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Rev. Francesa. En 1789 se inició un proceso que marcó la historia del mundo y rompió con los esquemas establecidos en la sociedad por siglos


Enviado por   •  29 de Abril de 2016  •  Ensayos  •  1.891 Palabras (8 Páginas)  •  435 Visitas

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Noviembre 2010

REV. FRANCESA

En 1789 se inició un proceso que marcó la historia del mundo y rompió con los esquemas establecidos en la sociedad por siglos: la Revolución Francesa. Según  Martínez Carreras (1995) “… la Revolución Francesa no puede ser considerada como un fenómeno particular, nacional y aislado, sino que constituye el episodio sin duda más importante de una gran revolución que agita a todo occidente desde 1770 hasta 1850” (p. 67). Este autor plantea entonces que, este hecho no solo fue francés, sino que conmovió a todo el occidente europeo y que precedió a una serie de otras revoluciones inspiradas en ésta. Y fue por sus hechos y sus fundamentos que la hacen tan especial: en ella se logra el triunfo político, económico y social de la burguesía sobre las clases privilegiadas que estaban establecidas, la nobleza y el clero.

La Revolución Francesa consistió en una serie de eventos que se inició con el juramento del juego de la pelota que llevo a la creación de una Asamblea Nacional Constituyente y la redacción de la primera constitución francesa, la declaración de la republica y que culmina con el gobierno del directorio, el consulado y el imperio napoleónico. Esta sucesión de hechos dio fin a la monarquía absoluta y dio paso a un régimen constitucional. Pero ¿cuáles fueron las causas que generaron dicha revolución? ¿en qué se inspiraron y se basaron los franceses para llevar a cabo una de las más grandes e importantes revueltas en la historia?

Antes de adentrarse en lo que son las causas de la Revolución Francesa, hay que primero ubicarse en el contexto histórico de la Europa del siglo XVII. La sociedad estaba estructurada en estamentos, tres para ser específico, dentro de los cuales los primeros dos (clero y nobleza) poseían privilegios con respecto al tercero. Pero para los años 1700 estas divisiones estaban debilitadas. El sistema de servidumbres, en el cual se basaban los privilegios, y la burguesía (perteneciente al Tercer Estado), a través del comercio y la industria, adquiere importancia económica, social y política.

La sociedad feudal viene en decadencia desde el siglo XVI, en el aspecto económico, con el origen del mercantilismo y el desarrollo al capitalismo. Pero la sociedad estamental, característica de sistema feudal, todavía seguía presente, claro que con ciertas variaciones en el tiempo. Europa entrando al siglo XVIII seguía siendo agraria en su mayoría, pero con el inicio de la Revolución Industrial, ésta toma carácter industrial y financiero. La burguesía, como se mencionó anteriormente, toma importancia económica y social. Se comienza a diferenciar el Tercer Estado, debido a que la burguesía controlaba las nuevas actividades económicas, mientras que los trabajadores y campesinos estaban subordinados a ella. Esto marcó el fin de facto del feudalismo. La burguesía comenzaba a comprar títulos para pertenecer a la nobleza, y ésta comenzaba a perder poder en frente a los burgueses que aumentaban su riqueza. Es, en la Revolución Francesa que se marca el fin definitivo, de jure, del feudalismo en todos los aspectos de la sociedad.

De La Cueva (1996) “El estado moderno es una centralización de todos los poderes… nació en forma monárquica” (p.p. 54-55). En el siglo XVIII, Europa todavía estaba sumergida en el absolutismo monárquico, basado en la centralización de poderes, es decir, el Rey ejercía exclusivamente todos los ámbitos del poder estatal: era juez, legislador y gobernante. Según Hayes (1968) “El Rey de Francia trataba aun a su reino como un conjunto de posesiones personales y familiares…” (p. 560). Existía una soberanía real, es decir, el Rey, por derecho divino, ejercía todo el poder a su conveniencia, e importaba poco las opiniones de la sociedad, de los estamentos reunidos en asambleas. El Rey tenía la última palabra en todas las decisiones del Estado.

Según Martínez Carreras (1995) la sociedad europea del siglo XVIII inicia y mantiene un crecimiento sostenido que fue producto de los adelantos económicos, los avances en la medicina y en la sanidad. Esto llevó al origen de los “pesimistas ingleses”, quienes planteaban que el crecimiento demográfico trae consigo la lucha por los recursos, como los alimentos, que son escasos, y por consecuencia la lucha por la subsistencia. Se comienza un desplazamiento de personas del campo a la ciudad, y éstas se convierten en trabajadores y obreros asalariados, dentro de las industrias.

Francia entonces, para la segunda mitad del siglo XVIII, estaba en una transición socio-económica, originada por la Revolución Industrial, en donde los burgueses controlaban el aspecto económico, la monarquía el aspecto político, y la sociedad iba evolucionando, dándose distinciones clasistas dentro del Estado Llano y creándose conflictos entre estamentos privilegiados y no privilegiados, debilitando así las bases fundamentales del Antiguo Régimen. A partir de esta serie de eventos, expuestos anteriormente, se derivan distintos elementos que dieron origen a la Revolución Francesa.

Como explica Hayes (1968) la intervención francesa en la Guerra de  Independencia de Los Estados Unidos de América fue ruinosa. Francia ayudó a las trece provincias norteamericanas, antiguamente pertenecientes a Inglaterra, a liberarse para demostrar su poder ante los anglosajones, pero lo que en realidad consiguió fue llevar el Tesoro francés a punto de la quiebra. Los ministros de Hacienda del Rey Luis XVI, le aconsejaron aumentar los impuestos y, para aligerar estas cargas en el estamento inferior, le recomendaron hacer que los estamentos privilegiados también formaran parte de esta población contribuyente, consejo que no siguió, debido al alza de los privilegiados en oposición a dicha decisión, lo que llevó al hundimiento institucional. Vale la pena recordar que el aumento demográfico y la crisis francesa estaban afectando gravemente la situación del campesinado y de los trabajadores, que se venía encrudeciendo durante el siglo XVIII. Al aumentar los impuestos, las clases populares se levantaron en rebelión y el Rey, junto con su consejo de ministros, no tuvo más opción que hacer llamar a los Estados Generales.

Acorde con Martínez Carreras (1995) referente al Tercer estado, Emmanuel Joseph Sieyès resume el problema de este estamento en tres preguntas: “¿Qué es el Tercer Estado? Todo. ¿Qué ha sido hasta ahora en el orden público? Nada. ¿Qué pide? Llegar a hacer algo” (p. 74). Esas cuestiones describen perfectamente la situación social que se vivía en Francia para 1788. Dentro de los Estados Generales, los individuos del Estado Llano eran en número, más que la suma de los dos estamentos superiores de la población francesa, según Hayes (1968), conformaba aproximadamente el uno por ciento, es decir, de 25 millones de habitantes, habían 150.000 nobles y 130.000 sacerdotes. Hay autores que exponen diferentes cifras, pero en proporción seguían siendo una minúscula minoría en comparación con el tercer estamento. Sin Embargo, durante toda la existencia de los Estados Generales, este estamento nunca logró que se tomara una decisión a favor de ellos. Tal como se expuso anteriormente, las clases privilegiadas no permitían, entre otras cosas, que la carga impositiva recayera sobre ellos, nunca lo hizo, hasta el verano de 1789 cuando el Estado Llano decidió buscar otra vía para solucionar sus problemas y voltear los asuntos a su favor.

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