Proyecto Nacional
LUZ_MARINA11 de Noviembre de 2012
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Un proyecto nacional es el producto de la evolución cultural y política de una sociedad que ha alcanzado la unidad alrededor de un propósito de organizarse o reorganizarse. Requiere para su vigencia de dos condiciones. La primera es que la sociedad tenga una motivación nacional y por tanto no se encuentre dominada por divisiones sectoriales. En segundo término debe partir de un diagnóstico correcto y proponer los cambios adecuados para la transformación buscada, apoyada en un amplio consenso.
El único proyecto nacional con que contó el país ha sido el de la Organización Nacional. En la segunda mitad del siglo XX el Presidente Frondizi formuló un proyecto de integración y desarrollo como él lo llamó, pero careció de suficiente apoyo y comprensión popular y por eso no predominó. Una sociedad profundamente dividida como la argentina de la década del sesenta, no lo puede generar
Es corriente escuchar hoy el reclamo de que en la Argentina se alcance una especie del Pacto de la Moncloa es decir llegar a un consenso sobre cuestiones fundamentales. Pero España tenía un plan político que era la de la monarquía constitucional iniciado por Francisco Franco, al que faltaba ejecutar sobre la base del consenso de todas las corrientes de opinión. En la Argentina hasta la fecha lo que ha fallado es la república democrática es decir el plan político originario, y lo que debe reformularse es dicho plan. Pero la Argentina se encuentra en una etapa previa porque carece de un diagnóstico acertado sobre la naturaleza de sus males. Por eso nadie se plantea por ejemplo si la democracia ha fracasado, lo que es de toda evidencia, aunque de ello no se sigue que deba sustituirse por otro régimen.
No se puede seguir con la ingenua tesis que las fuerzas armadas son responsables de todo lo negativo porque ello es partir de un concepto falso de omnipotencia por una parte y de absoluta prescindencia de la otra. Las fuerzas armadas formaron y forman parte de la sociedad y han partido de motivaciones compartidas por amplios sectores de la población, habiendo favorecido en unos caso a sectores de la derecha como en la revolución de 1930, o se realizaron contra la derecha como en 1943, pasando a ser la oposición mas fuerte contra el partido justicialista en 1955, 1962, y 1966, o la garantía de orden contra la subversión en 1976.
Es necesario un análisis mas profundo al mismo tiempo que una mayor capacidad creativa para imaginar las soluciones que la Argentina necesita. Es posible que la decadencia y la recesión que experimentamos y su previsible agudización sea la gran partera de la transformación que necesita la Argentina.
La revolución cultural.
El concepto de la cultura. La cultura de los grandes sectores sociales. Los factores de atraso que se perciben en la actual situación.
Debemos decir en primer término que cultura es toda expresión del espíritu humano, porque todas ellas revelan el aprendizaje experimentado por el hombre a nivel académico, escolar, familiar, o derivado de la simple actuación en el medio social.
La sociedad argentina, caracterizada en términos muy generales, está compuesta por tres corrientes sociales, con distinto grado de cruzamiento entre sí: una que se entronca en el pasado precolombino y en la Colonia, otra solamente en la tradición de la Colonia, y una tercera en la inmigración de fines del siglo XIX y de la primera mitad del siglo XX. Naturalmente cada una de ellas ha recibido la influencia de los períodos posteriores a su origen.
Todo el problema cultural se puede comprender midiendo la distancia que separa a cada uno de estos sectores, del nivel alcanzado en todos los ordenes por la sociedad de los países mas avanzados.
Es evidente que las mayores dificultades para asimilarse a la sociedad moderna, representada por la sociedad capitalista en el orden económico, se da en el primer grupo, el más numeroso, porque sus improntas predominantes provienen de las culturas mas antiguas. Este grupo debe representar como mínimo el 60 % de la población total de la Nación, siendo constantemente reforzado por la inmigración de los países limítrofes.
El segundo grupo descendiente de los colonizadores españoles, si bien influenciado por las corrientes liberales europeas a fines del siglo XIX continúa bajo la égida de la antigua tradición colonial, en sus costumbres y modalidades. En el presente este grupo es minoritario, y ha perdido su condición de clase dominante, ante el desarrollo de los otros sectores, el desplazamiento del poder y la toma de conciencia de sus intereses diferenciados.
Por último el tercer grupo, que ha venido hace alrededor de cien años de Europa, si bien en muy pocas generaciones ha logrado situaciones relevantes en todos los sectores, no ha evolucionado al mismo ritmo que sus países de origen, por lo que registra también un atraso tecnológico y cultural para competir con la industria, el comercio, los servicios y el agro, por ejemplo de Italia y España.
No mencionamos particularmente a los núcleos puramente indígenas, porque no son muy numerosos, y por tanto no tienen una particular incidencia en el conjunto de la sociedad, aunque deben ser considerados al momento de tomar decisiones concretas sobre como educarlos.
De esta rápida reseña resulta que cualquiera sea el grupo social del cual se trate desde el punto de vista cultural registran un atraso evidente respecto de los niveles de conocimientos económicos, científicos y tecnológicos de los países mas avanzados, y esto es lo que hace urgente la transformación cultural que se propugna.
Y poca trascendencia tiene, como factor de efectiva transformación, que el progreso tecnológico venga a través de las comunicaciones, los servicios públicos privatizados, la informática, o la transformación tecnológica introducida en todas las actividades, sino alcanza a la mente de cada uno de los ciudadanos, pues solamente así dejaran de ser consumidores para transformarse en creadores y protagonistas del cambio, percibiendo los mayores beneficios.
Lo expuesto precedentemente es una visión del problema cultural que afecta a los grandes sectores y de ninguna manera importa desconocer los centros de excelencia que en el campo de la educación, el arte, la investigación, las profesiones y actividades de toda naturaleza existen en la Argentina y que merecen el reconocimiento general.
Por eso la modernización cultural es una condición sine qua non del progreso económico y social de la Nación *.
* Ver nuestra obra "Nuevas Bases" Ed. 1995, ed. GEL,pags. 31 y sgtes. y 49 sgtes.
La democracia y el capitalismo exigen un alto nivel cultural para ejercerse correctamente.
Ningún régimen político es más exigente que la democracia en cuanto a altos niveles culturales en el pueblo, ya que al ser el protagonista de sus decisiones más importantes, estas deben adoptarse con la mayor solvencia intelectual. Obviamente no sucede lo mismo con la monarquía ni con la aristocracia.
Una exigencia parecida se da en el capitalismo, porque hallándose asentado en la libre participación de todos en el mercado, cada uno lo hace con las ventajas o desventajas de su mayor o menor capacidad de negociación, y cuando estas son muy desiguales, es también muy desigual la distribución de los beneficios.
Estas dos verdades son lo suficientemente fuertes y esenciales para
convertir a la modernización cultural en el principal tema de toda democracia capitalista.
El contenido de la revolución cultural. La modernización tecnológica y científica. La modernización de los conocimientos económicos, comerciales, financieros y de organización. La formación ética. La necesaria preservación de los valores comunes y de las tres ascendencias fundamentales.
El contenido de la revolución cultural debe partir de un conocimiento previo de la cultura que se debe corregir lo cual sustancialmente se encuentra en la idiosincrasia de la sociedad respectiva.
En nuestra obra "Nuevas Bases" hemos señalado las notas positivas y las negativas de la idiosincrasia argentina. Entre las primeras hemos enunciado el sentido de la libertad y de la igualdad, de la familia, el propósito de mejoramiento, la religiosidad, el sentido de la democracia y de la tolerancia. Entre las segundas el desconocimiento de la escasez, del trabajo disciplinado, la desvalorización del tiempo, la resistencia a la jerarquía, escaso sentido de responsabilidad, la falta de sentido del lucro y del cálculo económico, un cierto grado de fatalismo, un insuficiente sentido de la propiedad, el resentimiento y el desprecio, la poca aplicación del método experimental, insuficiente sentido de solidaridad, espíritu faccioso, poca vocación por la actividad comercial, la falta de compromiso.( Ed. GEL 1995 Pags. 94 y sgtes. )
Para comprender esta idiosincrasia es necesario saber como se halla compuesta social y culturalmente esa sociedad en sus sectores más importantes. Nos referimos a la presencia de la influencia indígena que ha sido objeto de muchas divergencias.
A fin de apreciar a través de un dato objetivo, registrado y censado, la influencia que la cultura indígena ha tenido en nuestro país, como en toda Latinoamérica, nos remitimos a las diferencias que en la estructura de la familia se observa entre la Argentina, España e Italia por el número de hijos extramatrimoniales en el mismo año. Hemos elegido el año 1960 porque aún no se había producido la liberación femenina, es decir que predominaban los conceptos tradicionales inspirados en los criterios de la Iglesia Católica, de las iglesias protestantes o en otras religiones o en los conceptos prevalecientes en Europa. Toda diferencia en
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