Teorias Clasicas De La Comunicacion
zean0414 de Noviembre de 2012
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Paul Lazarsfeld - Bemald Berelson - Hazle Gaudet
El pueblo elige
Publicado en LAZARSFELD, Paul F. - BERELSON, Bernard - GAUDET, Hazle. El pueblo elige. Estudio del proceso de formación del voto durante una campaña presidencial, Ediciones 3, Buenos Aires, 1962
Prefacio a la segunda edición.
Durante la última guerra, los especialistas en ciencias sociales tuvieron una oportunidad sin precedentes de aportar sus experiencias y conocimientos. El ejército solicitó la colaboración de sociólogos para estudiar la moral de los soldados, con el fin de poder modificar las situaciones y actitudes que limitaban la efectividad de sus operaciones. Psicólogos sociales fueron requeridos para examinar la propaganda difundido entre la población estadounidense, a fin de que la emanada desde las propias agencias gubernamentales pudiese ser fomentada, a la vez que contrarrestado la propalada por el enemigo. Los antropólogos proporcionaron su conocimiento de las diversos culturas para aconsejar a los gobernadores militares acerca de la conducta que debían seguir para evitar, o reducir a un mínimo, los rozamientos en el trato con los japoneses, los coreanos o los nativos de las islas Salomón. Los economistas, por su parte, estudiaron constantemente las tendencias de la producción y de los precios a fin de determinar la política impositiva y el control de precios que exigían las condiciones imperantes.
El buen resultado que tuvieron estas investigaciones y las recomendaciones de ellas derivadas, han servido para acrecentar el prestigio de las ciencias sociales. La administración estatal, la industria y los grupos laborales se inclinan cada vez más a solicitar el asesoramiento de los especialistas en ciencias sociales. El curso de los acontecimientos de la posguerra ha dado aún mayor impulso a esta tendencia. La aparición de la bomba atómica nos ha hecho conscientes de que los descubrimientos de la física han sobrepasado nuestra capacidad de integrarlos al sistema social que nos rige. Ante la probabilidad de una tercera guerra mundial, que contraría el deseo universal de paz, muchos se preguntan hasta qué punto los individuos que componen una sociedad pueden controlar los hechos sociales. En los asuntos nacionales, nos encontramos frente a problemas cuya solución parece exigir una acción colectivo antes que el libre juego de fuerzas en competencia. Problemas como los de la vivienda y las relaciones laborales son dos de los ejemplos más notables. Actualmente se acepta de modo general que las ciencias sociales pueden y deben realizar su aporte.
Las esperanzas que se han cifrado en las ciencias sociales han aumentado la responsabilidad de los especialistas en estas disciplinas. Para que su labor proporcione conocimientos útiles y de aplicación práctica, deben concentrar su atención en campos de estudio de importancia capital y, al mismo tiempo, emplear técnicas que conduzcan a los hechos empíricos. Estas exigencias llevan implícita la necesidad de tomar en consideración tres problemas generales de la investigación. El primero concierne a la relación entre los hechos y las teorías. La apropiada integración de los conocimientos empíricos con las formulaciones teóricas constituye un requisito básico para la existencia y desarrollo de toda ciencia. Resulta imposible hacer uso de una masa de hechos inconexos; pero, a la inversa, ninguna acción social puede fundarse en especulaciones abstractos acerca de la "naturaleza" de la sociedad, si tales teorías no se comprueban sistemáticamente en situaciones concretas.
Del mismo modo que la investigación empírica y la teoría social deben formar un todo armonioso, también es menester establecer interrelaciones entre los hallazgos de distintas investigaciones existentes.
Hasta hace poco, las ciencias sociales mostraban una desgraciada tendencia a realizar estudios y experimentos aislados sin que existiera la preocupación de coordinar y profundizar las investigaciones. Hubo postulantes al doctorado que se enorgullecían de no repetir un estudio "que ya otros habían hecho". En realidad, debería primar la tendencia opuesta. Es necesario verificar los resultados una y otra vez, tanto en condiciones idénticas como en situaciones disímiles. La complejidad de la vida social exige que un mismo problema sea estudiado muchas veces antes de que los uniformidades fundamentales puedan ser diferenciados de los acontecimientos sociales transitorios.
En tercer lugar, los tipos de problemas que se someterán a estudio requieren un cuidadoso diseño. En las primeras etapas de desarrollo de la sociología, se idearon grandiosos planes destinados a alcanzar la comprensión de toda la historia de la humanidad. Aún así principios de este siglo, cuando los sociólogos ya se mostraban más modestos, persistía la creencia en la posibilidad de descubrir de modo rápido y fácil "las causas de la guerra" y "los métodos para prevenir el delito". Los estudios tendientes a solucionar tan vastos y complejos problemas chocaron pronto con una corriente de oposición. Se afirmó entonces que no debían investigarse las causas y los cambios; los fenómenos sociales sólo habrían de describirse. Esta posición condujo a una predilección por los estudios estéticos, del tipo de los censos, que sólo servían para "reconocer" el campo sin proporcionar conocimientos de aplicación práctica en la vida social.
La solución de este conflicto parece residir en un compromiso, quizá sólo temporario. Las mejores perspectivas puede ofrecerlas, en la actualidad, un tipo de investigación dinámica, limitada y metódica cuyo objetivo sean hechos y procesos sociales que sólo abarquen varios meses o, a lo sumo, unos años. Es muy probable que los conocimientos y las informaciones que servirán de base al futuro desenvolvimiento de las ciencias sociales provengan del análisis sistemático de las campanas políticas, leas situaciones de crisis, la evolución de comunidades nuevas, las reacciones que se producen en diferentes grupos étnicos al entrar en relación directa unos con otros.
En este prólogo a la segunda edición de El Pueblo Elige publicado gracias a la Columbio University Press, desarrollaremos los tres puntos arriba esbozados. Con ello esperamos cumplir dos objetivos. Nuestro propósito primordial es el de exponer y describir las principales tendencias de la investigación social contemporánea. Pero, al mismo tiempo, entendemos que el lector obtendrá mejores frutos del presente estudio si tiene un conocimiento general del tema.
Al tratar estos puntos nos referiremos a datos y observaciones que no se incluyeron en el informe original o que se recogieron en estudios más recientes.
Analizaremos los temas antedichos en orden inverso al expuesto, considerando, en primer término, la necesidad de un tipo de investigación social capaz de comprender los cambios sociales: su origen, naturaleza y duración.
Investigación social dinámica.
En nuestra época es frecuente dar una interpretación errónea a la investigación de la opinión pública. Los resultados de las encuestas publicados en revistas y periódicos han comunicado a los personas legas en la materia, y hasta a colegas de otros campos de las ciencias sociales, la impresión de que tales investigaciones se contentan con describir las ideas de la población acerca de determinados problemas que se presentan en un momento particular. En realidad, esta nueva disciplina tiene alcances mucho más amplios pues se propone conocer los procesos por los cuales los diversos sectores de la opinión pública influyen sobre la acción legislativa y otros tipos de decisión gubernamental. Además, procuramos descubrir cómo toman forma las actitudes mismas. Esta obra. El Pueblo elige, tiene como objeto estudiar este último problema: la formación, los cambios y la evolución de la opinión pública.
Un grupo de especialistas en ciencias sociales permanecieron desde mayo hasta noviembre de 1940 en el condado de Erie, Ohio, con el propósito de observar el desarrollo y los efectos de la campaña presidencial en esa comunidad. Gran número de personas fueron interrogadas, pero el estudio se concentró en un panel de 600 encuestados a quienes se entrevistó una vez por mes durante siete meses consecutivos.
Los miembros del panel podían separarse en dos categorías: aquellos que no modificaban su opinión política durante el período de estudio y los que mostraban un cambio en dicho lapso. Entre éstos últimos, algunos se volcaron hacia el partido contrario, otros no pudieron tomar una decisión hasta último momento y hubo también quienes afirmaron tener una intención electoral definido mas luego no participaron en los comicios. Este tipo de ciudadanos "mutantes" constituyeron el centro de interés de nuestro estudio, pues eran precisamente los sujetos en quienes se podían observar los procesos de cambio y de formación de las actitudes. Se los compar6 con los votantes "constantes". Examinamos cuidadosa- mente sus características personales, sus relaciones con otros individuos y la atención que dispensaban a la radiotelefonía y la prensa. Establecimos la relación que existía entre su posición socioecon6mica objetivo y las razones que adujeron como explicación de su cambio. Las opiniones expresadas en un momento dado se compararon con las recogidas en entrevistas anteriores y posteriores. Vale decir que no nos preocupó describir la opinión sino estudiar su formación y evolución.
A continuación consideraremos una fase de este análisis dinámico a fin de descubrir sus elementos esenciales. Entrevistamos al panel por sexto vez en octubre y por séptima, y última vez, inmediatamente después
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