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TRABAJO DE HISTORIA


Enviado por   •  12 de Diciembre de 2012  •  7.635 Palabras (31 Páginas)  •  360 Visitas

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La frustrada restauración

Al terminar el siglo XIX, el gobierno de Ignacio Andrade, ya desesta¬bilizado, tuvo que enfrentarse a la llamada «invasión de los sesenta», que luego lo obligaría a abandonar la Presidencia y tomar el camino del exilio. El general Cipriano Castro, jefe de aquel movimiento, cruzó la frontera colombo-venezolana el 23 de mayo de 1899 y, con 60 hom¬bres armados, decidió marchar hacia Caracas. Un día después procla¬maba en Capacho: «no más farsas, no más tiranías, no más opresión», identificando así a la Revolución Liberal Restauradora, la cual acau¬dillaba en su lucha por el poder. Varias derrotas que causara a las tropas del gobierno de Andrade le permitieron su entrada triunfal a Caracas el 22 de octubre de aquel mismo año, ofreciendo esa vez al país «nuevos hombres, nuevos ideales, nuevos procedimientos».

El 23 de octubre se realizó la ceremonia de transmisión de poder de manos del general Víctor Rodríguez, Presidente encargado, al ge¬neral Cipriano Castro. Con un Gabinete integrado por liberales, inde-pendientes y nacionalistas, pretendió constituir un régimen de conci¬liación política,' aunque en esto no tuvo éxito porque luego se suscitaría una oposición tan tenaz a su mandato que Eleazar López Contreras, en un intento por explicar las razones de su despotismo, afirmaría después que a aquel caudillo no se le había dado la oportu¬nidad de ejercer un gobierno liberal y democrático.

Cipriano Castro, al comienzo de su gestión, tuvo suficiente apoyo político de los representantes del liberalismo venezolano de esos años, pero poco tiempo después debió enfrentar fuertes levantamientos ar¬mados, cuando se le cuestionaba la intención de concentrar en su persona todo el poder político y económico del Estado venezolano. Caudi¬llos como José Manuel Hernández (más conocido como El Mocho Her-nández), Manuel Antonio Matos, Nicolás Rolando, Celestino Peraza y Carlos Rangel Garvirias encabezaron, entre los años 1900 y 1902, insurrecciones contra aquel gobierno personalista, agravando la cri¬sis económica del país en la medida en que destinaba grandes recursos fiscales a la organización de un ejército que combatiera las fuerzas insurgentes. En esto, los militares andinos Juan Vicente Gómez, Ce¬lestino Castro, Román Moreno y Pedro María Cárdenas, entre otros, colaboraron efectivamente con el presidente Castro, además de contri¬buir con la formación de un ejército coherente y moderno, un ejército nacional estable.

La población venezolana, con un poco más de dos millones de habitantes, vivía asediada por las constantes sublevaciones de caudi¬llos que aspiraban conquistar el poder, y por una profunda crisis eco¬nómica que, embargaba al país a causa de la baja de los precios del café -principal producto de exportación- y de la consiguiente disminución de los ingresos fiscales, donde, además, la inestabilidad política reve¬laba la mala situación nacional en el período de gobierno de Cipriano Castro (1900-1908).

El Presidente Castro había recibido un país políticamente deses¬tabilizado, agobiado por una deuda externa que aumentaba desde gobiernos anteriores y con perspectivas de ser cobrada compulsiva-mente por las naciones acreedoras. Las vías de comunicación eran escasas e inadecuadas, y esto impedía la formación de un mercado interno fluido y articulado. Las principales obras de infraestructura se habían construido bajo el estímulo de las exportaciones en las últi¬mas décadas del siglo XIX. Por esta razón, el débil crecimiento indu¬cido por los ingresos de exportación se concentraba en los puertos -controlados por casas comerciales extranjeras- como en las zonas productoras y áreas de influencia del comercio agrícola.

El gobierno de Castro, a pesar de los permanentes conflictos in¬ternos, logró afianzarse durante ocho años mediante una gestión autocrática y despótica que generó una constante corrupción. Castro instrumentó siempre mecanismos para monopolizar, por medio de áulicos y personas de confianza como Juan Vicente Gómez, varias de las actividades más productivas del país. La política económica de su gobierno promovía la firma de contratos de carácter monopolista con empresas extranjeras, que luego rescindía con cualquier pretexto. Entonces los impuestos se establecían de manera indiscriminada y se incrementaban con frecuencia, como forma de obtener ingresos por distintas vías.

Los conflictos entre ese régimen y los caudillos locales constitu¬yeron la mayor perturbación de la República, pero fueron más graves todavía los suscitados con empresas extranjeras que habían invertido sus capitales en el país y con las potencias acreedoras, que en 1902 bloquearon las costas venezolanas para obligar al gobierno a cumplir sus compromisos financieros.

Los últimos gobernantes del siglo XIX, forzados por la necesidad de aumentar las disponibilidades fiscales, estimularon la inversión de capitales extranjeros en la construcción de obras y en la explotación de recursos primarios. El financiamiento de las obras de ornato públi¬co y de las vías de comunicación, agregado a los créditos contraídos, totalizaba una deuda pública externa que fue tornándose excesiva en relación con la capacidad de pago de aquellos gobiernos -incluido el de Cipriano Castro- que no superaban la dramática situación suscita¬da por los efectos de la crisis económica internacional.

Las naciones acreedoras -Inglaterra y Alemania, principalmen¬te- comenzaron a presionar al gobierno de Castro para que les cance¬lara la deuda contraída y para indemnizar a los extranjeros radicados en Venezuela, quienes habían sufrido daños irreparables con las fre¬cuentes acciones armadas contra ese mismo régimen. La razón princi¬pal para esta actitud de las potencias fue la decisión del gobierno de diferir la consideración de las reclamaciones y la cancelación de la deuda. Por esto, el 9 de diciembre de 1902, Alemania e Inglaterra tomaron el puerto de La Guaira y bloquearon las costas venezolanas. A ese bloqueo se unieron, casi de inmediato, Italia, Bélgica, Francia, España y Holanda. El 13 de ese mes bombardearon a Puerto Cabello e intentaron tomar la barra del Lago de Maracaibo. Esa agresión con¬junta contra Venezuela, fue propicia para que el presidente Castro denunciara que «la planta insolente del extranjero ha profanado el sagrado suelo de nuestra patria». Los caudillos opositores dieron tre¬gua al gobierno y algunos le manifestaron su solidaridad ante la agre¬sión externa. El conflicto cesó el 13 de febrero de 1903, con la firma de los Protocolos de Washington, en cuya solución intervino el gobierno de los Estados Unidos.

La administración de Castro se vio envuelta en otro conflicto de gran trascendencia. La compañía

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