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Teoría Filosófica Del Antiguo Estado


Enviado por   •  6 de Mayo de 2013  •  2.111 Palabras (9 Páginas)  •  472 Visitas

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Teoría Filosófica del antiguo Estado

El primero en emplear el término 'Estado' en una acepción que es prácticamente idéntica a la contemporánea, fue Maquiavelo en la primera línea de El Príncipe: "Todos los Estados, todos los Dominios que tuvieron y tienen autoridad sobre los hombres, fueron y son repúblicas o principados". Por cierto, sería demasiado pretender exigir a un escritor tan poco sistemático como Maquiavelo una definición precisa del Estado; sin embargo, ya vemos en él un tratamiento del Estado con los caracteres que hoy mismo reconocemos en éste, es decir, como una organización pública dotada de la capacidad de ejercer y controlar el uso de la fuerza sobre una población determinada y en un territorio definido, conforme a un específico cuerpo de derecho soberano.

Pero el término 'estado', no es una invención de Maquiavelo. Ya se lo encuentra en el antiguo derecho romano, aunque con la acepción de 'estado o condición de una cosa', como cuando se dice, por ejemplo, "status rei publicae". El 'estado', en el derecho romano, designaba también la condición jurídica de una persona o de una comunidad: "status libertatis", "status familiae" o bien "status civitatis". En la Edad Media, 'estado' servía para indicar también una cierta condición social: el 'estado' clerical, el 'estado' de nobleza o el 'estado' popular. De todas estas acepciones, la que probablemente está en el origen del uso contemporáneo es la de "status rei publicae", porque es la que directamente vincula con la comunidad política. Una república, en el sentido romano, no es un Estado, aunque tiene un estado, una condición determinada. Lo que sucede, desde el punto de vista histórico, es que esta república, o en todo caso la comunidad política, tiende a transformarse, mediante los procesos de secularización, en una nueva institución cuya denominación ya no tiene el carácter de transitoriedad o de relativa provisoriedad que existe cuando se habla de "status rei publicae". Ahora se habla sin más del Estado y no del "estado de la cosa pública". En términos filosóficos y con las debidas salvedades, diría que, de accidente que era, el "estado" pasa a transformarse en substancia, de modo que ya no se trata del "estado de la cosa pública", sino de la "cosa pública del Estado". La república es el accidente y el Estado la substancia.

Es muy posible, incluso, que gracias a la difusión extraordinaria del opúsculo de Maquiavelo, este concepto de Estado haya podido alcanzar la significación que hoy tiene en el vocabulario político. Este uso ya es confirmado por Hobbes en la introducción al Leviatán, donde, con una intención explícita, son puestos en un mismo nivel de significación los términos civitas, commonwealth y state. Después de Hobbes, el concepto comienza a ser definitivamente de uso corriente, pues se presta admirablemente bien para designar ese "nuevo principado" que alcanzaba a entrever Maquiavelo. El mismo John Locke, aun cuando no emplea explícitamente el término "Estado" como Hobbes, aclara que se está refiriendo a una realidad política cuyo nombre no interesa, pero que se trata, realmente, de algo novedoso:

Debe quedar bien claro que siempre que empleo la palabra Estado (Commonwealth) no me refiero precisamente a una democracia, ni a ninguna forma concreta de gobierno. Entiendo con esa palabra la comunidad independiente que los latinos llamaban civitas, que es a la que mejor corresponde nuestro vocablo inglés commonwealth. Ésta es la que mejor expresa esa clase de sociedad de hombres; mejor que comunidad [ porque dentro de un Estado (Commonwealth) puede haber comunidades subordinadas] , y mucho mejor todavía que city. Para evitar, pues, ambigüedades, pido permiso para emplear la palabra commonwealth en ese sentido que es el mismo en que ya el rey Jacobo la empleó y que es, a mi entender, el suyo. Si a alguien le desagrada y me sugiere otro más apropiado, estoy dispuesto a admitirlo.

Pero, de cualquier forma que sea, lo cierto es que "el nuevo principado", en el cual "residen la dificultades", según expresión de Maquiavelo, es, con toda verosimilitud, el Estado moderno. Y las dificultades que ve Maquiavelo, son las de cómo concebir una nueva ciencia de la política en la cual ésta aparezca con una autonomía casi completa de la ética, y con un fin casi exclusivamente concentrado en la eficacia de la conservación de esta nueva institución. El capítulo XV de El Príncipe resulta revelador porque allí Maquiavelo recomienda explícitamente el abandono de toda preocupación ética para concentrar sus consejos más bien en la realidad efectiva y cómo sacar provecho de ella para la conservación del "nuevo principado".

El elogio de Francis Bacon a Maquiavelo va al nudo del asunto cuando escribía en 1605 que "tenemos una gran deuda respecto de Maquiavelo y algunos otros que han descrito lo que los hombres hacen y no lo que deberían hacer, porque no es posible unir la duplicidad de la serpiente a la inocencia de la paloma si no se conocen exactamente todos los recursos de aquélla: su abyecta bajeza, su pérfida agilidad, el odio que agudiza su dardo".

En ese sentido, Maquiavelo no solamente fue un producto de su época, sino también, tal vez, el mejor intérprete de la misma, además de ser el creador oficial, de manera indirecta, del concepto de "Razón de Estado", según la cual, los actos destinados a la conservación de éste no son pasibles de dictamen judicial, y mucho menos, ético.

Después de Maquiavelo, la ciencia política ha tendido a evitar cuidadosamente expresarse como ciencia normativa. La preocupación esencial del politólogo contemporáneo no es de orden ético-formativo, sino analítico-descriptivo, y deja a los hombres de Estado o a los políticos la responsabilidad de extraer las conclusiones prácticas del universo de datos que le son proporcionados a la manera de un sistema.

Según BodiSegún Bodin, lo que distingue al Estado (en este caso él lo llama "República") de cualquier otra clase de asociación, es nada menos que la soberanía. Un Estado, por pequeño que sea, seguirá siendo tal mientras sea soberano. A su vez, el ciudadano es un hombre libre, pero al mismo tiempo igual, en términos casi absolutos,

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