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Posmodernidad (1950-1985)


Enviado por   •  10 de Marzo de 2015  •  Tutoriales  •  3.051 Palabras (13 Páginas)  •  1.926 Visitas

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uNIDAD 1: POSMODERNIDAD (1950-1985)

1.1 CONFORMACIÓN DE LA SOCIEDAD HUMANA:

 LA SOCIEDAD EN LA POSGUERRA

La Posguerra de la Segunda Guerra Mundial (1945-1947) es el periodo de la historia que comprende entre el fin de la Segunda Guerra Mundial, que acabó con la victoria de los aliados y la caída del III Reich, la Italia Fascista y el Imperio del Japón, y el comienzo de la Guerra Fría, que enfrentó a la Unión Soviética (Pacto de Varsovia) y a Estados Unidos (OTAN), y que finalizó en 1989.

Al terminar la Segunda Guerra Mundial, el dominio político y económico de los Estados Unidos de América se acrecentó vertiginosamente, y con él, se produjo un cambio en las relaciones internacionales, que dejaban de guiarse por el eurocentrismo, pasando a ocupar EUA el lugar que otrora ocupara Europa.

Desde los orígenes de la conflagración bélica éste era, claramente, uno de los objetivos estadounidenses, “quienes se veían a sí mismos como el pueblo elegido por Dios para dirigir la política y la economía mundial, debiendo utilizar para ello lo que estuviera a su alcance”. El entonces Senador estadounidense Harry Truman así lo expresaba cuando definía su política con respecto a la guerra al afirmar que “Si vemos que Alemania está venciendo fácilmente, tenemos que ayudar a Rusia. En el caso contrario, habría que ayudar a Alemania, de manera que se eliminen mutuamente”.

Pero la pérdida del dominio mundial no era la única pérdida que tuvo que afrontar Europa, puesto que, después de la Segunda Guerra Mundial, dos Estados situados más allá de los confines de Europa comenzaron a dirigir su destino: Estados Unidos de América y Unión Soviética (URSS). En adelante, las cuestiones más trascendentales de la política mundial, así como las decisiones de vital importancia para Europa, se decidirían en Washington o en Moscú.

En América Latina, sin embargo, algunos Estados no advirtieron, o no quisieron advertir, este cambio profundo del sistema, debido a que durante todo el período de entreguerras permanecieron insertos en un esquema de relaciones con Europa. Esto se debió principalmente a que América Latina se había beneficiado comercialmente durante la guerra, vendiendo sus productos a Europa.

Los Estados que se encontraban en mejor situación, eran Argentina, Brasil y México que, merced a un proceso sustitutivo de importaciones, acrecentaron su desarrollo industrial. No obstante, la finalización del conflicto trajo como resultante el retorno del mercado mundial libre y la competencia, lo que perjudicó el comercio de la región. Frente a esta situación y la orientación que EUA impulsaba hacia otros temas de su mayor interés, como la reconstrucción europea y el “problema del comunismo” -en cuyo último caso, recrudeció las presiones intervencionistas en la región-, América Latina no supo presentar una posición alternativa común.

En Europa, mientras tanto, ya comenzaban a aflorar nuevamente los partidarios de una unión europea, ahora teniendo como argumento más fuerte el mantenimiento de la paz conseguida tras la guerra. Entre los seguidores de esta idea se encontraba Winston Churchill, quien en su célebre discurso pronunciado en la Universidad de Zürich, Suiza, el 19 de septiembre de 1946 alentó el desarrollo de los movimientos europeos al exponer la necesidad de crear “un germen de Estados Unidos de Europa”. Cabe señalar que, ya en esta época, existían entre los partidarios de la construcción europea dos concepciones opuestas: la primera, que buscaba una cooperación entre los Estados, caracterizada por el respeto y mantenimiento de su soberanía, instituciones permanentes desprovistas de un poder de decisión y variedad en cuanto al número de Estados participantes, cuyo principal impulsor era el Reino Unido; y la segunda, que buscaba la integración, posición pregonada por Francia, cuyas principales características eran la cesión parcial de soberanía, al despojarse los Estados de ciertas competencias en beneficio de una autoridad común, es decir, instituciones dotadas de poderes efectivos e inmediatos, y participación del mismo número de Estados en aquellas organizaciones a que dieran lugar. Esta confrontación ideológica se prolongaría hasta nuestros días, en los que si bien hay una mayor tendencia en favor de la segunda concepción, ésta no es determinante. Las declaraciones de Churchill se producían cuando el Viejo Continente, donde se desarrollaron la mayor cantidad de las batallas, había quedado devastado. Tras la capitulación de las fuerzas del Eje en el año 1945, comenzaban a formarse nuevos gobiernos en los distintos Estados, y las fuerzas comunistas de algunos de ellos, Francia e Italia por ejemplo, ocupaban puestos de gobierno. Esto ocupó la atención de EUA, porque era una situación que no podía tolerar, puesto que la alianza de trabajadores y campesinos forjada en la lucha antifascista, con sus ideas democráticas y radicales, sumada a los partidos comunistas, podría abrir el camino al desembarco de la URSS y su proyecto en Europa Occidental.

Para evitar esta posibilidad, EUA entendía que se debía combatir la pobreza, puesto que las semillas de los regímenes totalitarios se alimentan, según esta visión, de la miseria y la necesidad, puesto que “éstos se esparcen y crecen en el diabólico suelo de la necesidad”, y sobre esa base, grupos comunistas podrían “organizar la necesidad” e intentar implantar regímenes comunistas en Europa occidental.

Esta argumentación era la lógica de pensamiento que llevaba adelante el Presidente Truman, cuando planteaba la “solución” al surgimiento de regímenes comunistas en Europa occidental con expresiones dialécticas propias de la escuela wilsoniana estadounidense tales como “libertad u opresión” o “ellos o nosotros”. Asimismo afirmaba que “Estados Unidos, junto con otras naciones, podría sufrir las consecuencias de un deterioro global si Europa no se recuperaba”, y agregaba: “la recuperación europea es esencial para el mantenimiento de una civilización en la que el modo de vida norteamericano tiene sus raíces”, puesto que si Europa occidental se volvía comunista, “podría también forzarnos a modificar nuestro propio sistema económico y a privarnos, por el bien de nuestra seguridad, de nuestras libertades y privilegios”. Estas declaraciones tenían como contexto las luchas que se llevaban a cabo durante finales de la década del ´40 en Grecia y Turquía entre sus gobiernos y las guerrillas comunistas, ya que la lógica de pensamiento estadounidense era que si ambos Estados caían ante los comunistas, entonces Europa, el norte de África, Irán y Medio Oriente estarían amenazados de correr la misma suerte.

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