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Poder Religion Modernidad


Enviado por   •  10 de Junio de 2014  •  1.184 Palabras (5 Páginas)  •  267 Visitas

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No hace tanto que la religión se consideraba un proceso casi natural en el pensamiento humano. Muchos autores han mencionado el pasaje de Marx en el que habla de la religión como consuelo de los oprimidos, "el opio del pueblo"; se trata de un texto muy citado, pero tal vez no lo suficientemente entendido: son los males del mundo terrenal los que provocan que las personas busquen consuelo en creencias metafísicas. No obstante, a pesar de que puede decirse que la falta de certeza, los miedos y las angustias forman parte de la condición humana, esa función de consuelo ejercida por la religión es muy diferenciable del deseo por conocer el mundo propio del saber científico. Podemos utilizar como antído, frente a las grandes verdades e ideas inmutables presentes en las religiones, una forma extrema de pensamiento crítico, el permanente anhelo de hacerse preguntas en aras de mejorar cualquier ámbito humano. La religión volvió con inusitada fuerza ya a finales del siglo XX, pero a principios del XXI el debate sobre el ateísmo está a la orden del día y resulta más importante que nunca para una sociedad laica y con plena libertad de conciencia. Como afirmaba recientemente Fernando Savater, la cuestión no es ya qué religión es la verdadera, el auténtico debate debe tratar sobre si la religión es o no perniciosa.

El temor de algunos filósofos ateos, como es el caso de André Comte-Sponville, a renunciar a los valores fundados en la religión, que puede verse reflejado en la famosa frase atribuida a Dostoievski "Si Dios no existe, todo está permitido", resulta en mi opinión, no solo cuestionable, son abiertamente falaz. Savater ha recordado que esa recurrente máxima, no solo no demuestra la veracidad de creencia alguna, sino que más bien constata una urgencia que debe invitarnos a la duda. Puede decirse con rigor que es el librepensamiento, la renuncia a la influencia religiosa, plagada de ideas fijas y de creencias sobrenaturales, lo que ha supuesto unas mayores posibilidades para la ética, para la mejora de la vida social e individual. En cualquier caso, es lo más seguro que el ateo considere que aquello que no existe no puede morir; una moral legitimada artificiosamente en lo religioso puede perfectamente, no solo sobrevivir sin ese apoyo, sino también validar su adecuación al bienestar de la humanidad y ayudar a la evolución y al desarrollo. Recordemos la visión de otro autor contemporáneo, como es John Leslie Mackie, cuando afirma que la visión religiosa subordina siempre los asuntos morales, y humanos en general, a cuestiones más trascendentes; en el cristianismo, es el caso de la aceptación de la condición pecaminosa del ser humano para aceptar luego su salvación.

Tratando de eludir el maniqueísmo, y aceptando que la ausencia de creencias no es garante a priori de nada, hay que recordar siempre la ambigüedad de la moralidad promovida por la religión y, frente a ella, la existencia de una tradición humanista, preocupada por los problemas sociales, defensora de la honestidad intelectual y de la tolerancia, así como impulsora de la libre investigación. Desde un enfoque naturalista puede entenderse mejor la moralidad, y los asuntos humanos en general, con sus concesiones y con sus ajustes. El fundamentalismo es sin duda la última salida del pensamiento religioso, por lo que advertirá interesadamente sobre el peligro nihilista que supone el ateísmo; no obstante, lo que muere son viejos valores, mientras que otros nuevos y posiblemente más fortalecidos pueden germinar. Desde ese punto de vista, podemos dar la razón a otro filósofo ateo, Michel Onfray, cuando considera que es el ateísmo el que puede solventar el nihilismo constituyéndose

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