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Principios fundamentales de la Reforma Gregoriana


Enviado por   •  21 de Noviembre de 2017  •  Documentos de Investigación  •  2.514 Palabras (11 Páginas)  •  387 Visitas

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Dictatus Papae

Principios fundamentales de la Reforma Gregoriana

Cátedra: Historia Medieval


INDICE

Contenido

Identificación de la fuente        2

Introducción:        2

Análisis de contexto        3

Contexto Religioso        3

Contexto Político        4

Contexto Lingüístico        5

Contexto Geográfico        5

Contexto económico        6

Contexto Cultural        7

Contexto temporal        7

Bibliografía        9


Identificación de la fuente

Introducción:

        A mediados del siglo XI la iglesia se veía envuelta en una compleja situación en el que la investidura laica por consecuencias del feudalismo medieval estaba dañando el estamento clerecial de la iglesia, por lo que se debían desligar de las autoridades laicas y reformar los cargos eclesiásticos marcando una división entre el poder religioso y político, ya que estos últimos ponían sus intereses económicos por sobre los espirituales dando los cargos eclesiásticos al mejor postor. Aquí comenzaría una época de reformas eclesiásticas y de lucha por la superioridad entre la Iglesia y el Estado que se comprenden desde mediados del siglo XI  hasta fines del siglo XIII.

        En un gran grupo de eclesiásticos reformadores resaltaba la figura del monje Hildebrando y quienes en conjunto serian reconocidos en esta lucha ya que asentarían las bases de la reforma gregoriana para la liberación de la iglesia de los poderes seculares. Ya con la elección pontificia modificada, fue que en 1073         tras la muerte del papa Alejandro II se escoge a su sucesor, el cardenal Hildebrando pasándose a llamar y hacerse conocido como Gregorio VII el que fue y seria siendo el alma de la reforma eclesiástica.

Es así como tiempo después nace en 1075 el Dictatus Papae, un conjunto de un total de 27 escritos o proposiciones que fueron recogidos en base a una recopilación de material canónico en la que se visualizan los derechos tradicionales que hasta en ese momento la iglesia tenía y en la que se encuentran  resumidos los principios fundamentales de la reforma gregoriana o eclesiástica establecidas por el papa Gregorio VII, quien se conoce como el autor de este documento, ya que se “…demostró que no era obra del cardenal Desusdédit o de algún otro personaje coetáneo, sino del mismo Gregorio VII…”  (Llorca Vives, García Villoslada y Montalbán, 1976, p; 319).

 El Dictatus papae se construye abarcando cuatro pilares fundamentales en los que descansan las 27 proposiciones, tales como: los derechos del papa frente a los poderes laicos, los derechos del papa frente a los poderes eclesiásticos, los fundamentos doctrinales del poder papal y los derechos del papa que afectan a ambos poderes. Por otro lado, tanto emperadores como reyes tenían un descontento hacia este documento, ya que manifestaban que la iglesia estaba en búsqueda de la supremacía papal por sobre estos mismos. Sin embargo según el autor José Orlandis, las verdaderas intensiones de la reforma eclesiástica y del Dictatus papae para Gregorio XII eran eliminar los males de la simonía (compra o venta de los cargos eclesiásticos), el nicolaísmo (incontinencia del clero) y la investidura laica (provisión de los oficios eclesiásticos por poderes seculares), ya que en simples palabras los eclesiásticos debían hacer triunfar el reino de Dios en la tierra, provocando estos 27 escritos grandes enfrentamientos entre el pontificado y el imperio.

Análisis de contexto

Contexto Religioso

El dictatus papae se encuentra desarrollado en una época en la que la iglesia y el Estado se encontraban en una fuerte crisis por enfrentamientos de supremacía derivado de la imposición del emperador por prevalecer la elección del pontífice. Es en base a este contexto que la reforma eclesiástica comienza asomarse, cuando la iglesia comprende que tiene que desligarse de las autoridades laicas para que así los cargos eclesiásticos no cayesen en manos de personas no idóneas, tomando cartas en el asunto grandes personajes de la iglesia como el papa Gregorio VII, inspirador del Dictatus papae. Este documento básicamente buscaba liberar a la iglesia de todos los males que la acomplejaban, así como de los vicios en que había caído el imperio, que básicamente esto se resume en palabras del autor José Orlandis a que debían “liberar a la iglesia del yugo del pecado”, sin embargo a pesar de que constantemente declaraba que su intensión era que todos llegaran a la vida eterna por estas reformas y que sus ideas no eran inventadas más bien eran una recolocación de la tradición eclesiástica

“Se le acusa frecuentemente a Gregorio VII de haber procurado con todas sus fuerzas un imperialismo hierocrático, con aspiraciones a dominar en todo el mundo y a fundar una monarquía universal de los papas, en que los reyes fuesen vasallos de Roma”.

(Garcia, P. 1953. p; 380)

        En un imperio donde la sociedad estaba caracterizada por su identidad cristiana que los hacía diferenciarse de los paganos, era de suma importancia que los poderes seculares y los de la iglesia no se vieran revueltos, por lo que para los religiosos era necesaria esta reforma que los separaría  de esta relación que la verían parte del pecado.

Contexto Político

“Enrique III recurrió a un procedimiento insólito, pero que entonces resulto providencial para la dignificación de la Sede romana: se hizo conferir con carácter vitalicio y hereditario el titulo de << patricio de los romanos>>, y con él arrogo la facultad de designar directamente a los papas que hubieran de ocupar la vacante pontificia”.

(Orlandis. 2006. P; 279)

        Bajo esta premisa el poder de escoger a los futuros pontífices quedó bajo el criterio del emperador Enrique III  por lo que se dieron los problemas contra la iglesia, ya que se comenzó a ver que algunos eran elegidos bajo una influencia de conveniencia para el emperador. Esta situación cambio gracias a la instauración a cargo de un grupo de eclesiásticos de las llamadas reformas gregorianas, donde insistían que los poderes laicos no debían entrometerse en asuntos de la iglesia, ni menos una autoridad imperial. En 1056 Enrique III muere, siendo esta una situación que favorece para los reformadores ya que su heredero  no contaba con las condiciones para poder regir al imperio. El año 1059 la elección pontificia al fin se hacía cargo de un colegio de cardenales, haciendo que a los años después en 1073 sea elegido Gregorio VII.

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