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Politica De Los 70

rutyalis25 de Noviembre de 2014

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a política en los 70

Autor: Felipe Pigna

En mayo de 1969, mientras la dictadura de Juan Carlos Onganía intentaba dar una imagen de orden y disciplina social, comenzaron a evidenciarse síntomas de un descontento que venía creciendo entre distintos sectores de la población debido al cierre de los canales de participación política y a la política educativa, social y económica del gobierno.

El 15 de mayo la policía reprimió violentamente una manifestación de protesta en Corrientes. Allí murió el estudiante de medicina Juan José Cabral. Dos días después, en Rosario estudiantes que se movilizaban para repudiar el crimen de Cabral fueron enfrentados por la policía. Uno de los uniformados, el oficial Juan Agustín Lezcano, extrajo su arma y asesinó al estudiante Adolfo Bello, de 22 años. El hecho produjo la indignación de los rosarinos que se manifestaron masivamente en una "marcha del silencio". El 21 de mayo la policía volvió a reprimir y a cobrarse una nueva víctima, el aprendiz metalúrgico Luis Norberto Blanco, de 15 años. La situación se agravó y las calles de Rosario fueron ocupadas por obreros y estudiantes que, para contrarrestar los efectos de los gases lacrimógenos, levantaron barricadas y encendieron fogatas alimentadas con mesas, sillas, cajones, cartones y papeles arrojados por los vecinos desde sus balcones para colaborar con los manifestantes. Era el Rosariazo, el primer estallido de una larga lista que expresaba el descontento popular con la dictadura de Onganía, quien decretó la ocupación militar de Rosario y varios puntos de la provincia de Santa Fe.

Estas noticias tuvieron gran repercusión en Córdoba, donde existía una estrecha relación entre los estudiantes y los obreros de las grandes fábricas instaladas en el cordón industrial, ya que muchos trabajadores estudiaban en la Universidad de Córdoba. Este hecho, sumado a la constitución de un movimiento obrero muy combativo, surgido con posterioridad al peronismo, al calor de las corrientes de ideas revolucionarias de los años 60, llevaron a que el proceso de politización creciera notablemente tanto en las fábricas como en las facultades.

A la indignación por los graves hechos de Corrientes y Rosario, se sumó en Córdoba el descontento provocado por la decisión del gobierno provincial de suprimir el "sábado inglés" (trabajar sólo medio día los sábados), lo que implicaba en los hechos una rebaja salarial porque no se pagaban las horas extras.

Los trabajadores en la CGT de Córdoba, liderada por Elpidio Torres, de la industria automotriz, nucleados en la SMATA, liderados por René Salamanca y los de Luz Y Fuerza, conducidos por Agustín Tosco, convocaron a un paro activo con movilización por 36 horas a partir de las 10 de la mañana del 29 de mayo, en coincidencia con la celebración del día del Ejército. Inmediatamente los estudiantes adhirieron a la medida de fuerza.

Por la mañana del 29 ya podían verse las grandes columnas de obreros y estudiantes que se fueron acercando al centro de Córdoba. La represión policial se cobró la primera víctima, el obrero Máximo Mena. Este hecho aumentó la indignación de los huelguistas, que formaron barricadas y desbordaron la represión de la policía, que debió retirarse perseguida por los manifestantes. La ciudad fue controlada por ellos durante unas 20 horas, en las que se produjeron incendios y roturas de vidrieras de las principales empresas multinacionales instaladas en Córdoba y de reparticiones oficiales. Finalmente el gobierno encargó la represión al Tercer Cuerpo de Ejército, que después de algunas horas y varios enfrentamientos, logró controlar la situación. El saldo fue de 20 manifestantes muertos y cientos de detenidos, entre ellos los líderes sindicales Agustín Tosco y Elpidio Torres. El ex presidente Frondizi declaró: "La violencia popular es la respuesta a la violencia que procede de arriba".

Desde los hechos de Córdoba, el Ejército a través de su jefe, el general Alejandro Agustín Lanusse, venía presionando a Onganía para que compartiera las decisiones políticas con las Fuerzas Armadas y tomara conciencia de la gravedad de la situación nacional, en la que ya no cabía su proyecto de una dictadura autoritaria y paternalista sin plazos, que tomaba como modelo al régimen instaurado por Franco en España.

En ese contexto comenzaron a formarse en la Argentina los primeros grupos guerrilleros, que eran la expresión local de un fenómeno continental. La Revolución Cubana obró como un poderoso imán sobre ciertos sectores de la juventud latinoamericana, que la tomaron como modelo y trasladaron la metodología de la guerrilla rural utilizada en Cuba a los diversos países de la región.

En la Argentina, antes de 1968, se produjeron algunos intentos guerrilleros, que no tuvieron mayor relevancia, básicamente en el ámbito rural. Pero a partir de la llegada de Onganía al poder, los nuevos grupos dejaron el campo para trasladar su accionar a las ciudades.

La guerrilla argentina tuvo dos vertientes: el peronismo y el marxismo. Entre las primeras actuaron tres grupos principales: las FAP (Fuerzas Armadas Peronistas), Descamisados y Montoneros. Esta última organización sería la más importante y terminaría incluyendo en su seno a todas las expresiones de la guerrilla peronista, desprendimientos de grupos marxistas y a las FAR (Fuerzas Armadas Revolucionarias) una organización que se había originado en fracciones de partidos de izquierda, especialmente el Partido Comunista y el Partido Socialista de Vanguardia, para integrarse con grupos provenientes de la Juventud Peronista. Por el contrario, el núcleo fundador de Montoneros, provenía de grupos de la extrema derecha católica, y fue evolucionando junto con algunos sectores de la Iglesia, conocidos como sacerdotes del Tercer Mundo, hacia posiciones más progresistas hasta situarse a comienzos de los 70 a la izquierda del peronismo.

Sus intenciones eran lograr el regreso de Perón y a partir de entonces concretar "la revolución socialista". Eran conscientes de que ésta no era la línea mas difundida dentro del Movimiento Justicialista y por ello, en esta primera etapa, se encargaron de mostrar su fuerza asesinando a dirigentes sindicales, golpeando al ejército y pretendiendo ser una "alternativa de poder". "En realidad”, señala el historiador R, Gillespie en su libro Montoneros Soldados de Perón, “los Montoneros eran muy útiles a la estrategia de Perón de golpear y negociar y ayudaban a fortalecer su imagen de enemigo de la dictadura, útil para la campaña electoral. De ahí los telegramas y las cartas de felicitación ante cada acción montonera. Una vez en el poder, distintas serían las cosas".

Uno de los primeros operativos de los Montoneros fue el secuestro, "juicio revolucionario" y posterior asesinato del ex-presidente general Eugenio Pedro Aramburu, concretado el 29 de mayo de 1970, en el primer aniversario del Cordobazo. El hecho conmovió y dividió a la opinión pública, mientras muchos peronistas se alegraban por lo que consideraban un acto de justicia, otros tantos peronistas contrarios a la violencia y los antiperonistas, repudiaron el hecho.

Perón declaró desde Madrid: "La vía de la lucha armada es imprescindible. Cada vez que los muchachos dan un golpe, patean para nuestro lado la mesa de negociaciones y fortalecen la posición de los que buscan una salida electoral limpia y clara. Sin los guerrilleros del Vietcong, atacando sin descanso en la selva, la delegación vietnamita en París tendría que hacer las valijas y volverse a su casa”.

Por el lado del marxismo el grupo más importante sería el ERP (Ejército Revolucionario del Pueblo), brazo armado del PRT (Partido Revolucionario de los Trabajadores). Esta agrupación, liderada por Mario Roberto Santucho, nació en 1965. En un congreso partidario desarrollado en 1970, el PRT decidió crear su brazo armado: el ERP e iniciar la lucha armada.

Todas estas organizaciones tenían una convicción común: para ellas, la violencia era un instrumento legítimo para la toma del poder. Sus militantes provenían, en gran número, del estudiantado de clase media y alta. Se encontraban desencantados con la izquierda tradicional y con la imposibilidad de actuar políticamente a causa de la veda política decretada por el gobierno militar.

Ambas vertientes de la guerrilla tenían similitudes en su accionar y en la elección de sus víctimas, generalmente empresarios o miembros de las fuerzas de seguridad. Habitualmente operaban en comandos integrados por hombres y mujeres que realizaban copamientos de localidades como Garín, en la provincia de Buenos Aires, y La Calera, en Córdoba, asaltos a bancos, secuestros a empresarios para obtener fondos, robo a camiones de leche y su posterior reparto en barrios populares y lo que ellos llamaban "ajusticiamientos", es decir el asesinato de algún dirigente sindical o algún jefe militar.

El secuestro y asesinato del general Pedro Eugenio Aramburu, llevado a cabo por los Montoneros, y la incapacidad del gobierno para esclarecer el hecho fueron el detonante para un nuevo golpe interno, producido en junio de 1970. El general Lanusse, líder indiscutido del Ejército, optó por permanecer en segundo plano y preservar su figura e impulsó el reemplazo en la presidencia de Onganía por el general Roberto Marcelo Levingston, que cumplía funciones como agregado militar en Washington.

El general Levingston pretendió constituir un movimiento político propio y tomar distancia

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