firmes son los vínculos de afecto del pequeño; cuanto más imprevisibles y sujetos a interrupciones sea ese régimen, más caracterizado por la ansiedad será ese vínculo (Bowlby, 1985; 1998).
CONCLUSIONES
En conclusión se observa la importancia del desarrollo de un apego seguro para el buen desenvolvimiento durante la vida de cada una de las personas. El papel de las figuras de apego, la consciencia del cuidado y responsabilidad que recae sobre cada una de ellas nos recalca la trascendencia de la información acerca de que la atención al infante desde el nivel prenatal influye en la evolución diaria de la persona. Se comprueba que más que cantidad en la interacción con la madre, lo que importa es la calidad de ella, tal y como lo demuestran las investigaciones realizadas alrededor del trabajo de la figura de apego y sus repercusiones posteriores. De igual forma, la escuela como agente socializador, fomenta experiencias ambivalentes en los pequeños desde muy temprana edad. La reacción que se tenga hacia ella dependerá de la interacción que se tenga en la familia, del temperamento del niño y en muy buena medida de la aceptación e integración que se encuentre tanto de los compañeros de clase (que pueden actuar como el mayor apoyo social en etapas claves del desarrollo) como de los maestros que en muchas ocasiones son las principales figuras de apego durante el proceso de independencia de los padres. Cada etapa del desarrollo humano tiene funciones propias que provocan un equilibrio o desequilibrio en la persona según sea o no resuelta satisfactoriamente, y para que el niño enfrente de la manera más saludable y positiva cada una de dichas etapas, es fundamental el desarrollo de la seguridad realista acerca de las posibilidades de un enfrentamiento positivo con el ambiente. También, se destaca la relación estrecha que se tiene de los estilos de apego con las relaciones interpersonales a desarrollar a lo largo de la vida, tanto desde la elección de amigos como de la pareja amorosa en cuestión, subrayando
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