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Personalidades Y Proyectos Científicos Confrontados Políticamente En El Establecimiento Del Instituto De Matemática, Astronomía Y Física De La Universidad Nacional De Córdoba (1956 - 1976)


Enviado por   •  7 de Diciembre de 2014  •  6.404 Palabras (26 Páginas)  •  388 Visitas

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El Instituto de Matemática, Astronomía y Física (IMAF) se creó en la Universidad Nacional de Córdoba en 1956. El centro de investigación y escuela de ciencias hoy revista como Facultad (FAMAF), ofreciendo seis carreras de grado y cuatro doctorados, además de incluir dos institutos dependientes del Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas (CONICET). Hasta 2010 había otorgado sus títulos a 142 doctores en Física, 60 doctores en Astronomía y 56 doctores en Matemática.

Este trabajo analiza el devenir del instituto que se creó al calor del proceso de industrialización cordobés, contexto que sin embargo no resultó un recipiente pasivo para las transferencias científicas del centro académico.

La Universidad Nacional de Córdoba en la década de 1950

Durante la década de 1950 se intensificó en Córdoba un proceso de industrialización impulsado por la petroquímica, la metalmecánica y la actividad automotriz. La primera etapa de este desarrollo se había iniciado veinte años atrás, cuando comenzó a establecerse en el país un régimen de sustitución de importaciones y se instalaron en esa provincia industrias proveedoras de bienes de consumo, empresas estatales y plantas militares. Estos enclaves posibilitaron que en 1952 el gobierno peronista radicara en la ciudad capital a Industrias Aeronáuticas y Mecánicas del Estado (IAME). Antes de llegar a 1960, el crecimiento de las capacidades tecnológicas en la provincia permitía que en ella se produjesen, además de pequeños aviones de combate y munición de guerra, tractores y motocicletas, que prosperaran establecimientos dedicados a la fabricación de motores eléctricos, maquinaria agrícola y de insumos químicos, entre otros, y que la plaza haya sido elegida para el asentamiento de dos plantas automotrices de envergadura. En esos años se establecieron en la provincia los sindicatos mecánicos, que con sus particulares formas de participación y relación con las cúpulas gremiales influyeron en la política local y nacional.

La Universidad Nacional de Córdoba (UNC) había crecido en ese lapso. A las tradicionales facultades de Derecho, de Ciencias Médicas y de Ciencias Exactas, Físicas y Naturales (FCEFyN, donde se dictaban las carreras de ingeniería, geología y biología) se sumaron, en 1947, las de Filosofía y Humanidades y de Ciencias Económicas. En 1954 la Escuela de Arquitectura se transformó en Facultad de Arquitectura y Urbanismo, y en 1956 se dio el rango de facultad a la Escuela de Odontología. En 1959, la Universidad creó el Instituto de Ciencias Químicas sobre la base de la Escuela de Farmacia y Bioquímica.

Esta expansión agravó la escasez edilicia que sufría la institución, por lo que las autoridades universitarias posteriores a la revolución de 1955 gestionaron y obtuvieron del Poder Ejecutivo Nacional la cesión de un predio con grandes bloques habitacionales que el peronismo había levantando con el fin de emplazar residencias estudiantiles. Así se conformó la Ciudad Universitaria de Córdoba.

El proyecto de Gaviola

Enrique Gaviola (1900-1989) fue el físico argentino más importante de la primera mitad del siglo XX, tanto por la calidad de su producción científica como por el aporte que realizó a la institucionalización de la actividad académica en el país. Luego de graduarse de Agrimensor Universidad Nacional de La Plata (UNLP) en 1921, cursó estudios superiores en las universidades de Göttingen y de Berlín, obteniendo su doctorado en 1926. Con su enorme capacidad intelectual y privilegiada formación académica, Gaviola pudo haber desplegado una carrera sobresaliente en cualquier nación desarrollada. Pero, si bien tuvo el reconocimiento de prestigiosos científicos de la época, su trayectoria estuvo signada también por dos condiciones morales: la vocación de organizar y enriquecer la Física de su país y una intransigencia absoluta en la defensa de sus principios éticos respecto a la investigación y enseñanza. La primera le impidió emigrar, y si bien trabajó alguna temporada en el extranjero, su resultado contribuyó directamente a la Argentina. Desde que regresó, a comienzos de la década de 1930, se propuso crear una escuela de Física con profesores y alumnos que respetaran un régimen de dedicación exclusiva para realizar investigación. Lo intentó primero en la UNLP y luego en la Universidad de Buenos Aires (UBA): fracasó y renunció en ambas. Ya se había hecho una fuerte opinión sobre los males que aquejaban a las instituciones de educación superior argentinas y comenzó a divulgar su diagnóstico, donde denunciaba que la deshonestidad, la demagogia y la burocracia minaban el gobierno universitario, así como los concursos docentes, el facilismo y el pluriempleo de profesores y estudiantes negaban la posibilidad de producir ciencia. El texto de su dimisión a la UBA, en 1933, extendía 40 páginas de este tenor (Bernaola 2001).

Gaviola obtuvo en 1935 una beca de la Fundación Guggenheim para investigar en Estados Unidos y poco después recibió un ofrecimiento para integrarse al Observatorio Astronómico de Córdoba (ONA), que pasaba por graves dificultades técnicas y administrativas. Entonces retornó al país para insistir con su misión, desarrollando uno de los períodos más fecundos de su vida profesional, pues desde 1937 reorganizó el ONA –asumiendo la dirección en 1940– e impulsó proyectos de investigación que devolvieron al Observatorio su prestigio internacional. Gaviola creyó factible la creación de una escuela superior de meteorólogos, astrónomos y físicos, y con gran expectativa elevó en 1944 un detallado proyecto al Ministerio de Justicia, Culto e Instrucción Pública nacional (MJCIP). Reiteró la propuesta varias veces hasta 1945, pero nunca recibió respuesta y, como la situación económica del ONA se volvió ruinosa, presentó su renuncia en 1947 (Bernaola 2001). En 1950 sufrió otra decepción cuando impulsó la creación de una Escuela Nacional de Física Experimental, Biología Física y Astronomía en Córdoba y tres años más tarde abandonó, por discrepar sobre un tema académico con un militar de segundo rango, el emprendimiento que poco después culminara erigiendo el Instituto de Física de Bariloche.

En 1956, luego de la caída del peronismo, se restituyó a Gaviola la dirección del ONA, organismo que había sido transferido a la UNC en 1954. Al poco tiempo, el físico reiteró su interés por establecer allí un instituto de investigación y formación de científicos. Se dirigió esta vez al decano Carlos Revol de la FCEFyN y al rector interventor de la UNC, doctor Jorge Núñez. Consiguió el apoyo de Revol, quien elevó en noviembre de 1956 un informe a la Universidad justificando plenamente la creación de esta escuela superior.

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