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Plan sistemático de represión y exterminio: la imposición del miedo


Enviado por   •  1 de Diciembre de 2022  •  Trabajos  •  1.306 Palabras (6 Páginas)  •  110 Visitas

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Plan sistemático de represión y exterminio: la imposición del miedo.

Por Jorgelina Monti y Laura Soto

El presidente de facto Jorge Rafael Videla realiza su primer discurso por Cadena nacional, luego del golpe de Estado del 24 de marzo de 1976. Videla se refiere a las causas y propósitos del golpe cívico-militar, el cual no materializaba, según sus conceptos, sólo la caída de un gobierno sino el cierre de un ciclo histórico y el comienzo de uno nuevo denominado "Proceso de Reorganización Nacional". En este sentido, el presidente de facto subraya que las Fuerzas Armadas asumen el gobierno no solo para acabar con la demagogia, la corrupción y el vacío de poder, sino principalmente para lograr el "total aniquilamiento" de "la delincuencia subversiva". A su vez, Videla menciona que, ante la falta de eficacia en la gestión estatal, el nuevo régimen controlará áreas vitales de la seguridad y el desarrollo con el objeto de brindar a la iniciativa privada nacional y extranjera todas las condiciones necesarias para su participación en la explotación racional de los recursos e impulsar "la acción de los empresarios" y la "armonía" entre el capital y el trabajo. Por último, Videla establece que el país vuelve a alinearse a las tradiciones y a la "concepción cristiana del hombre", para combatir la crisis de identidad promovida por “las posiciones nihilistas de la subversión antinacional".

La dictadura evocaba el restablecimiento del orden perdido destruyendo en el marco de la ilegalidad la amenaza “subversiva”, la expresión “aniquilar la subversión” en todo el territorio nacional es vista como un cheque en blanco en manos de los militares.

Sin embargo, no sólo la violencia conducía al miedo, la sola idea de estar ligado a una actividad pública, apartada del discurso oficial, podía ser considerada como acto de oposición y resistencia al poder y castigada como tal.

Esto trajo consigo un temor  hacia lo político, queriendo redimensionar a los sujetos hacia una actitud pasiva.

Entre los nuevos métodos aplicados por la dictadura, la figura del desaparecido lleva a un miedo mucho más escalofriante que la misma muerte. La idea de ser aislado de los seres queridos, ser “borrado” de la sociedad, y el hecho de ocultar el paradero de los cuerpos, refleja la intención de los victimarios de tener control no solo sobre sus víctimas, más allá de la muerte, sino también sobre sus familias y la misma sociedad.

Como consecuencia del sentido común creado por la dictadura y con apoyo de los medios de comunicación, para parte de la sociedad, la represión y las técnicas del terror estaban dirigidas a un sector acotado de la ciudadanía; lo cual actuaba de tranquilizante saber que el terror estaba circunscripto sólo a elementos subversivos. Esta forma de entender el terror propagó desde la intimidad del espacio privado la triste expresión “por algo será” o “algo habrán hecho”. Se transformó en un sentido de seguridad  el simple hecho de pretender ignorar lo que estaba ocurriendo en el país. Esto llevó a una nueva clase de fobia en la sociedad que apartó inevitablemente a los individuos de la vida política, no sólo desde la participación directa, sino desde la comprensión y de la memoria de lo político en sí.

El uso del miedo como instrumento de control social permitió que no solo los detenidos sufriesen terror y delaten a sus compañeros, sino que paralelamente toda la sociedad entre en un estado de shock.

El mismo Videla es el que dice: “hemos prometido a la nación combatir la subversión hasta su aniquilamiento y hemos dicho que estamos muy próximos a acariciar con la mano la victoria militar.” (19-04-77).

Enrique Virdó, psicólogo y docente en la Facultad de Psicología de la Universidad Nacional de Córdoba, rememoró como en aquellos años el terror invadió toda la sociedad. “Estaba esa sensación de gran incertidumbre. De que no sabías que iba a pasar. Hasta el más “inocente” tenía terror. Nadie se animaba a hablar. Nadie animaba a opinar. Nadie se animaba a leer lo que no se podía leer”.

El miedo, sin duda influyó y calló durante el proceso toda voz que intentara o aspirara rebelarse en contra de este y de sus métodos.

Silvia Bernaschina (75) es militante de La Cámpora y en la época de la dictadura, a sus 23 años, militaba en la JP de Morón. Narra que en su barrio (Haedo), hubo muchos compañeros desaparecidos y que las casas abandonadas eran centros clandestinos de tortura. “Salíamos con el coche por Haedo, por Morón, ponían música re fuerte. Ahí se sabía que torturaban” dijo Silvia, refiriéndose a cuando salían por el barrio con los compañeros y compañeras de militancia.

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