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Teoria filosófica


Enviado por   •  31 de Mayo de 2015  •  11.591 Palabras (47 Páginas)  •  182 Visitas

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AGUSTIN DE HIPONA

El contexto histórico

La actividad filosófica de San Agustín se desarrolla en la segunda mitad del siglo IV y el primer cuarto del siglo V, un período en el que el Bajo Imperio romano está sometido a fuertes tensiones internas y a la presión de las tribus bárbaras, que terminarán por provocar el desmoronamiento de la parte occidental de forma definitiva a finales del siglo V.

VERTIENTE FILOSOFICA

San Agustín nació el 354 y murió el 431; son tres siglos los que lo separan de aquél otro filósofo de lo cual hablamos el otro día: Séneca. Pero no solamente la distancia es temporal, es la distancia también de un nuevo estilo profundamente distinto. En definitiva, en San Agustín encontramos una etapa nueva de la filosofía. Hemos hablado del pensamiento griego, hemos añadido algo que está ya en latín, pero dentro del área del pensamiento helénico: Séneca. Y se termina con eso una gran etapa, la primera etapa del pensamiento filosófico, centrada, ustedes se acuerdan, en el problema del cambio, del movimiento, kinesis en griego, mutación, que hace que las cosas sean o no sean, lleguen a ser y dejen de ser, cambien de cantidad, de cualidad... En definitiva, el problema de la inestabilidad de lo real. Recuerden ustedes que ese era el gran problema y eso se trata de superar mediante la noción de ser, ente, ón, de Parménides, en conflicto con la otra gran idea griega: la naturaleza, la physis, que es justamente cambio, variación. Las cosas están amenazadas por el cambio, por la variación, y se trata de buscar eso que verdaderamente es, que es lo que es, si posible, de un modo permanente. Este es el gran problema central del pensamiento antiguo.

Pero ahora nos encontramos con una situación profundamente distinta. San Agustín es el primer gran filósofo cristiano. Evidentemente ha habido preocupación filosófica entre los cristianos en los primeros siglos, lo que se llama la Patrística, la obra de los Padres de la Iglesia, que es primariamente teológica, religiosa, pero evidentemente con una componente, con una vertiente filosófica. Pero el primero gran filósofo, el primero creador filosófico dentro del cristianismo es San Agustín.

Y entonces, evidentemente, la filosofía cambia totalmente, porque el problema ya es otro, el cristianismo introduce algo mucho más radical que el cambio, que la variación, que la kinesis helénica. El cristiano piensa que el mundo ha sido creado, la idea de creación es ajena al pensamiento griego. Los griegos, van avistar ahí la naturaleza, la physis, tratarán de explicarla, harán cosmogonías, para explicar la origen del mundo, como se ha hecho, pero la idea de creación es ajena al pensamiento griego. Hay incluso un caso particularmente claro que es el de Plotino, el gran pensador neoplatónico, que tiene evidentemente ya influencias cristianas. Entonces, aparece ese influjo que le lleva a pensar algo que tiene cierta analogía con la idea de creación: es lo que él llamará la emanación. El principio capital lo llamará el Uno, más o menos lo equivalente de la divinidad, produce todo lo demás por emanación. Hay muchas metáforas, hay una serie de imágenes, por ejemplo, una luz que se va iluminando, que va difundiéndose hasta que se extingue en la niebla. Hay diferentes formas de entender eso, pero lo capital es que la emanación es la producción de todo lo que no es el Uno desde el Uno, que emana de él.

APORTACIONES FILOSOFICAS

Un pensador muy intenso y un ser humano muy humano, aunque no “demasiado humano”, puesto que su propia humanidad era una clave de acceso a la trascendencia, bajo el supuesto de que en nuestra propia humanidad se podría encontrar a Dios: es San Agustín. No es un filósofo, es un teólogo como los de las primeras escuelas cristianas; su objeto de estudio era la “realidad eterna”, pero el acceso metodológico será la experiencia de la finitud y de lo temporal, apenas conceptualizada en categorías formales -filosóficas-, pero hermosamente expresadas en lenguaje poético.

No es un filósofo, es un teólogo; es sistemático no porque haya escrito tratados disciplinares, sino porque su obra contiene una visión de totalidad del mundo, del hombre (y del hombre cabe saber de su pensamiento, de su tendencia al bien y a la verdad, de su fragilidad, de sus potencialidades intelectuales y estéticas, del tejido de relaciones en las que se encuentra inmerso, de la dimensión social, política y eclesial, etc.) y de Dios. Es un rethor, un poeta y por tanto sus obras no descuidan el estilo. Es un rethor y un apologeta, porque si bien no corresponde cronológicamente con los Padres de la Iglesia de los siglos II y III, es un acérrimo defensor de la verdad del hombre y de la verdad de Dios, de ese Dios que se reveló a través del Lógos encarnado y através del lógos interior humano.

Todo su pensamiento se resume, como él mismo lo expresa en Soliloquios y Confesiones, en dos grandes problemas que desea enfrentar por encima de todo, a saber: conocer a Dios y al hombre:”Deus semper idem, noverim me, noverim te“ (“¡Oh Dios, siempre idéntico, que me conozca, que te conozca!“); “Deum et animam scire cupio”, (“Deseo conocer a Dios y mi alma”); “Cognoscam te, cognitor meus, cognoscam, sicut et cognitus sum” (“Que te conozca, Conocedor mío, que te conozca tal como soy conocido“).

De quien recibe influencia

La revelación cristiana es la culminación natural del saber filosófico. Este principio provocará que los filósofos descubran un nuevo campo de reflexión, nuevos temas, por ejemplo la creación, la contingencia del mundo, la espiritualidad del hombre humano.

La filosofía patrística encontró fundamentalmente 3 corrientes filosóficas asentadas en su época:

1- El neoplatonismo, en principio el más atractivo para el cristianismo, por la distinción entre el mundo de las ideas y el mundo sensible, queriéndose identificar lo sobrenatural, lo divino, la salvación eterna con el mundo de las ideas.

2- El aristotelismo, que era más difícil de cristianizar por su empirismo y "materialismo".

3- El estoicismo, fue una filosofía ética posterior a Platón. Uno de sus principales representantes fue Séneca, que propugnaba el dominio de la razón sobre las inclinaciones naturales del hombre, en contra de los hedonistas, epicureístas, que afirmaban que el fin del hombre era la felicidad en los placeres.

o A. El cristianismo y la filosofía

o B. La filosofía de Agustín: La razón y la fe

o C.

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