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Problemas Del Mar Erritorial De Colombias

Karoldanielis8 de Noviembre de 2011

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PresentaciónA pesar de la ubicación geográfica, Colombia ha descuidado su presencia en el Caribe. Tan solo a comienzos de la década de los años ochenta el país comienza a reflexionar en torno a esta área y, aunque en un principio se concentra exclusivamente en el istmo centroamericano con sus acciones en el Grupo de Contadora, años más tarde, durante los años noventa, inicia una política más agresiva hacia la Cuenca del Caribe.Varios aspectos inciden en el desarrollo tardío de las relaciones internacionales colombianas hacia el Caribe. Entre ellos podemos mencionar: las tendencias de la política exterior, el marcado anticomunismo de los lineamientos internacionales y el énfasis jurídico que ha caracterizado la toma de decisiones internacionales. En este ensayo se sostiene que la presencia de Colombia en el Caribe es posible bilateral y multilateralmente, en grupos subregionales y diferenciados. Debido a que el Caribe no es un área homogénea sino que en la misma se ubican más de 30 islas, debe separarse la zona continental de la insular, y distinguir la parte anglófana (donde se incluyen los miembros del Caricom), de la francófana y de la hispanoparlante. La relación e inserción de Colombia en la región debe contemplar esta heterogeneidad. Así, el aspecto cultural resulta cada vez más importante en los procesos de integración, debido a que esta variable incide directa o indirectamente en el manejo político, económico y comercial. La heterogeneidad caribeña La Cuenca del Caribe resulta bastante más heterogénea de lo que comúnmente nos imaginamos, debido a sus características históricas, socioeconómicas, políticas y culturales. Constituida por países con los más variados niveles de desarrollo, presenta diversos procesos políticos y alberga a diferentes grupos étnicos. Históricamente, la Cuenca del Caribe[1] tiene un desarrollo que resulta tan complejo y contradictorio como su geografía y ha sido escenario de rivalidades entre poderes coloniales como España, Francia, Holanda, Inglaterra y Estados Uní-dos debido a su ubicación estratégica y sus recursos. La relación de la Comunidad Europea y los tratados convenidos en el Acuerdo de Lomé, la actuación de los Estados Unidos y de países como México, hacen de la Cuenca una zona con identidad heterogénea y vínculos de los más diversos actores regionales y extrarregionales, donde confluyen intereses antagónicos. Potencias medias regionales como Colombia, México y Venezuela han dirigido, con diferente intensidad, acciones concretas hacia el área. Estos países han perseguido sus propios objetivos y han utilizado instrumentos adecuados a sus fines. Actualmente, se muestran interesadas en llegar a un equilibrio regional compartido, como una alternativa capaz de re. mplazar la histórica penetración norteamericana. Con un papel de liderazgo regional, México ha desarrollado una mayor tradición hacia Centroamérica, debido a su riqueza petrolera y a una política autónoma e independiente de los Estados Unidos. Apoyó procesos de cambio en el área y brindó una serie de instrumentos bilaterales y de cooperación, tales como el Acuerdo de San José y los realizados en el marco de la Aladi. En agosto de 1992, teniendo en cuenta los niveles de desarrollo y los esfuerzos de complementación económica en áreas como la energética y el sector primario, México y los cinco países centroamericanos acordaron constituir una zona de libre comercio a partir del 31 de diciembre de 1996. Venezuela, por su parte, comenzó, a partir de 1969, una política de apertura hacia América Latina y de manera especial hacia el Caribe, debido a su ubicación geopolítica y bonanza petrolera[2]. En busca de estabilidad regional y de crecimiento económico, ha aprovechado su riqueza petrolera por medio de la canalización de recursos a través del Fondo de Inversiones de Venezuela (FIV), el cual está orientado hacia la cooperación con aquellos países caribeños que tuvieron problemas en su balanza de pagos. En julio de 1991 suscribió las bases de un acuerdo marco sobre comercio e inversión conducente a la eliminación de aranceles. En el pasado, cada uno de estos dos países actuó por su lardo. En la actualidad, también Colombia trata de tener una mayor presencia en la región. Presenta una serie de iniciativas más recientes y modestas. Durante varios años, las relaciones hacia el área se enmarcaron dentro de una política global hacia América Latina, centrada en temas limítrofes. A pesar de los lazos históricos y culturales con la región, hasta los años setenta el intercambio comercial con Centroamérica y el Caribe fue marginal, y tan solo a comienzos de los años ochenta, y únicamente en lo político, se inicia una actuación más destacada con el Grupo de Contadora. Sin lugar a dudas, esta región reviste un marcado interés geopolítico y socioeconómico, y constituye una valiosa ruta de transporte marítimo que enlaza el norte y el sur del continente. Igual que para el resto de América Latina, la década de los años ochenta fue de crisis para la economía y el comercio caribeño. El aumento en las tasas de inflación y de desempleo, la disminución de las exportaciones y la escasez de divisas, son indicadores de la encrucijada en la que se vio envuelta la Cuenca del Caribe. Curiosamente, los países más perjudicados fueron los de mayor desarrollo económico, mientras que los de menor desarrollo lograron superar la situación con relativa facilidad. Actualmente sus políticas de desarrollo se orientan a corregir los desequilibrios económicos internos y externos, gracias a las medidas de ajuste orientadas a la disminución del déficit fiscal, el control de la inflación, la promoción de la iniciativa privada y las reformas de las instituciones políticas. Así mismo, han iniciado una política de apertura y liberalización del comercio[3]. Centroamérica y el Caribe constituyen el marco de acción externa del Grupo de los Tres que sirve de unión entre el Norte y el Sur de América Latina. A nivel multilateral, han acordando mantener vínculos de cooperación, aprovechar su complementariedad económica y brindar apoyo en diversas áreas como la energética y la agrícola[4]. El Caribe en la política exterior colombiana Durante mucho tiempo, de manera retórica soñamos con la posibilidad de una unidad latinoamericana. Sin embargo, los cambios ocurridos en lo internacional y las características de cada contexto socio-político y económico, en particular, llevan a considerar que la actuación de Colombia en el Caribe debe ser diferenciada y complementaria de los procesos de integración. La heterogeneidad latinoamericana permite distinguir sub-regiones como la del Cono Sur, el área andina, la Cuenca del Caribe, y la de México, integrada cada vez más en lo económico al mercado norteamericano. De acuerdo con la pertenencia a una u otra sub-región, se dará una inserción diferenciada de América Latina en el contexto global y regional. Por su ubicación geográfica, Colombia es un país con múltiples vertientes internacionales. Es andino, pertenece al Caribe y también al Pacífico y el Amazonas. Las relaciones de Colombia hacia la Cuenca del Caribe han sido distantes, debido a nuestros lineamientos externos, y tan solo en la actualidad el país se preocupa por buscar una proyección hacia esta vertiente internacional. A lo largo de todo el siglo XX son varias las características que han incidido en el diseño de la política exterior colombiana. Las hay de orden histórico, político y económico en lo interno, como también de ubicación y relaciones con otros actores relevantes del escenario internacional[5]. La pérdida de Panamá, en 1903, creó un sentimiento de impotencia en los sectores dirigentes colombianos que creyeron que una alianza con los Estados Unidos reportaría grandes beneficios. El Réspice Pollum que se inauguró durante el gobierno de Marco Fidel Suárez (1918-1921) sirvió de norte para el diseño de la política exterior colombiana. Tan solo en los años setenta, se inició una reflexión y se comenzaron a ejecutar acciones alrededor de la conveniencia de fortalecer las relaciones con países similares a Colombia. Es cuando se promulga el Réspice Similia. Ya para la década de los años ochenta se inaugura un nuevo perfil externo colombiano, más autónomo y diversificado, que adquiere su máxima expresión bajo la administración de Belisario Betancur (1982-1986). En lo político, se presenta un desequilibrio entre la modernización económica y social del país, por una parte, y la modernización política e internacional, por la otra. Colombia carece de una diplomacia de opinión en el sentido de que la población conozca y participe de las decisiones externas. Estas se toman de manera jerárquica, en cabeza del ejecutivo y, en el mejor de los casos, consultando la Comisión Asesora de Relaciones Exteriores[6]. A nivel económico, el paso de un modelo de desarrollo cerrado y proteccionista basado en la sustitución de importaciones y en la ampliación del mercado interno, a otro que tiene como eje la apertura y el librecambismo, necesariamente incide en la orientación de la política exterior. Actualmente presenciamos una marcada tendencia a considerar los aspectos económicos como de "alta prioridad" y los políticos como de "baja prioridad". La integración tiende, entonces, a ser cada vez más operacional, pragmática y viable. La ubicación, el debilitamiento y/o la r [subir]     Facultad de Ciencias Sociales Departamento de Ciencia Política    ISSN (versión en línea): 1900-6004 colombiainternacional@uniandes.edu.co       Compartir Tweet   Recomendar Para citar este artículoTítulo:El interés de Colombia

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