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Teoría De La Democracia - Los Problemas Clásicos. Giovanni Sartori


Enviado por   •  2 de Enero de 2013  •  2.346 Palabras (10 Páginas)  •  1.062 Visitas

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X.1. Homonimia, no homología

El término demokratia fue acuñado hace unos dos mil cuatrocientos años. Pero con una vida tan larga la “democracia” ha adquirido naturalmente diversos significados, relacionados con contextos históricos e ideales diferentes. Resulta sorprendente la escasa atención prestada al hecho de que el concepto ac tual se parece poco al que se desarrolló en el siglo V antes de Cristo.

La democracia antigua se concebía como una relación inherente, sinbiótica con la polis. Yla polis griega no constituía en modo alguno la ciudad-estado como acostumbramos a llamarla – porque no era de ninguna forma un “Estado”. La polis era una ciudad-comunidad.

Maquiavelo fue el primer autor que conideró el “Estado” como una entidad impersonal y que utilizó el término en el sentido político moderno.

Lo que caracterizaba la democracia de los antiguos era precisamente que era una democracia sin Estado – incluso más sin Estado, podemos decir, que cualquier posible forma de la polis. El hombre moderno desea otra democracia; su ideal democrático no es en absoluto el mismo que el de los griegos.

X.2. Democracia directa o democracia de la polis

Decir que la democracia antigua era el paralelo de la polis equivale a decir que era una “democracia”; y no disponemos hoy de experiencia alguna de democracia directa del tipo griego. Todas nuestras democracias son indirectas, es decir, son democracias representativas en las que estamos gobernados por representantes, no por nosotros mismos. Ni el mismo Cleón, que fue un demagogo adelantado para su época, llegó a mantener que el sistema se expresase perfectamente en, y equivaliera al, conjunto del demos reunido en asamblea. Las funciones de dirección existían ya entonces, y los responsables eran elegidos por sorteo o por elección para el desempeño de ciertas funciones. En la democracia directa el puebo participa de manera continua en el ejercicio directo del poder, mientras que en la democracia indirecta equivale básicamente a un sistema de limitación y de control del poder. En las democracias actuales existen los gobernantes y los gobernados; de una parte, el Estado, y de otra, los ciudadanos; los profesionales de la política y los que se olvidan de ella, excepto en raras ocasiones. Estas distinciones tienen escaso sentido en las democracias antiguas.

La historia demuestra que las democracias griegas y las comunas medievales, que en cierto modo fueron su réplica, tuvieron una existencia turbulenta y efímera. Aristóteles fue un observador y un testigo realista de los acontecimientos que condujeron a la ruina de las libertades en la antigüedad, clasificaba la democracia entre las formas corrompidas de la polteía. Aristóteles la denominaba “un gobierno de los pobres”; y este cambio de perspectiva no deriva de que se piense que los muchos difícilmente puedan ser los más ricos. El demos, para Aristóteles, no eran todos, sino una parte: el estrato social de los pobres.

En el siglo IV antes de Cristo la división política se había agudizado. O los ricos gobernaban en s beneficio o los pobres lo hacian en interés propio (y tal era la democracia que Aristóteles tenía ante sus ojos). El hecho de que definiera la democracia como el gobierno de los pobres en provecho propio nos asombra por su actualidad. En realidad, contó lo que vio: la destrucción de la democracia griega por la lucha de clases. Y no hay nada sorprendente en el resultado.

La hipertrofia política produjo la atrofia económica. Cuanto más perfecta se hizo la democracia, más se empobrecieron los ciudadanos. Se entró así en el umbral del círculo vicioso de la búsqueda de una solución política al problema económico: para compensar la insuficiente producción de riqueza había que confiscar la riqueza. Uno tiene la impresión de que la democracia de la antigüedad estaba abocada a la destrucción dimanante de la lucha de clases entre pobres y ricos: había creado un animal político en detrimento del homo oeconomicus. La experiencia griega generó un “ciudadano total” que fracasó en su intento porque pretendió abarcar más de lo que realmente podía.

Hay que indicar que la democracia griega era una construcción muy simple y primitiva. Consistía esencialmente en la “voz”; no permitía ni concebía la “marginación”; y evidentemente y por desgracia carecía de filtros y de válvulas de seguridad. En concreto el sistema griego era incapaza de deslindar los sonidos triviales de las señales de alarma, los caprichos inmediatos de necesidades continuas.

La democracia directa a distancia y un autogobierno entre ausentes es imposible. Lo esencial es que cuanto más numerosa es la gente implicada, menos efectiva es su participación. Además, como he señalado, la “democracia de referéndum”, electrónica, aunque fuese factible, sería desastrosa y, con toda y, con toda probabilidad, suicida.

Diría que aunque el hombre modernos espera menos de la “democracia literal”, es decir, de la soberanía popular, demanda mucho más de la “democracia liberal”, la otra cosa que denomina democracia. En consecuencia, la limitación y el control del poder que nos proporcionan nuestras democracias liberales no es un logro menor respecto de la democracia griego.

X.3 Individualismo y libertad; antiguos y modernos

El debate lo inició en 1819 Benjamin Constant, en cuya línea argumental (seguida por Tocqueville y Labouye) la posición extrema es quizás la respresentada por Fustel de Coulanges.

Como escribió Werner Jaeger: “un código moral puramente privado, sin referencia al Estado, era inconcebiblepara los griegos. Es preciso olvidar nuestra idea de que los actos de cada individuo están gobernados por su conciencia”.

Cuando Aristóteles definió al hombre como animal político, pretendía decir qu el hombre formaba parte de su totalidad social y específica, que estaba inmerso en la sociedad.

La diferencia que Constant apuntaba era que los griegos no conocían la noción positiva del individuo; no concebían al individuo como una persona. El espíritu individualista griego carecía de la noción de un espacio de un espacio privado legítimo. Por tanto, la experiencia griega de la libertad política no llevaba consigo,ni podía hacerlo, la de la libertad individual basada en los derechos personales. Esto es lo que Constant y los otros autores querían decir. Esa democracia no respetaba a individuo; más bien tendía a sospechar de él. Era una comunidad que desconfiaba de las personalidades destacadas, caprichosa en su alabanza, inmisericorde en su persecución, y en la que el ostracismo era una medida precautori, no una medida de castigo. Era la democracia

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