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Plan Haussmann


Enviado por   •  23 de Junio de 2015  •  2.352 Palabras (10 Páginas)  •  1.748 Visitas

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El plan de París se trata de un encargo a Georges Eugene Haussmann realizada por Napoleón III en 1852 (el mismo año que se hace emperador), tras la Revolución de 1848. La ciudad industrial del siglo XIX crecía aceleradamente y el Imperio necesitaba de una ciudad nueva y ordenada. Fue organizada con el objeto de descentralizar la metrópoli y atender a la preocupación social por la salud y la higiene, vistas como alternativas a las condiciones de hacinamiento e insalubridad de la ciudad industrial del siglo XIX.

Con Haussmann esta organización urbana pasó a cumplir un papel importante en este nuevo ciclo de reformas, y a convertirse en uno de los medios más eficaces de propaganda política en Francia. Gracias a esta intervención la ciudad se transformó en menos de dos décadas dejando de ser una ciudad medieval para convertirse en la ciudad más moderna del mundo en el siglo XIX.

El barón Haussmann es el principal precursor de la urbanística moderna, inspiración para otras ciudades europeas.

Francia tenía un millón de habitantes en el momento en el que Napoleón III asume el poder en 1852, constituido en su mayoría por campesinos propietarios de pequeñas extensiones de tierra tan inmensa y rica. La mayoría de los ciudadanos eran más derechistas que conservadores, por lo tanto solo bastaba con un poco de convicción acerca de las glorias nacionalistas, falsas promesas de “tranquilidad y prosperidad” para poder llevar a cabo un gobierno autoritario a favor del industrialismo.

Según Benévolo en “Historia de la arquitectura moderna” Luis Napoleón III establece su imperio sobre los temores provocados por la revolución socialista de hace cuatro años atrás, y se apoya en la fuerza del ejército y el prestigio popular, en contra de la burguesía intelectual y la minoría obrera. Es decir, tras todo esto hay un claro interés por ganar popularidad reduciendo graves problemas en las obras públicas dadas la falta de interés de los gobiernos anteriores. Pero por sobre todas las cosas, el nuevo plan de la ciudad dificultaba revueltas como las de 1830 y 1848, por la vía de impedir físicamente la colocación de barricadas (fácil en estrechas callejuelas medievales, difícil en anchos bulevares) y facilitar la labor de las fuerzas del orden a través del rápido desplazamiento por las calles y la colocación estratégica de edificios oficiales como los cuarteles.

En base a lo establecido por Frampton en “Historia critica de la arquitectura moderna”, el crecimiento volátil de la población llevo a que los barrios se degradaran rápidamente. Lo que es más, aquellas casas aglomeradas en una zona, y construidas con el propósito de permitir que los obreros estuvieran más cerca de su trabajo debido a la falta de transporte, también se vieran modificadas. Por supuesto que estos lugares no contaban con suficiente iluminación, ventilación y/o espacios abiertos, y a su vez tenían instalaciones sanitarias rudimentarias como baños, lavaderos y basureros; todos ellos exteriores y comunitarios. Este modelo de saneamiento primitivo y mantenimiento exteriores propiciaba la concentración de excremento y residuos que luego terminarían en inundaciones y por ende dando cabida a un alto índice de enfermedades respiratorias y peor aún, brotes de cólera. Sin embargo, esto motivo la reforma y el embellecimiento de la ciudad, la cual quería convertirse una vez más en la capital de Europa.

Una serie de circunstancias favorables se produjeron en el momento exacto para que el plan no solo quedara plasmado en el papel; sino que terminó transformándose en realidad gracias al control impuesto sobre sus implicancias técnicas y formales, administrativas y financieras. Por ejemplo, la novedad del experimento, la posibilidad de utilizar una ley urbanística avanzada como la republicana en 1850, el alto nivel de técnicos ingenieros como Adolph Alphand, la resonancia cultural de todo lo que sucede en la capital francesa, y sobre todo la personalidad egocéntrica descripta por el propio ministro del interior: “He aquí, me decía yo, el hombre ideal para luchar contra los astutos, escépticos y sin escrúpulos.”

Napoleón III junto con el barón Haussmann dejaron su marca imborrable no solo en París, sino también en un número de grandes ciudades de Francia y Europa central. Las mismas sufrieron regularizaciones inspiradas en el plan Haussmann durante la segunda mitad del s. XIX. Las obras realizadas por él en sus diecisiete años de poder se pueden dividir en cinco categorías.

Primero que nada, Haussmann reestructuró completamente la trama urbana, a costa de la destrucción parcial de la antigua y de la marginación de los lugares no afectados por la intervención. Abrió grandes avenidas y bulevares, que conectaban los distintos barrios y condicionaban la forma de las viviendas. Al mismo tiempo, creaban espectaculares visiones escenográficas de los monumentos antiguos y modernos, convertidos así en puntos focales de los ejes viarios. Esto se debe a que una ciudad en plena expansión económica ya no contaba con calles capaces de soportar tal expansión. El París de antes tenía 384 km de calles en el centro de 355 en los suburbios. Haussmann abre 95 km de nuevas calles y 70 km en la periferia (suprime 49 en una y 5 en otra). Su solución radical para resolver este problema físico fue el percement. Su intención, como lo describe Choay es “conferir unidad y convertir en un conjunto operativo ese enorme mercado de consumo, ese inmenso taller que era la aglomeración parisiense”. La estructura axial y focal según Choay se puede detectar en el cambio real de los ejes: de una ciudad organizada en torno de los quartiers tradicionales, como en el plano trazado bajo la dirección de David, se pasa a una única metrópolis consecuencia del capitalismo. Haussmann le dio mayor importancia a la creación de los ejes de norte-sur y este-oeste, además de la construcción de los bulevares Sebastopol y a la ampliación hacia el este de la calle Rivoli. Su fin era unir los distintos barrios y puntos cardinales a ambos lados de la barrera tradicional del río Sena. Muchos de los barrios que pertenecían al casco antiguo quedan cortados en todos los sentidos, distanciándose especialmente de los peligrosos barrios del este, punto clave de las revueltas. En la práctica, Haussmann logra una superposición de la antigua ciudad con una nueva red de calles anchas y rectilíneas, formando un sistema coherente en forma de cruz al servicio de las principales terminales ferroviarias de norte a sur, ahora comunicada con los principales centros de la vida cotidiana; la cual estaba rodeada por un anillo de bulevares que mejoraban la distribución del trafico: el conjunto de l’Étoile, el trazado en forma de estrella construido alrededor del Arco del Triunfo

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