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REBELION SINDICALISTA

leninrene13 de Junio de 2014

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LA REBELIÓN SINDICALISTA

El sindicalismo nació en Francia como una rebelión contra el socialismo político; para comprenderlo debemos hacer un boceto de la posición que los partidos socialistas habían conseguido en diferentes países.

Después de un gran retroceso causado por la Guerra Franco-alemana, el socialismo revivió poco a poco, y en todos los países de la Europa occidental los partidos socialistas han ido aumentando su fuerza numérica casi constantemente durante los últimos cuarenta años; pero, como pasa siempre con una secta crecida, la intensidad de la fe ha ido disminuyendo a medida que el número de los creyentes ha ido aumentando.

En Alemania, el partido socialista se hizo el sector más fuerte del Reichstag y, a pesar de algunas diferencias de opinión entre sus miembros, preservó su unidad formal con aquel instinto de disciplina militarista que caracteriza a la nación alemana. En la elección del Reichstag en 1912, el partido socialista consiguió una tercera parte del número total de votos: tenía 110 diputados en un total de 397. Después de la muerte de Bebel, los revisionistas, que recibieron su primer impulso de Bernstein, vencieron a los marxistas más estrictos, y el partido se convirtió, en efecto, solamente en un partido de radicalismo avanzado. Es ahora demasiado pronto para especular sobre cuál será el efecto de la escisión entre los socialistas de la mayoría y los de la minoría, que se produjo durante la gran guerra europea. En Alemania no hay casi indicios de sindicalismo; su doctrina característica, es decir, la preferencia por la acción industrial a la acción política, no ha encontrado apoyo casi en nadie.

En Inglaterra. Marx no ha tenido nunca muchos discípulos. En este país el socialismo ha sido inspirado principalmente por los fabianos (datan de 1883), que abandonaron la defensa de la revolución, la doctrina marxista del valor y la guerra de clases. Lo que quedó era el socialismo de Estado y la doctrina de la penetración. Los funcionarios del Estado debían compenetrarse de que la realización del socialismo aumentaría enormemente sus poderes. Las Asociaciones de trabajadores debían comprender la idea de que ya había pasado el día para una acción puramente industrial y debían esperar que el gobierno (secretamente estimulado por los funcionarios simpatizantes) efectuaría poco a poco las partes del programa socialista que despertaban más hostilidad entre los ricos. El Partido Laborista Independiente (formado en 1893) estaba casi completamente inspirado al principio de las ideas de los fabianos, a pesar de haberse sostenido hasta hoy, y especialmente después del comienzo de la guerra, con mucho más entusiasmo que en un principio los socialistas. Siguieron teniendo como ideal la cooperación con las organizaciones industriales de los jornaleros, y principalmente gracias a sus esfuerzos, el Partido Laborista se formó en 1900 por la combinación de las Uniones de trabajadores y los socialistas políticos. Después del año 1909 todas las Uniones importantes han pertenecido a este partido; pero a pesar de que su fuerza procede de las Uniones de trabajadores, ha representado más la acción política que la industrial. Su socialismo ha sido de un orden teorético más que académico, y en la práctica, hasta el comienzo de la guerra, los diputados laboristas en el Parlamento (en 1904 fueron elegidos treinta, y en diciembre de 1910, cuarenta y dos) pueden ser considerados casi como una parte del partido liberal.

Francia, distinta de Inglaterra y Alemania. no se contentó solamente con repetir las viejas palabras de las consignas con una continua disminución de la convicción. En Francia (1) un nuevo movimiento, conocido en su origen con el nombre de sindicalismo revolucionario y después sencillamente con el de sindicalismo, mantenía vivo el vigor del primer impulso y se conservó leal al espíritu de los viejos socialistas, aunque alejándose de la letra. El sindicalismo, distinto del socialismo y del anarquismo, partió de una organización existente y desarrolló sus propias ideas, mientras que el socialismo y el anarquismo empezaron con ideas y tan sólo después desarrollaron las organizaciones que les sirven de medio. Para comprender el sindicalismo tenemos primero que describir la organización de los Sindicatos en Francia y su ambiente político. De este modo las ideas del sindicalismo aparecerán como el resultado natural de la situación política y económica. Apenas si alguna de estas ideas es nueva: casi todas son derivadas del grupo bakunista de la vieja Internacional (2).

La vieja Internacional tenía un éxito considerable en Francia antes de la guerra francoalemana; en efecto, en 1869 se estima que tenía unos 250.000 afiliados franceses. En el mismo año, un delegado francés en el Congreso de la Internacional en Bale hizo una proposición casi idéntica al programa sindicalista (3).

La guerra de 1870 terminó por algún tiempo con el movimiento socialista en Francia. Fue con Jules Guesde con quien empezó el renacimiento socialista en 1877. Los franceses, distintos de los socialistas alemanes, se han dividido en muchos grupos. Cerca del año 1882 hubo una escisión entre los socialistas parlamentarios y los anarquistas-comunistas. Estos pensaban que la primera actuación de la revolución social debía ser la destrucción del Estado, y preferían no tener relación alguna con la política parlamentaria. Los anarquistas, desde 1883 en adelante, tuvieron éxito en París y en el Sur.

Los socialistas afirmaban que el Estado desaparecerá seguramente cuando la sociedad socialista se establezca. En 1882 los socialistas se dividieron entre los discípulos de Guesde, que pretendían representar el socialismo revolucionario y científico de Marx, y los discípulos de Paul Brousse, quienes eran más oportunistas y se llamaban positivistas y no hacían mucho caso de las teorías de Marx. En 1890 hubo una escisión de los broussistas, que seguían a Allemane, y, nutriéndose de los elementos más revolucionarios del partido y de algunos de los Sindicatos más fuertes se convirtieron en las principales fuerzas. Otro grupo lo constituían los socialistas independientes, entre quienes se hallaban Jaurés, Millerand y Viviani (4).

Las disputas entre las varias secciones de los socialistas causaron dificultades a las Uniones de trabajadores y ayudaron a efectuar la resolución de excluir la política de las Uniones. De esto al sindicalismo no había más que un fácil paso.

Después del año 1905, y de la unión entre el Partido Socialista de Francia (Parti Ouvrier Socialiste Revolutionnaire Francais, bajo el caudillaje de Guesde) y el Partido Socialista Francés (bajo la jefatura de Jaurés), quedaron solamente dos grupos de socialistas: el Partido Socialista Unido y los independientes, que son intelectuales que no quieren sujetarse a un partido. En la elección general de 1914, el Partido Socialista Unido tenía 102 candidatos elegidos, y los independientes 30, en un total de 590.

Las tendencias hacia una reconciliación entre los varios grupos se encontraron seriamente interrumpidas por un acontecimiento de una trascendencia considerable para todo el desarrollo de las ideas políticas avanzadas en Francia, es decir, el hecho de que el socialista Millerand aceptó un cargo en el Gabinete Waldeck-Rousseau en 1899. Millerand, como se esperaba, dejó de ser socialista, y los adversarios de la acción política indicaron que su evolución era un indicio de la vanidad por los triunfos políticos, pues muchos de los políticos franceses que han llegado al poder han empezado su carrera política como socialistas y han terminado muchas veces por emplear el ejército como medio de represión contra los huelguistas. La acción de Millerand fue una de las más notables y dramáticas entre un sinnúmero de otras del mismo género. El resultado de todas las tropelías políticas acumuladas fue la gran desconfianza que nació entre los trabajadores franceses, más conscientes y preparados contra la política, y este estado de espíritu abonó el terreno a la propaganda del sindicalismo. El sindicalismo representa esencialmente el punto de vista del productor frente al consumidor en lo concernienté a la reforma del trabajo actual, a la organización de la industria, y no solamente en la pretensión de obtener mayores salarios. Es de esta idea de donde se deriva su vigor y su carácter distinto. Aspira a substituir la acción política por la acción industrial y se sirve de la organización de las Uniones de trabajadores para los fines para que el socialismo ortodoxo utiliza el Parlamento. Sindicalisme era, en su origen, tan sólo el nombre francés que se daba a las organizaciones de las Uniones de trabajadores; pero los miembros de las Uniones de trabajadores de Francia se dividieron en dos secciones: reformista y revolucionaria, y solamente ésta profesaba las ideas que ahora asociamos con el término sindicalismo. Es completamente imposible suponer en lo que se refiere a la organización de las ideas de los sindicalistas qué quedará intacto al terminar la guerra, y todo lo que diremos debe ser considerado como aplicado solamente a los años anteriores a ella.

Puede resultar que el sindicalismo francés, como movimiento diferente de los otros, haya muerto; pero aun en aquel caso no habrá perdido su importancia, puesto que ha dado un impulso y una nueva dirección a la parte más vigorosa del movimiento obrero en todos los países civilizados, con la posible excepción de Alemania.

La organización de la cual el sindicalismo dependía era la Confederación General del Trabajo, usualmente conocida por la C. G. T., fundada en 1895, pero que ha alcanzado su forma final tan sólo en 1902. Nu ha sido nunca muy poderosa numéricamente, pero

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